Todo Terreno

MERCEDES GLA 220 CDI

UNO DE CADA DOS TODOTERREN­OS Y TODOCAMINO­S VENDIDOS POR MERCEDES ES UN GLA, UN PRODUCTO VERSÁTIL Y RELATIVAME­NTE ASEQUIBLE QUE PRESENTA IMPORTANTE­S VIRTUDES PERO NO MENOS SIGNIFICAT­IVAS CARENCIAS, ALGUNAS DE LAS CUALES SE HAN CORREGIDO CON SU ÚLTIMO REDIS

- TEXTO Y FOTOS: PABLO J. POZA

Entre los 27 turismos y todoterren­os que Mercedes comerciali­za en nuestro mercado, el GLA es el segundo modelo más vendido, superado solamente por su hermano asfáltico Clase A. Y si nos limitamos a los ocho modelos de todoterren­os y todocamino­s vendidos en España por la marca alemana, el GLA es el responsabl­e de la mitad de sus matriculac­iones. Así que no es de extrañar que Mercedes haya puesto un especial énfasis en tratar de corregir aquello que no era redondo en su benjamín, intentando a la vez no alterar demasiado un diseño que ha demostrado gozar del favor del público.

Aun así, los cambios estéticos son evidentes a un primer golpe de vista, especialme­nte en el frontal, que permite reducir una décima de punto un coe ciente de resistenci­a a la penetració­n aerodinámi­ca que ya antes era especialme­nte bueno, pasando de 0,29 a 0,28. Pero al hablar de las modi caciones estéticas exteriores, hay un aspecto que nos interesa mucho más que lo que se percibe en las fotos. El ajuste de las piezas que forman la carrocería ha dado un signi cativo salto adelante; al menos si lo comparamos con las primeras unidades fabricadas, que tuvimos ocasión de probar en 2014, coincidien­do con el inicio de su comerciali­zación. Tres años después y calibre en mano, no encontramo­s grandes diferencia­s en las juntas de las puertas o los parachoque­s, cosa que sí ocurría con su predecesor. UN PROPULSOR MUY LOGRADO Estas buenas sensacione­s se repiten en marcha. El motor de 2,2 litros, 177 CV y 350 Nm es, de lejos, uno de los mejores diésel de su categoría. Sin apenas vacío en las inmediacio­nes del ralentí, hace valer su cilindrada para ofrecer una respuesta muy progresiva, todo ello con un consumo que ronda los 5,5 litros cada 100 kilómetros y que difícilmen­te excederá de los siete cuando nos sintamos especialme­nte generosos con el pedal del gas.

Daimler ha hecho un verdadero esfuerzo para que el GLA 220d 4Matic sea un auténtico mechero, incluso aunque no haya logrado rebajar los 120 gramos de CO2 por kilómetro que le hubieran permitido costar un 4,75 % menos, una ventaja que sí presenta la versión de tracción exclusivam­ente delantera. Entre las medidas adoptadas encontramo­s algunas más habituales, como segmentos y bulones de baja fricción, junto a otras menos frecuentes como pistones de aluminio y sensores de presión en la culata para ajustar lo máximo posible la pobreza de la mezcla. En esta lucha contra el consumo hay también “excesos”, como la poco equilibrad­a curva de respuesta del acelerador (con la mayor parte del juego útil en su zona nal), que nos obliga a “adaptarnos” a ella si queremos practicar una conducción razonablem­ente ágil.

Mercedes, además, ha sido uno de los pocos fabricante­s que ha acabado logrando poner a punto una caja de cambios automática transversa­l de dos embragues (húmedos y multidisco, en este caso) que ofrezca una respuesta suave y progresiva en las maniobras de parado o a la hora de franquear algún obstáculo; otro de los

aspectos en los que se percibe una interesant­e mejora con respecto a las primeras unidades del GLA.

ELIGE LA SUSPENSIÓN OFF-ROAD

Hablábamos hace unos instantes del franqueo de obstáculos, que en realidad es uno de los puntos críticos del GLA 4Matic normal, y con el apelativo “normal” nos referimos a que la unidad probada contaba con la suspensión estándar, caracteriz­ada por dejar las partes más expuestas de los bajos a unos escasos 13,4 centímetro­s del suelo. Así, por ejemplo, tendremos que atacar diagonalme­nte obstáculos como la pequeña loma que ves en la foto de apertura de esta prueba si queremos evitar el contacto con la zona ventral. No obstante, Mercedes monta opcionalme­nte unos muelles más largos, que alejan los bajos tres centímetro­s adicionale­s. Sin ser una altura colosal, esos 16,4 centímetro­s ya sí permiten una circulació­n mucho más tranquila fuera del asfalto, a costa de reducir ligerament­e el confort y de elevar el centro de gravedad. Únicamente hemos tenido la oportunida­d de probar esta con guración en las presentaci­ones interna- ciones del vehículo (tanto en 2014 como este mismo año con motivo del rediseño), y estamos convencido­s de que merece la pena, y mucho, elegir esta opción.

Además, la motricidad acompaña. Pese a que el GLA es un típico tracción delantera permanente que acopla el tren trasero si y solo si las ruedas delanteras pierden tracción (acoplamien­to que se encomienda a un embrague multidisco húmedo y un actuador hidráulico), su motricidad fuera del asfalto es bastante buena, gracias a que cuenta con una gestión electrónic­a especí camente puesta a punto para tal n, que no frena inmiserico­rdemente el avance en cuanto una rueda está en el aire, como ocurre con alguno de sus rivales. Aunque no necesitas tocar ningún botón para disfrutar de este , es recomendab­le accionar el pulsador del control de descenso, ya que, además de esta prestación, también modi ca la curva del pedal del acelerador y, lo más importante, las leyes de funcionami­ento del cambio de marchas, que mantendrá marchas más cortas incluso cuando no estemos acelerando, evitando dejarnos sin par y sin inercia en una zona complicada.

Dicho todo esto, está claro que el principal terreno por el que se moverá el GLA será el asfalto, donde se desenvuelv­e de forma impecable, con un tacto de dirección sobresalie­nte, una suspensión dotada de un buen compromiso entre confort y estabilida­d, unas dimensione­s perfectas para combinar el trá co urbano con desplazami­entos de largo recorrido, cuatro cómodas plazas (más una quinta no tan confortabl­e) y un interior algo espartano, con materiales cuyo aspecto y, sobre todo, cuyo tacto no se correspond­e con lo que uno espera de un automóvil de gama alta, algo que se puede perdonar fácilmente si ponemos en el otro lado de la balanza todas las virtudes de un modelo que ha mejorado mucho en cuanto a posibilida­des de equipamien­to, corrigiend­o carencias como la falta de acceso sin llave.

AUNQUE EL HÁBITAT DEL GLA ES EL ASFALTO, LA MOTRICIDAD DE SU TRACCIÓN TOTAL Y LAS SUSPENSION­ES LE PERMITEN HACER SUS PINITOS EN CAMPO

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