LA CARROCERÍA AUTOPORTANTE DE ALUMINIO PERMITE REDUCIR EL PESO Y AUMENTAR LA RIGIDEZ RESPECTO AL CHASIS DE ACERO
V6 turbodiésel revolucionarse y puedes empezar a notar cómo el Discovery avanza directo al firmamento, muy lentamente, rugiendo y bloqueando a su antojo los diferenciales central y trasero, pidiéndote solamente que seas muy fino con la dirección y que tengas fe, que no dejes de acelerar inmisericordemente aun cuando parece que el vehículo apenas avanza.
En menos de un minuto, la maniobra ha acabado, el Discovery ha coronado una monumental escalera de rocas sedimentarias con sus ruedas de serie mostrando una aparente facilidad impropia de la dificultad del obstáculo. Las siguientes rocas de este ascenso imposible parecen solamente un juego… hasta que echas pie a tierra y descubres que subir por ti mismo no es, ni mucho menos, tan sencillo.
Pero la facilidad con la que el Discovery devora los obstáculos no es lo sorprendente, porque ya la esperábamos, porque es la misma que llevamos encontrando sistemáticamente en los Land Rover de motor longitudinal, reductora y suspensión neumática comercializados desde 2004, desde que viera la luz el Discovery 3. La verdadera, la única sorpresa que guardaba el Discovery es su increíble capacidad de ataque, que, con las suspensiones elevadas y el volante girado, permite que las ruedas delanteras lleguen a lugares en los que, desde el asiento del conductor, todo hace pensar que va a ser la chapa (o, más bien, el plástico) del parachoques delantero lo que realmente contacte con este abrupto escenario.
Tecnológicamente, el recién llegado sigue los pasos de los Range Rover y Range Rover Sport, partiendo de una carrocería autoportante de aluminio y abandonando, así, el anterior concepto de monocasco de acero con dos vigas longitudinales integradas, mucho más pesado y, según Land Rover, menos robusto que la nueva estructura. Las suspensiones y la transmisión también se toman prestados de los Range Rover longitudinales, incluidos el control de avance lento en trialeras (Crawl Control) y la segunda generación de la interfaz de escenario Terrain Response, cuyo modo automático conmuta entre los diferentes programas sin el concurso del conductor. Eso sí; hemos echado en falta el modo deportivo (Dynamic), ya que, al menos de momento, no se ofrecen las barras estabilizadoras activas, y tampoco se monta el diferencial trasero con distribución variable del par que sí está disponible en el Range Rover Sport.
Podría ser aún mejor
En realidad, Land Rover ha lanzado un producto tan evolucionado que ha tenido que tomar algunas decisiones para limitarlo, o corría el riesgo de ensombrecer a sus supuestos hermanos mayores, e incluso a su pariente deportivo, el más compacto Jaguar F-Pace.
Así, no solamente no hay un modo deportivo (salvo para el cambio de marchas),