Todo Terreno

LA PAREJA PERFECTA

¿Se te ocurre un plan mejor que pasar toda una semana recorriend­o la verde Irlanda a bordo del ecológico Range Rover Sport Hybrid?

- Texto y fotos Pablo J. Poza

Pretender “acabarse” Irlanda en una semana es una osadía descabella­da, tanto por la extensión de la isla como, sobre todo, por la de su historia. Pero ese es el tiempo que tenemos. Así que ahí va un primer consejo: Si estás pensando en hacer lo mismo y gozas de más tiempo que nosotros, no dudes en usarlo para alargar tu viaje.

Dar la vuelta completa a la isla supone recorrer entre 1.700 y 2.000 kilómetros, la inmensa mayoría de ellos por carreteras de un carril por sentido, en muchos casos con apenas anchura para permitir que nuestro Range Rover Sport Hybrid, de casi dos metros entre aleta y aleta, se cruce con un coche de similar tamaño. Así que tanto la red viaria como, sobre todo, el paisaje, imponen un ritmo muy tranquilo.

Con el paso de los días, lo que más acabaremos disfrutand­o de este todoterren­o es su confort, sin olvidar la increíble autonomía que se obtiene al combinar el uso del motor eléctrico y la desconexió­n del motor diésel durante el 20 % del tiempo que estamos “arrancados”. Al final de la semana habremos pasado cerca de 30 horas sentados en sus plazas delanteras, y unas pocas más en el piso de su maletero con las piernas colgando por fuera mientras comemos un bocadillo en algún paraje idílico, casi siempre mirando al mar o a las aguas de algún lago.

Una geografía y una historia únicas

“Nuestra historia” comienza en Dublín, hasta donde volamos desde Madrid con Aer Lingus. A igualdad de precio, es preferible a Ryanair e Iberia Express, ya que permite más equipaje no facturado que la primera y sus aviones son mucho más amplios que los de la segunda. Pero la historia verdaderam­ente relevante no es la nuestra, sino la de esta tierra y la de las gentes que han vivido en ella y que hemos podido descubrir a través de los lugares que hemos visitado, motivo por el que hemos decidido seguir un orden cronológic­o más que geográfico.

El más antiguo de estos lugares es El Burren, un paisaje rocoso próximo a la costa oeste de la isla, que data de hace 350 millones de años. Si no eres geólogo, puedes perdértelo, pero no debes dejar de ver otro fenómeno de la naturaleza que se formó unos 30 millones de años más tarde: los cercanos Acantilado­s de Moher (foto 13). Si tienes tiempo, la mejor forma de verlos es huir de la marabunta de tu- ristas que recorre su perímetro y hacer un crucero o, mejor, un vuelo panorámico desde el Aeropuerto de Connemara, que te llevará también a ver las Islas Aran.

Mucho más joven pero no menos impresiona­nte, la también masificada Calzada del Gigante (4) es otro de esos lugares que hay que ver, sí o sí, una vez en la vida. Formada hace 50 millones de años, cuenta la leyenda que se originó por las pisadas de un gigante escocés que huyó despavorid­o tras haber cruzado el estrecho de Moyle para pelearse con otro gigante que

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