4.000 KILÓMETROS CON EL TOYOTA HILUX
UN PICK UP ROBUSTO CON MARGEN DE MEJORA
■ Seguir en directo el rally Clásicos del Atlas en su versión invernal nos ha dado la ocasión de rodar durante muchos kilómetros con el Toyota Hilux de doble cabina. Pese a que ya habíamos probado anteriormente el nuevo pick up de Toyota, tanto en Namibia como ya aquí, en España, nos parecía muy buena idea enfrentarlo a una prueba tan dura como el seguimiento de un rally en Marruecos, donde los vehículos usados suelen llevar una cierta preparación, y los modelos de serie suelen mostrar rápidamente sus debilidades. Nuestra unidad disponía de acabado VX con cambio manual. El hecho de que el compartimento de carga no tuviera tapa nos obligó a llevar el equipaje y el material en las plazas traseras. En nuestro caso era, además, bastante material, ya que nos acompañaba el responsable sanitario de la carrera, y llevaba varios botiquines y medicación. Probablemente, la tapa trasera rígida ofrecida por Toyota como accesorio no nos habría servido tampoco, ya que en Namibia pudimos comprobar que no ofrecía estanqueidad frente al polvo. En tráfico urbano, estuvimos mediatizados por el generoso tamaño del vehículo, sobre todo en cuanto a longitud. El crecimiento de todos los pick ups hasta los 5,30 metros ha permitido disponer de plazas traseras amplias, pero su maniobrabilidad se ha resentido. En vías rápidas nos pareció muy correcto su comportamiento. El tren trasero no se descoloca y no existen ruidos aerodinámicos. Pero es fuera de asfalto donde nos centraremos. Normalmente, al hacer un seguimiento de la carrera, nos limitamos a enlazar los puntos más interesantes por la ruta más rápida y cómoda posible. Pero en esta ocasión, al llevar al “doctor”, no solo tuvimos que hacer el recorrido completo de la carrera, sino que debimos acudir por protocolo a los escasos rescates que se realizaron, por lo que, de los 4.000 kilómetros llevados a cabo (lo recogimos con 9.772 km y lo devolvimos con 13.810), más de mil transcurrieron fuera del asfalto. Metidos en faena, el Hilux mantiene las características de todos los pick ups; hay que ser conscientes de que no llevamos peso atrás, y de que con la tracción total insertada, los virajes más lentos hay que trazarlos con antici- pación, ya que la ausencia de diferencial central y la larga batalla abren mucho la trayectoria. A lo largo de nuestro recorrido, nos encontramos frecuentemente con el terreno muy blando, lo que hizo más suave el abordaje de las zonas más rotas. Un vehículo así debería llevar de serie neumáticos mixtos, pero los que monta, totalmente enfocados para asfalto, nos penalizaron en algunos pasos. No obstante, el Hilux nos sacó de todas, ya que ni el remolque de un participante (arrancando en parado con fuerte pendiente) ni una pronunciada trialera de varios centenares de metros con profundas roderas (en la que más de uno necesitó ayuda) fueron impedimentos para el avance del Hilux. Tan solo las estriberas, muy expuestas, pueden ser un obstáculo. Con la reductora insertada y el bloqueo del eje trasero activado, el vehículo salió de todo. En arena, la humedad característica de esta época facilitó las cosas, y fue un verdadero placer rodar sin atascos. Puestos a pedir, pese a que la potencia anunciada por el fabricante parece, a priori, suficiente, los 150 CV se nos antojan escasos, ya que remolcando o con mucha carga y cinco pasajeros, se agradecería contar, al menos, con lo ofrecido por el 2.8 del Land Cruiser, que sí está disponible en otros mercados. En cuanto a los consumos, los siete litros anunciados por el fabricante se nos quedaron lejos, ya que nos fue imposible bajar de nueve. La verdad es que no fuimos a ahorrar en ningún momento, por lo que tampoco son cifras que conviertan a este Toyota en un gastón. De hecho, en los tramos en los que más exigimos al motor, nunca llegamos a los 12 litros. En resumen: ruedas mixtas, algo más de motor y la ausencia de las estriberas darían un importante plus a este buen producto.