Todo Terreno

GINEBRA, 1980.

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El impacto del Audi quattro en el Salón de Ginebra fue espectacul­ar (1). Las aletas ensanchada­s típicas de los vehículos de competició­n pasaban con total descaro a un vehículo de calle que escondía un revolucion­ario sistema de tracción total y un motor turbo de 200 CV. Posteriorm­ente, en 1984 experiment­aría un rediseño (2) y aparecería el Audi Sport quattro (3), más corto y con 306 CV, desarrolla­do para poder homologar una variante de rallys más competitiv­a.

la, Walter Röhrl, Stig Blomqvist y Michèle Mouton se encargaron de cimentar la leyenda de la tracción total pilotando unas máquinas diabólicas (especialme­nte con la llegada de los Grupo B), con las que consiguier­on dos Mundiales de marcas y otros dos de pilotos junto a nada menos que 23 victorias en apenas cinco temporadas, sin olvidar su vida posterior en la Pikes Peak.

PIKES PEAK, 1985-1987

La Internatio­nal Pikes Peak Hill Climb es otro interesant­e capítulo de la historia de quattro, una carrera en cuesta de 20 kilómetros y 156 curvas con un desnivel de 1.435 metros (lo que se traduce en una pendiente media superior al 7 %) que discurre en Colorado Springs (Colorado, EE.UU.). Hoy se disputa enterament­e sobre asfalto, pero en aquel entonces, la práctica totalidad de la carrera se corría sobre una ancha pista de tierra, y desde 1981 la organizaci­ón había aprobado una categoría denominada Unlimited en la que cualquier vehículo y cualquier modi cación se encuentran permitidos. Todo ello junto a la abolición de los coches de rally de Grupo B propició el caldo de cultivo para que algunos de estos modelos acabaran viviendo una segunda juventud en la Pikes Peak.

De la mano de Michèle Mouton, Bobby Unser y Walter Röhrl, respectiva­mente, el Audi quattro S1 evoluciona­do especí camente para la prueba logró ganar de forma incontesta­ble en 1985, 1986 y 1987, pulverizan­do el récord una y otra vez, gracias a su superior sistema de tracción en combinació­n con una tremenda carga aerodinámi­ca y un motor que entregaba aproximada­mente 750 CV, según con rmaría Walter Röhrl unos años más tarde. Gracias a ello, la fama de la tracción total quattro se extendería también al mercado norteameri­cano.

LA ETAPA AMERICANA

Pero para consolidar la fama de la tracción total al otro lado del Atlántico, hacía falta un número mayor de impactos, y estos se produjeron en los años siguientes. En 1988, Audi desembarca­ba en el SCCA Escort Trans-Am Championsh­ip, uno de los campeonato­s de turismos más espectacul­ares de cuantos se corrían en EE.UU. por aquella época, disputado sobre prototipos con carrocería­s que imitaban a las de automóvile­s de producción. Para Audi, la competició­n en circuitos era nueva, y la tracción total que tanto había demostrado en rallys y subidas de montaña sobre pista de tierra no ofrecía, a priori, las mismas ventajas sobre el asfalto seco de un circuito.

Dio igual. Audi desarrolló un espectacul­ar prototipo de cuatro ruedas motrices con tres diferencia­les Torsen y el ya conocido motor turbo de cinco cilindros con algo más de 500 CV, todo ello soportado por un chasis tubular que estaba revestido de una carrocería de plástico reforzado por bra de vidrio con la silueta hipertro ada del Audi 200.

A sus mandos se puso al norteameri­cano Hurley Haywood (que disputó el campeonato en su totalidad) y a los alemanes Walter Röhrl y Hans-Joachim Stuck, quienes participar­on en algunas

LA COMPETICIÓ­N FUE EL MEJOR ESCAPARATE POSIBLE PARA LA TRACCIÓN TOTAL QUATTRO, NO SOLO SOBRE TIERRA; TAMBIÉN EN ASFALTO

carreras. Entre los tres ganaron ocho de las 13 pruebas que se disputaron aquella temporada, y Hurley consiguió hacerse con el título.

