LAS ESTRELLAS VUELVEN A BRILLAR
PREHISTORIA INFANTIL, PERO RENTABLE
El pasado 28 de enero se celebró en el Auditorio Sur de IFEMA, en Madrid, la entrega de la VI Edición de los Premios Estrella LUIKE del Motor, organizados por nuestra editorial. En la ceremonia se entregaron 25 galardones, que reconocieron a los vehículos más vendidos a particulares en España en 2019, basándose en los datos facilitados por ANFAC y ANESDOR, asociaciones de fabricantes e importadores de automóviles y motos, respectivamente. Seat se hizo con la Estrella Luike a la marca más vendida del pasado año, mientras que el Seat Arona (1) logró la victoria en la categoría de SUV pequeño, el Peugeot 3008 (2) en la de SUV medio, el Citroën C5 Aircross (3) en la de SUV grande y el Suzuki Jimny (4) en la de todoterreno. En la gala, presentada por el humorista Javier Cansado, también se reconocieron las mejores iniciativas del sector del motor en España. Así, Hyundai fue premiada por el Mejor proyecto de RSC/Mecenazgo, por la organización de El Desierto de los Niños, mientras que Atresmedia recibió el Premio Honorífico por su iniciativa Ponle Freno.
Marzo de 1940. En este mes, hace ochenta años, –después de vender en el colegio hispalense de los Escolapios los imprescindibles cuadernos para cada asignatura, en competencia con el padre Gregorio– me convertí en editor de la revista “Lágrimas y Claveles”. Una publicación gratuita subvencionada y distribuida por los anunciantes y bien recibida por sus clientes como guía útil de las fiestas primaverales de Semana Santa y Feria. Se imprimió en el taller de la calle Rioja propiedad de mi profesor de francés, don Mario Mirmán Constantín, y tuvo suficientes anuncios para cubrir gastos y dejar beneficios. Conté, desde el principio, con publicitario a comisión, pero algunos anuncios los contraté personalmente, como el de Bella Aurora: la contraportada, nada menos. Convencí al delegado de la marca en Sevilla, señor Cabadas, mediante el regalo de un sencillo spot radiofónico: “Señora, el niño llora porque se quiere lavar con el jabón Bella Aurora”, divulgado inmediatamente por la Cadena SER. Mi programa de las fiestas de Primavera se benefició con una publicidad a buen precio.
Otro anuncio fue de Recauchutados For, de la familia de mi compañero Vicente Abad Ríos, quien comenzaba a destacar como buen nadador. Le regalé un soneto donde se afirmaba: “Cuanto Hermanos Abad recauchutara no se le romperá ni en el infierno, pues lo mismo en su adentro y en su externo, lo deja cual si nada le pasara”. Aquella empresa de la calle Trastamara también me contrató una página.
El Rector del colegio colaboró con un precioso soneto al Cristo del Amor; mi padre, con una saeta a la Virgen Macarena y yo mismo aporté algún intento poético.
Aquella serie de revistas fue mi orgullo durante cinco años más como iniciación de otras pequeñas aventuras editoriales, hasta llegar a mi contratación por el periódico “Sevilla”. Mi ingreso en este diario lo propició su redactor Manuel Borbujo, quien me entrevistó en plena calle con fotografía y todo. Se publicó con el título de “Un joven polifacético”. Mientras me hacía preguntas, y yo le contestaba, le tracé una afortunada caricatura. Se sorprendió y me invitó para conocer al día siguiente la redacción del rotativo. ¡Sorpresa! Allí mismo fui contratado por su director, Celestino Fernández Ortiz, para hacer una entrevista diaria ilustrada con caricatura del personaje. Su antetítulo genérico era “Diga lo que pueda”. Y ahí comenzó mi periodismo inicial hasta mi ingreso en la Escuela Oficial de Periodismo, de Madrid.
En 1955, al comienzo del segundo curso, el profesor Luis Arranz Ayuso, uno de los jefes de redacción de “Pueblo”, me ofreció estrenar una sección diaria del Motor con el título de “Kilómetro Cero”. Pocas fechas después, Manuel Cantó, concesionario para Madrid de las marcas Montesa, Ossa y Sanglas, me contrató como editor-jefe de la revista “Motociclismo”, con domicilio en calle Víctor Pradera, 32 y dirigida por Virgilio Hernández Rivadulla.
La escasez de información del Motor en España me sugirió la idea de ofrecer este servicio, sin cargo, a los diarios y emisoras sindicales. Para ello, fundé la agencia “Motor Press”. Las emisoras recibían un disco con bastantes informaciones útiles y curiosidades, y los diarios, noticias y reportajes. El título “Kilómetro Cero” me sugirió montar en la Puerta del Sol la oficina inicial de la agencia. ¿Duro trabajo? Sí, pero tuve enseguida la ayuda de dos de mis compañeros en la Escuela: José Gómez Mar y Ángel Miguelsanz Garzón. No tardé en contar con un plantel de colaboradores cuya calidad era tan excepcional como su buena voluntad. Así crecieron nuestras empresas en calidad, extendiéndose desde España a Portugal, México, Argentina y Brasil. Todo comenzó... ¡hace ya ochenta años!