Todo Terreno

EL JUGUETE DE RUBÉN

MITSUBISHI L200 PROTO Rubén Gracia ha cambiado su Mitsubishi Montero de la categoría T3 por un elaborado L200 Proto con el que se ha vuelto a imponer en el Campeonato de España de TT. Nos ha dado una vuelta para comprobar cómo va.

- M.Tineo

Imagínate por un momento que vas conduciend­o por un camino embarrado. Y entonces, a unos 50 metros de distancia por delante de ti, te das cuenta de que hay un enorme boquete en el suelo. Es grande, tanto que si intentase pasarlo a tan solo unos 20 km/h con el todocamino con el que he venido hasta aquí, no me quedaría más remedio que llamar a una grúa después para que se lo llevasen directamen­te al desguace...

Sin embargo, estamos subidos en el L200 Proto de Rubén Gracia, ya vamos en tercera y Rubén está a punto de meter la cuarta relación de la caja de cambios secuencial Sadev mientras sigue aplastando el acelerador. Llegamos al bache. Gracia ni se inmuta. ¿Lo habrá visto? Espero que sí... Todas mis dudas desparecen cuando el L200 Proto pasa por encima del agujero como si no hubiese nada. “Es, probableme­nte, lo mejor del coche: llevamos dos amortiguad­ores Reiger de cuatro vías en cada rueda. Nos queda trabajo con su puesta a punto, pero es una pasada”, me comenta mientras seguimos a fondo.

Sorprende cómo trabaja la suspensión, y eso que va relativame­nte dura para este tramo. “Está reglada tal y como acabó en el último Rallye de Cuenca”, añade Rubén. Sin embargo, la primera horquilla del recorrido nos permite ver que el L200 no solo pasa deprisa por los baches. Gracia frena con decisión y las pinzas Alcon de cuatro pistones, unidas a los neumáticos BFGoodrich de competició­n, hacen que el L200 se detenga sobre el barro casi como si fuese asfalto seco. El de Guadarrama aprovecha la frenada para balancear ligerament­e los 1.950 kilos de peso del conjunto con unos leves toques de dirección, y entra en la curva describien­do una bonita y controlada derrapada inimaginab­le en un coche de su tamaño.

Llegamos a mitad de la curva. Gracia ha reducido hasta segunda sin necesidad de pisar el embrague, y ahora toca acelerar a fondo. Los 750 Nm de par están disponible­s desde sólo 1.800 r.p.m., y el motor 3.0 V6 turbodiése­l sube con total decisión hasta las 3.600 r.p.m., momento en el que aparecen sus 350 CV. El sistema de tracción total permanente con dos autblocant­es ZF en cada eje se encarga de transmitir todo ese potencial con una facilidad pasmosa, jugando con el barro como si fuese una pequeña bola de plastilina.

Salimos de la curva y llegamos a un par de enlazadas. En ellas, el L200 vuelve a mostrarse especialme­nte ágil y fácil de controlar: “el coche pesa 1.950 kilos por reglamento, pero, como en realidad es más ligero, podemos acomodar el lastre donde más nos interese”, comenta Rubén.

La prueba acaba unas cuantas derrapadas después. El L200 impresiona por cómo funciona, pero también por el mimo con el que lo han hecho en GPR Sport. Si algún día fuese al Dakar, sin duda alguna me gustaría que fuese en un coche así.

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