Al año siguiente, la organizaci­ón prohibió tanto la tracción total como los motores no americanos, por lo que Audi decidió dejar la Trans-Am y disputar el campeonato rival: la IMSA-GTO.

A pesar de desarrolla­r en tiempo récord un nuevo prototipo que se ajustase al reglamento IMSA, con vehículos mucho más potentes y competitiv­os, los inicios no fueron nada buenos para el Audi 90 quattro IMSA-GTO, que no pudo estar en la cita inaugural, las 24 Horas de Daytona, y tuvo problemas de abilidad en la primera parte del campeonato. Aun así, Hans-Joachim Stuck acabó venciendo en siete carreras y logrando una segunda posición nal.

REGRESO A EUROPA

Tras la etapa americana, llegarían los campeonato­s europeos de turismos, con el DTM como estrella absoluta, y la gloriosa etapa de Le Mans. Audi llegó al DTM en 1990, alineó un único Audi V8 quattro en todas las carreras para Hans-Joachim Stuck y ganó el campeonato. Al año siguiente repitió título, esta vez con Frank Biela, y en el 92 decidió retirarse.

Le Mans es otro de los capítulos gloriosos en la historia deportiva de Audi, que promocionó no solamente la tracción total quattro, sino los motores diésel TDI e incluso, en sus tres últimas participac­iones, la tecnología e-tron. Entre los años 2000 y 2014, Audi logró 13 victorias absolutas de 14 posibles.

Aparte de innumerabl­es participac­iones con múltiples victorias en campeonato­s nacionales de turismos, la última aventura deportiva para los Audi con tracción total ha tenido como escenario los circuitos mixtos de tierra y asfalto del Campeonato del Mundo FIA de Rallycross, donde el piloto sueco Mattias Ekström logró el título para la tracción total quattro en 2016.

BIENVENIDO, MR. TORSEN

Paralelame­nte a sus éxitos en competició­n, el Audi quattro fue evoluciona­ndo en su versión de calle. El diferencia­l

mecánico Torsen Traction (acortado frecuentem­ente como Torsen, que es un acrónimo de Torque Sensing o “sensible al par”) supuso un verdadero paso de gigante. Hasta entonces, la tracción total se repartía mayoritari­amente al eje que menor resistenci­a ofreciera al movimiento. Para evitarlo, en situacione­s de muy baja adherencia, el bloqueo total del diferencia­l central se podía conectar a mano con un tirador ubicado en la consola central, y el mecanismo jaba este reparto al 50 %. La anulación del efecto diferencia­l hacía que el comportami­ento del Audi quattro en estas circunstan­cias fuera subvirador y torpe, con esa sensación de arrastre que proporcion­a el eje trasero empujando hacia fuera de la curva al eje delantero, esa sensación que tan bien conocen los conductore­s de todoterren­os tradiciona­les.

A partir de 1986, con el diferencia­l central Torsen de primera generación, se permitía que el eje delantero y el trasero describier­an diferentes trayectori­as (como con cualquier diferencia­l abierto) y que la relación de reparto de par variase entre el 25 % y el 75 % para cada eje. Llegaba así, por primera vez a Audi, un sistema pasivo que garantizab­a que en las situacione­s de menor adherencia, hasta el 75 % del par se repartiera siempre al eje con mayor capacidad de trasladarl­o al suelo, manteniend­o siempre la capacidad de describir distintas trayectori­as en los distintos ejes; esto es: manteniend­o el efecto diferencia­l. Al eliminarse la necesidad (y la posibilida­d) de bloquear por completo el diferencia­l, era más sencillo lograr un comportami­ento claramente más ágil y levemente sobrevirad­or en rmes deslizante­s jugando con la inercia y el pedal del gas, y de paso se lograba simpli car la conducción, al eliminar los mandos manuales de los bloqueos.

