Todo Terreno

EL CREADOR DE LA CUP

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serva la mecánica y todo ello manejando el Lowrance de maravilla. Pero sus 23 años no son la mejor receta para gestionar la presión de saberse ganador...

–Baja el ritmo, no necesitamo­s ir tan deprisa, le canto mientras sigue a un ritmo infernal.

Y LLEGA EL SUSTO

La pista es rápida, la recta larga y el badén, apenas visible. Aunque el tren delantero lo supera más o menos bien, el trasero es escupido del suelo violentame­nte. La volada es larga y el culo del Toyotón gana más altura que el morro, tanto que dejo de ver el horizonte para ver el suelo con detalle. El aterrizaje es violento, pero tras golpear con los cascos en el techo, Borja recupera el control con maestría, controland­o los rebotes. Nos miramos, tragamos saliva y terminamos la etapa ya más tranquilos. Es nuestra segunda victoria de etapa, pero los canarios están muy cerca.

El último día empieza tenso. Tras su victoria en la cuarta etapa, los de Ivimach Toyota Lanzarote nos pisan los talones. Sólo les sacamos 44 puntos y, aunque las dunas de Merzouga son nuestro fuerte, hay una especial de 50 puntos que podría dirimir el resultado final.

Esa noche no puedo dormir. Borja se va a buscar un sitio donde soldar la caja de dirección, puesto que tenía fisuras muy mosqueante­s, y para cuando termina de descargar el coche –el peso es el mayor enemigo en las dunas– y llega a la habitación, yo ya me había levantado de la cama y salía a fumar y poner unos mensajes con el móvil. Lo que me encoge el estómago son sentimient­os que, a mis 51 años, apenas recordaba. Tendría que remontarme 20 años atrás, cuando regateaba o corría en motos de agua, para recordar esa intensidad. Me siento como un crío. Borja, en cambio, duerme plácidamen­te, agotado.

Briefing de la quinta etapa. La organizaci­ón, obligada a recortar el recorrido, pues coincidimo­s con los bravos ciclistas de la Titan Desert, nos recuerda que la especial es la misma que una de las más duras en la historia de la CUP 180, en unas minas de plomo que, en su recorrido, hacen obligatori­o el empleo de mascarilla­s. El equipo entero nos arropa. Los otros tres coches velarán por nosotros y se sacrificar­án en caso necesario. Todos estamos con Borja, ¡a tope!, una vez más.

Y, así partimos a la caza de los únicos siete waypoints que componen la etapa y que conseguimo­s con facilidad y sobrados de tiempo. Malo, pensé: sí ha resultado tan fácil, todo se resolverá en la dichosa especial, y estos canarios son especialis­tas en trial extremo y empleo del winch... Así es.

LA DECISIÓN

La especial tiene tres pasos. Superar el primero supone 15 puntos, 35 el segundo y 50 el tercero. Dada la dificultad, en lugar de 12 minutos, como en todas las especiales de la prueba, dispondrem­os de 15.

No me separo ni un centímetro de Juan Antonio Muñoz mientras recorremos a pie las tres puertas. Le pregunto una y mil veces, mientras mis ojos se salen de sus órbitas escudriñan­do el terreno en busca del mejor paso, la piedra traicioner­a (esa que nunca falta), etc.

El primer coche pasa la primera puerta asumiendo un riesgo bestial y, pese a su valentía y a los múltiples intentos, no consigue superar la segunda. Algo que, en realidad, parece imposible. Pasan los minutos y se acerca la hora de entrar en una meta que dista 400 metros y se ve desde el sitio de la prueba.

Igual no tenemos ni que intentar hacer la especial, pienso. En eso, entran los canarios. Yo ya he hinchado las ruedas y lo tengo todo listo para meternos, sí fuese necesario.

Con mucha dificultad y una trazada nueva, Ivimach supera la primera puerta y se dirige a la segunda que nadie había superado. El tiempo sigue corriendo. Los canarios se dejan la piel intentando superarla y Borja se sube al coche: –¡Vamos! Haremos la primera y la tercera. Pero no podemos, tenemos otro coche delante, dispuesto a entrar. Gracias a Dios nos cede el turno. La decisión se dibuja en la cara de Borja. Y atacamos, como estaba previsto. En dos trayectori­as superamos la primera prueba.

–Hemos ganado, Boja, vámonos a meta, digo emocionado, sumando mentalment­e: 44+15=59.

–¡Ni se te ocurra decir eso!, me grita. ¿Y si hemos penalizado?¿Y sí tenemos mal algún waypoint? Vamos a la tercera puerta.

De camino, nos encontramo­s a los canarios que acaban de superar la segunda, ■ Creador y alma mater de la CUP 180, afincado en Marruecos desde hace muchos años, Juan Antonio Muñoz conoce el país como nadie. Aventurero auténtico, de Land Rover, tienda de campaña, brújula y mapas de papel, su carisma a la hora de reunir a los competidor­es me recuerda a Thierry Sabine, aquél barbudo francés que inventó la carrera africana más grande de todos los tiempos. La insistenci­a de antiguos competidor­es y amigos ha devuelto a Juan Antonio al frente de una prueba que también volverá a ser grande. Más amigo de las dificultad­es que de la velocidad, de los campamento­s que de los hoteles, ha resuelto el rescate de la CUP 180 con acierto. Y promete solucionar los pequeños problemas, que siempre acompañan a este tipo de eventos, en futuras ediciones. Sus recorridos son fantástico­s y mi respeto por su trabajo cobró auténtica dimensión cuando, en una frenética etapa y a toda velocidad, mi piloto frenó inesperada­mente. ¿Qué hemos roto?, pregunté, preocupado. Nada, ¡vamos a parar para hacer unas fotos! ¡Este sitio es increíble! Y, desde luego, lo era. Enfrascado en la navegación tuve poco tiempo para recrearme en la belleza de los lugares donde el bueno de Juan Antonio esconde sus waypoints. Bienvenida, CUP 180 y buen regreso, Juan Antonio; sé que te quedan mil sitios por enseñar y mil diabluras con las que desafiarno­s. agotando sus 15 minutos y, por lo tanto, sin tiempo para poder intentar la tercera. Sólo entonces accede Borja a dirigirse a la meta, a todo gas, pese a mis suplicas de que fuera más despacio. Entramos con tres minutos de adelanto. Casi no me lo puedo creer. ¡Hemos ganado la CUP 180! Y pese a mi inexperien­cia como copi.

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