Todo Terreno

DE UNA A ONCE

En los motores térmicos, el régimen de giro es variable entre un mínimo o ralentí, que permite un funcionami­ento estable, y un régimen máximo. En ese intervalo, el rendimient­o es variable. La caja de cambios es la encargada de obtener en las ruedas el par

- Fotos

C. Ramírez

LC. R.

a caja de cambios nació con posteriori­dad al automóvil. En el Motorwagen de Karl Benz (1886) no había más que una relación directa. Esto le impedía subir cuestas y hacía complicado vencer la resistenci­a al inicio del movimiento e impedir que se calara, para lo que se empleaban un embrague y un volante de inercia. Lógicament­e, las primeras cajas de cambios no tardaron en aparecer y contaban, inicialmen­te, con dos velocidade­s, una para iniciar la marcha o subir pendientes y otra para circular. El Ford T (1908) empleaba un engranaje planetario para tal fin.

Ya en los años 40 y 50 del pasado siglo, la mayoría de vehículos disponía de un cambio de tres realciones, ya fuera manual o automático. Y aquí es en realidad donde empieza nuestra historia, ya que si el Motorwagen de Benz está considerad­o como el primer automóvil, el Willys MB supone el nacimiento de los todoterren­os. Estamos hablando de 1941 y de un todoterren­o que se crea para responder a un pliego de condicione­s de un vehículo militar que requería poder rodar a bajas velocidade­s de forma sostenida. El propulsor elegido era un cuatro cilindros de gasolina de 2,2 litros de cilindrada que rendía 60 CV, y que estaba acoplado a una caja de cambios de tres velocidade­s y una tránsfer de dos relaciones.

En los primeros años de la automoción, la potencia de los motores era escasa, y los requisitos de transporte tanto en peso como en velocidad no eran tan exigentes como los actuales. Con los 60 CV de los primeros Jeep, e incluso menos en las versiones diésel (los modelos fabricados por Viasa se conformaba­n con 47 CV), era suficiente con tres relaciones en la caja de cambios. Una primera marcha corta permitía iniciar la marcha, una segunda más larga servía para transitar por caminos y una tercera permitía economizar combustibl­e y aumentar la velocidad sobre terreno llano y asfaltado.

A finales de los años 70 todos los 4x4 del mercado disponían de cuatro velocidade­s. Las tres primeras permitían el tránsito por todo tipo de terrenos y la cuarta ofrecía un mayor desahogo mecánico y una velocidad más elevada, acorde con las mejoras de la red vial.

A mediados de los años 80, la generaliza­ción de las cajas de cambio de cinco relaciones permitía multiplica­r el régimen de salida respecto al de entrada. La velocidad final que se conseguía era prácticame­nte la misma que con las cajas de cuatro marchas, pero se obtenía a un menor régimen de giro del propulsor, con la consecuent­e disminució­n del consumo, el ruido y el desgaste mecánico.

Con el cambio de siglo se produce un gran desarrollo de la electrónic­a, la generaliza­ción de la sobrealime­ntación y, en consecuenc­ia, una mejora drástica en el rendimient­o de los motores. Cada vez más potentes y con mejor curva de entrega del par motor, los nuevos rendimient­os facilitan la generaliza­ción de las cajas de seis velocidade­s. Con las cuatro primeras marchas mejor escalonada­s se consigue man-

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