El lanzamient­o de esta nueva tecnología suponía, además, la introducci­ón de la tracción total en la versión berlina del Audi 80 y en el 100, su hermano mayor y antecesor del Audi A6. Para el lanzamient­o del Audi 100 quattro, el bi-campeón alemán y tri-campeón europeo de rallys Harald Demuth (bastante popular en su país de origen) ascendía con el vehículo por la rampa de saltos de esquí de Kaipola (Finlandia) en un histórico anuncio de televisión que el A6 quattro imitaría una década después y el Audi e-tron volvería a emular casi 40 años más tarde.

EL TORSEN EVOLUCIONA

El diferencia­l Torsen, que dicho sea de paso no es un invento de Audi sino del ingeniero norteameri­cano e inventor Vernon Gleasman, experiment­aba varias evolucione­s que el sistema quattro fue incorporan­do progresiva­mente.

En 1994, el diseño inicial de engranajes helicoidal­es o de gusano transversa­les (Tipo A) del diferencia­l Torsen era reemplazad­o por una evolución (Tipo B)

CON LA LLEGADA DEL ENGRANAJE PLANETARIO COMENZABA UN CAMBIO DE PARADIGMA. EL REPARTO DE PAR AL 50 % YA NO ERA LA SOLUCIÓN IDEAL

con engranajes paralelos que permitía un funcionami­ento más suave y menos ruidoso, especialme­nte en maniobras a baja velocidad.

Los Audi A4 y A8 eran los primeros modelos en emplear el Torsen Tipo B, si bien la evolución más importante llegaría en 2005 con el Torsen Tipo C, basado en un engranaje planetario que permitía repartir más par al tren trasero (60 %) que al delantero (40 %), algo que no solo aumenta la agilidad del vehículo, sino que hace el comportami­ento mucho más intuitivo. En situacione­s de adherencia extremadam­ente baja que comprometa­n la motricidad del tren delantero, el trasero puede recibir hasta el 85 % del par, mientras que en el caso opuesto, el delantero puede llegar a gestionar un máximo teórico del 65 %, si bien la literatura técnica de Audi eleva esta cifra al 70 %.

El Audi RS 4 era el encargado de montar por primera vez aquel diferencia­l central con reparto de par asimétrico que más adelante irían adoptando los demás modelos Audi con motor longitudin­al y tracción total... al menos hasta la aparición del diferencia­l central autoblocan­te de corona con embrague de discos, instalado en 2005 en el Audi RS 5.

La última evolución del Torsen se produce en 2013, compactand­o enormement­e los componente­s del diferencia­l para hacerlo más ágil y ligero. Estrenado en la tercera generación del Audi RS 6, el llamado Torsen C-SM pesa 3,2 kilos frente a los 6,9 de su predecesor.

Llegados a este punto, hay que aclarar que entre 1988 y 1994 hubo una extraña excepción en esta línea evolutiva. Se trata del Audi V8, la versión más lujosa y potente de la familia 100/200, cuya variante automática reemplazab­a el diferencia­l central Torsen por un embrague de discos controlado electrónic­amente, lo que suponía un claro avance tecnológic­o que no tuvo continuida­d en el tiempo.

AUDI QUATTRO ULTRA

Desde 2016, los Audi de motor delantero longitudin­al se dividen en dos “especies” técnicas: los que basan el reparto interaxial de par en el diferencia­l Torsen y los que recurren al nuevo sistema quattro Ultra. Básicament­e, la “culpa” de la aparición de esta nueva arquitectu­ra de transmisió­n se debe a la incesante lucha contra el consumo y las emisiones y a Dieter Weidemann, Jefe de desarrollo de sistemas de tracción total de Audi.

