siempre nos quedará moab... y el grand wagoneer
Parafrasear a Rick Blaine, ese atormentado exiliado protagonizado por Humphrey Bogart en Casablanca (1942), es un recurso facilón, lo sé, para introducir el recurrente tema de las preparaciones que Mopar realiza cada año con motivo del Easter Jeep Safari, celebrado en los alrededores de Moab (Utah, EE.UU.). Ocasionalmente, todos los fabricantes recurren a sus modelos más todoterreneros para protagonizar alguna llamativa transformación que evoque aventura o exploración y que sea capaz de insinuar que sus vehículos son algo más que un medio para desplazarnos desde A hasta B. Sin ir más lejos, un par de páginas más adelante puedes ver una foto del pick up L200 que Mitsubishi ha preparado para hacer de reclamo en el Salón de Vehículos Comerciales de Birmingham (Reino Unido). Pero el caso de Jeep y Mopar (su división de accesorios) es diferente, ya que aunque sus preparaciones cumplen indudablemente esa función de reclamo, van un paso más allá. Por una parte, se emplean como mulas para probar la viabilidad de nuevos accesorios en diferentes fases de desarrollo, o para probar desarrollos de terceros que podrían ser incorporados en el futuro al catálogo de accesorios originales. Muchas veces, además, nos dan pistas sobre futuras creaciones, como el Jeep Trackhawk, cuyo motor de 707 CV ha sido probado en el Wrangler Trailcat, presentado en el Easter Jeep Safari de 2016. Y, ya que hablamos del futuro de Jeep, ahí va un regalito en formato “chisme” del que se ha hablado mucho, aunque en voz baja, durante el último Safari de Pascua. La marca americana dará a conocer pronto un nuevo modelo que resucita el nombre Wagoneer, con siete plazas, chasis de largueros y reductora, demostrando que los TT puros aún siguen vivos.