En busca de la solución
Los problemas que pueden derivar del bruxismo son múltiples y muy variados. El desgaste de los dientes y los problemas al masticar suelen ser los primeros en aparecer. Pero forzar esa zona repercute en otros músculos como los cervicales. Dolor en el cuello, así como dolores de cabeza, migrañas, molestias en las sienes e incluso en el cuero cabelludo pueden ser habituales al ir forzando diferentes grupos musculares.
A la larga pueden verse afectados el oído o la garganta, apareciendo dolor intenso sin necesidad de sufrir una infección. También pueden darse casos de vértigos, mareos, pitidos en los oídos e incluso pérdida de audición.
¿Qué puedo hacer?
Lo primero es consultar a un experto, ya que la solución dependerá del grado de bruxismo y del daño que este ya haya producido. En los casos más leves puede ser suficiente utilizar una férula de descarga para liberar toda la tensión acumulada en la mandíbula y evitar el contacto entre los dientes. En caso de que haya sufrido muchos desgastes en la estructura dentaria, siempre podemos devolverles anatomía a las piezas desgastadas por el rechinamiento con carillas o coronas. Esto soluciona la parte estética, pero el paciente debe saber que esas piezas hay que seguir cuidándolas y vigilando la evolución. Para ello, las férulas siguen siendo la mejor opción.
Del dentista al ‘fisio’
Pero el dentista no es el único especialista que se debe visitar cuando se quiere solucionar el problema. El fisioterapeuta puede ser la clave y es que no debemos olvidar que estamos hablando de un problema en una articulación y un grupo de músculos. Por eso, las primeras sesiones irán dirigidas a proteger y recuperar la función de las estructuras móviles. Sobre todo cuando existan dolores o dificultad para mover la mandíbula.
Al apretar constantemente, también se fuerzan otros grupos musculares. Solo tienes que probar a tensar tu mandíbula en este momento para poder comprobar hasta dónde llega su influencia. Desde cuello y hombros hasta sienes y garganta.
Todas y cada una de esas zonas deben tratarse para que puedan recuperarse de la tensión y que el daño no siga aumentando.
Además, en casos de inflamación o dolor agudo, el médico de cabecera será quien pueda recetar un tratamiento con antiinflamatorios e, incluso, si es necesario, un relajante muscular.