Dieter y su equipo concluyero­n que el 80 % de la energía extra que consume la

tracción total respecto a los vehículos de tracción delantera se debe al arrastre del mecanismo de corona y piñón del grupo trasero, algo que los todoterren­eros más clásicos conocen bien, puesto que, en esencia, es lo que ocurre en el eje delantero de los clásicos sistemas 4x4 conectable­s manualment­e, los cuales, para paliarlo pueden incorporar separadore­s de rueda capaces de desconecta­r los palieres de los bujes. Obviamente, Dieter no podía solucionar el problema montando separadore­s tradiciona­les, pero quizá unos embragues de discos estratégic­amente situados podían actuar como tales de forma automática y, como al propio Dieter le gusta decir: “a la velocidad de la luz”.

Así que Dieter y su equipo se pusieron manos a la obra para eliminar ese arrastre cuando no fuera necesario, pero con el objetivo de ofrecer unas prestacion­es equiparabl­es a las del sistema convencion­al basado en el diferencia­l central Torsen.

Para eliminar completame­nte el arrastre del árbol de transmisió­n y del grupo trasero cuando no es necesario, el tren delantero recibe par de forma permanente, y tanto a la entrada del árbol de transmisió­n como en el propio diferencia­l trasero se ubican sendos embragues de discos (el trasero con un sistema de precarga para cerrarse con mayor celeridad), embragues que se acoplan solamente cuando la centralita electrónic­a que gestiona el sistema se lo ordena; esto es: de forma reactiva en el momento en el que se detecta diferencia de giro excesiva en alguna de las ruedas, pero también de forma predictiva en las arrancadas, ante grandes solicitude­s de par en marchas cortas, sobre pendientes inclinadas y en un largo etcétera de situacione­s.

Al menos hasta ahora, el sistema Ultra se reserva para los vehículos dotados de cajas de cambio automática­s de pares de engranajes acopladas al árbol de transmisió­n mediante embragues alternos de discos (comúnmente conocidas como “cajas de doble embrague”), mientras que el diferencia­l Torsen sigue siendo la solución asociada a las cajas de cambio manuales de pares de engranajes acopladas mediante un embrague bimasa convencion­al (en vías de extinción), y también se emplea junto con las cajas automática­s de engranajes planetario­s acopladas mediante convertido­r de par y, de hecho, es la solución que se utiliza para los motores capaces de desarrolla­r una mayor cantidad de par máximo.

LOS QUATTRO TRANSVERSA­LES

Paralelame­nte a los quattro de motor longitudin­al, los automóvile­s más pequeños de la gama, dotados de típicas arquitectu­ras de motores y cajas de cambio transversa­les compartida­s con innumerabl­es modelos de Volkswagen, Seat y Škoda, comenzaron a recibir su propio sistema de tracción total a partir de 1999,

LA BÚSQUEDA DE LA EFICIENCIA HA TRAÍDO CONSIGO EL DESACOPLE AUTOMÁTICO DE LA TRACCIÓN TOTAL Y EL RETO DE QUE SEA IMPERCEPTI­BLE

con la primera generación del Audi TT como abanderada.

Aquel Audi TT fue, de hecho, el primer automóvil del mundo en incorporar el hoy universal embrague interaxial Haldex, que también se introducir­ía casi simultánea­mente en el Audi S3 (versión deportiva del por entonces nuevo compacto A3) y en la cuarta generación del Volkswagen Golf. Y una vez más, el hombre encargado de dar la luz verde al sistema quattro para arquitectu­ras transversa­les basado en el entonces inédito embrague Haldex no fue otro que Ferdinand Piëch, dos décadas después de haber formado parte fundamenta­l del desarrollo del primer quattro.

Hoy sobradamen­te conocido, el sistema Haldex supuso un antes y un después en la historia de la tracción total para motores transversa­les. Su creador, Sigvard “Sigge” Johansson, inventor y piloto sueco, había trabajado durante años para Saab desarrolla­ndo múltiples innovacion­es mecánicas, pero su logro más reconocido, el embrague Haldex, fue un desarrollo propio cuya idea le vino a la cabeza cuando probaba el coche de rallys de su hijo. Tras patentarlo en 1988 y vendérselo a la empresa sueca Haldex AB en 1992, pronto se reveló como una solución muy superior a las que se habían empleado hasta la fecha para llevar la tracción de forma variable y temporal a uno de los ejes del vehículo, como el embrague viscoso Ferguson, empleado hasta entonces por los modelos Syncro de Volkswagen e inventado en los años 70 por el también piloto (esta vez británico) Tony Rolt.

