PRUEBA
SUZUKI S-CROSS 1.6 DDIS
Ni las decisiones ni los tiempos que conforman la estrategia de lanzamientos de Suzuki se rigen por las mismas reglas que las de los fabricantes más populares, lo que en ocasiones da resultados brillantes (como con el extinto Grand Vitara y el superviviente Jimny, carentes de rivales directos), mientras que en otras ocurre lo contrario.
Este es el caso del S-Cross, lanzado en 2014 y renovado hace escasos meses, demasiado tarde como para ser capaz de dar un buen bocado a una tarta que se reparte entre demasiados comensales. Y es que actualmente hay diecisiete todocaminos de entre 4,30 y 4,50 metros de longitud (hasta veinte, si contamos los Peugeot 3008, Toyota C-HR o Kia Niro, exclusivamente 4x2), muchos de los cuales superan al S-Cross en acabados, prestaciones, aptitudes TT, posibilidades de equipamiento, red de distribución, calidad percibida, etc.
LA MEJOR BAZA DEL S-CROSS
Pero existe un aspecto en el cual el S-Cross 4x4 resulta imbatible: el consumo. Tanto sus versiones de gasolina como las diésel se imponen a sus dieciséis rivales con cifras realmente brillantes, ya sea en el papel o en el uso real. Así, el motor 1.4 VVT asociado a la tracción total logra homologar un consumo medio de 5,6 litros cada 100 km, mientras que el diésel 1.6 DDiS consigue bajarlo hasta los 4,4 litros. En un uso real, será difícil superar los seis litros de gasóleo, aunque nos hartemos de circular por ciudad practicando una conducción totalmente despreocupada por los consumos.
Gracias a ello, un conductor que recorra 20.000 kilómetros al año puede ahorrar 110 euros en comparación con un Nissan Qashqai 1.6 dCi, 154 euros con respecto a un Seat Ateca 2.0 TDI de 150 CV, 176 euros frente a los Kia Sportage/Hyundai Tucson
2.0 CRDi de 136 CV, 220 euros si lo comparamos con un Volkswagen Tiguan 2.0 TDI de 150 CV o con un Subaru XV Boxer Diesel, y más de 300 euros si medimos el S-Cross con el Mitsubishi ASX 220 D-ID o con el SsangYong Korando D22T. Por supuesto, en todos los casos hablamos de vehículos de tracción total y caja de cambios manual. Estos 300 euros, por cierto, pueden no parecer gran cosa, pero acabarían convirtiéndose en casi 4.000 al nal de la vida útil del vehículo.
Pero esta magní ca virtud acarrea algunos inconvenientes. El fundamental es la sensación de “apatía” del S-Cross a la hora de subir de vueltas. En realidad, no es un problema del motor, que en otras aplicaciones de Fiat (el fabricante del propulsor diésel) se muestra bastante voluntarioso, sino del extraordinariamente largo desarrollo nal, que se traduce en una primera de 9,6 km/h cada 1.000 r.p.m., un valor exagerado para un vehículo del peso y la potencia de este S-Cross. Esta primera extra larga pasa además factura a la hora de circular fuera del asfalto, obligándonos a pasar demasiado deprisa por las zonas más rotas de los caminos o a emplear el embrague para no calar el motor. Tampoco nos lo pone fácil cuando queremos reanudar la marcha en una rampa ascendente con el vehículo cargado, y lo mismo ocurre si intentamos bajar por un camino muy empinado, con el agravante de que la retención del motor resulta bastante escasa no solo por el desarrollo, sino también por su relativamente contenida cilindrada y su baja relación de compresión.
PARA CUALQUIER ESCENARIO
Dejando aparte estos pequeños inconvenientes, el S-Cross es un vehículo muy agradable de utilizar, independientemente del escenario en el cual lo hagamos.
En ciudad, sus dimensiones son muy compactas, su dirección resulta bastante rápida (más por la generosa asistencia que por su desmultiplicación), aunque los topes son innecesariamente secos.
En carretera, las suspensiones cumplen bien con su cometido, aislando e cazmente el interior de las irregularidades del rme sin comprometer la estabilidad cuando circulamos deprisa.
El compromiso entre confort y comportamiento resulta ejemplar, y eso a pesar de la sencillez técnica del diseño del tren trasero. En este capítulo, cabe mencionar que las dos montas homologadas de neumáticos después del restyling cuentan con más anchura, mayor per l y, obviamente, mayor diámetro, lo que, además del consabido alargamiento del desarrollo, tiene su in uencia en el aumento de la altura libre al suelo.
n último capítulo en el que destaca este rediseñado S-Cross es en materia de equipamiento, con elementos como el acceso manos libres o el control de crucero adaptativo incluidos de serie. Eso sí, algunos de estos elementos (especialmente la alarmista frenada autónoma) no están tan a nados como cabría esperar.
A LO LARGO DE SU VIDA ÚTIL, EL S-CROSS DDIS PERMITE AHORRAR CASI 4.000 EUROS EN COMBUSTIBLE RESPECTO A SUS RIVALES MÁS “GLOTONES”