ENRIQUE VIII PRIMERO Y OLIVIER CROMWELL DESPUÉS DEJARON SU LEGADO DE DESTRUCCIÓN EN LA ISLA
Aparte de “la piedra de la elocuencia”, es destacable su jardín de plantas venenosas. De 1474 data el Castillo de Donegal (10), y ya en el siglo XVI se levanta el cinematográfico Castillo de Dunguaire (21).
Las ruinas nos acompañarán durante toda la ruta, y poco a poco los monasterios cistercienses convertidos en cementerios o los torreones que de lejos nos parecen inexpugnables fortalezas y de cerca son simples cascarones agrietados irán perdiendo la capacidad de sorprendernos. Muchas de estas edificaciones fueron saqueadas y abandonadas durante la conquista de Irlanda por parte de los Tudor, con el particular empeño de Enrique VIII por borrar del mapa cualquier reminiscencia del catolicismo.
Así ocurrió con la Abadía de Corcomroe (14) en 1554, un templo del que además se cuenta que sus mamposteros fueron ejecutados al acabar la obra para que no repitieran su trabajo en otro lugar. El Castillo de Ballybunion, emplazado en un acantilado que separa dos idílicas playas de arena, sufrió una suerte similar en 1582.
Muy cerca de allí, solo seis años más tarde, 24 barcos de la Armada Invencible sucumbieron a las inclemencias del tiempo en el conocido como Spanish Point, un lugar obligado de peregrinación para los españoles cercano a Ennistymon, cuyas cascadas merecen también una visita.
Otro lugar imprescindible y muy poco frecuentado es el Castillo de Kanturk (9), abandonado en 1601 por orden real debido a su excesiva ostentación, sin haber llegado a ser habitado jamás. Del mis- mo año, Charles Fort (22) es otra visita obligada; un complejo militar también en ruinas ubicado en un hermoso acantilado a cuyos pies se alza el pueblo de Kinsale.
Pero si Enrique VIII fue responsable de la destrucción de un ingente número de abadías, la cruenta etapa de Olivier Cromwell fue incluso más devastadora. Así, a mediados del siglo XVII se destruyeron tres impresionantes complejos arquitectónicos: la Catedral de Ardfert (8), la no menos monumental Abadía de Boyle (1) y la ciudad amurallada de la Roca de Cashel (23). Todos ellos merecen una visita. Otros templos destruidos en esta etapa son la Abadía de Creevelea, menos turística por su emplazamiento alejado de las principales rutas, la Abadía de Muckross y el Castillo de Ross, uno de los últimos en rendirse a Cromwell.
Caprichos del destino
Dejamos de lado esta fatídica era de destrucción para visitar el pueblo de Westport, reubicado en 1780 para hacer sitio a los jardines de los nobles de la villa y nombrado hoy como Mejor lugar de Irlanda para vivir. Otro “capricho” de principios del siglo XIX es el pintoresco castillo de Castle Island, que no es más que una residencia de verano para la realeza de la época que