SE HIZO ESPERAR
FORD EDGE 2.0 TDCI 180 CV En 2007, Ford lanzó un todocamino de 4,81 metros de longitud al que bautizó como Edge. Ya en su segunda generación, ha decidido exportarlo a Europa, donde se verá las caras con modelos tan variopintos como el Kia Sorento o el mis
El Edge ha sido y es un modelo con un importante peso específico dentro de la amplia oferta de la que disfrutan al otro lado del Atlántico. Lo definen como el modelo que les ayudó a establecer el concepto SUV crossover; es decir, un vehículo más eficiente y con mayor confort en carretera que los mastodónticos todoterrenos habituales en su gama.
Obviamente, su rol en el mercado europeo, donde acaba de aterrizar, es muy diferente. Si en EE.UU. es considerado poco menos que un utilitario; en España se posiciona en la parte alta de la gama, inmediatamente por encima del Kuga, y solo por debajo (en tamaño) del Ranger.
Una gama corta, aunque adecuada
Como es lógico, la oferta mecánica del Edge se ha adecuado a los gustos del Viejo Continente; es decir, no hay ni rastro de motores de gasolina. Se ofrecen dos versiones, ambas sobre el bloque tetracilíndrico 2.0 TDCi, con 180 y 210 CV, esta dotada de dos turbos. Además, para simplificar al máximo, cada uno va unido a una transmisión: manual en el 180 CV y automática de doble embrague PowerShift en el más potente.
Lo cierto es que, como pudimos constatar en este primer contacto, las diferencias no son grandes, por lo que la elección ha de basarse más en gustos personales o en el presupuesto disponible. Ambos ofrecen un empuje progresivo, pero, sobre todo, destacan por su elevado confort y suavidad de marcha. En la parte negativa, transmite la impresión de coche pesado, aunque no lo es, al menos en comparación con modelos semejantes; un Volkswagen Touareg, que le