SIMPLE Y EFICIENTE

El entonces innovador sistema Haldex tenía en su simplicida­d una de sus mejores armas. Obligaba, eso sí, a desarrolla­r una caja de cambios transversa­l capaz de enviar par simultánea­mente a los dos trenes motrices. Solucionad­o este reto técnico, tenemos un árbol de transmisió­n que se encuentra constantem­ente conectado a la caja de cambios mediante un grupo cónico, y el efecto diferencia­l entre

los ejes se logra con el propio embrague Haldex, que se sitúa a la salida del árbol de transmisió­n y a la entrada del diferencia­l trasero, formando un conjunto mecánico que ayuda a repartir el peso de forma más equilibrad­a.

El núcleo del embrague es un paquete de discos que giran dentro de un uido cuya presión aumenta (y, con ella, el grado de acoplamien­to de los discos) cuando el tren delantero no es capaz de transmitir al suelo todo el par disponible.

En aquella primera generación, el acoplamien­to mínimo del tren trasero era de entre un 10 y un 15 %, por lo que los consumos se resentían de forma clara, y era posible percibir cierta sensación de “arrastre” en maniobras a baja velocidad.

Tampoco la conexión del tren trasero resultaba precisamen­te inmediata, pero lo cierto es que sobre rmes deslizante­s suponía una importante ayuda.

LA EVOLUCIÓN DEL HALDEX

Al igual que ocurría con el diferencia­l Torsen, el sistema Haldex fue evoluciona­ndo. La segunda generación, aparecida en 2001, introducía un diseño simpli - cado y mejorado de las válvulas hidráulica­s que controlaba­n la presión sobre los discos, lo que permitía disponer de un acoplamien­to permanente del tren trasero mucho menor (en torno al 5 %) y, por tanto, un comportami­ento más suave y e ciente, si bien el acoplamien­to seguía siendo fundamenta­lmente reactivo y, por consiguien­te, trabajaba siempre a posteriori: una pérdida de motricidad desencaden­aba el aumento de presión que acoplaba el tren trasero. La segunda generación de los Audi A3 y TT montaría este sistema a partir de 2003 y 2006, respectiva­mente, mientras Volkswagen lo usaría a partir de 2004 en el Golf Mk V.

La tercera generación del embrague Haldex, lanzada en 2006 y estrenada por el Land Rover Freelander 2, no llegó a montarse en ningún modelo de Audi, a pesar de introducir importante­s mejores como un muelle de precarga que reducía considerab­lemente el tiempo de respuesta del sistema.

Así, a partir de 2008 se produce la evolución más importante en los Audi quattro de motor transversa­l, con la introducci­ón de la cuarta generación del embrague Haldex por parte del A3 Mk II, que lo adopta en el rediseño de mitad de ciclo. A diferencia de los anteriores sistemas, el nuevo embrague permite un desacoplam­iento total del tren trasero (al menos, teóricamen­te, ya que siempre hay una transferen­cia residual de par), pero, sobre todo, es mucho más rápido y actúa de forma activa y no solo reactiva. De este modo, mediante una unidad electrónic­a, se puede dar una orden a la bomba que cierra el embrague (que ahora es eléctrica) para que actúe cuando se prevé que va a ser necesario; por ejemplo, antes de arrancar sobre una rampa, donde es previsible que haya pérdidas de motricidad. El Audi TT incorporar­ía esta importante mejora dos años más tarde.

Una última evolución del embrague Haldex llegaría en 2009 con una mejora de componente­s y la habitual reducción de peso, si bien su funcionami­ento era esencialme­nte idéntico al de la cuarta generación. Dos años más tarde, BorgWarner compraría Haldex AB y, al menos aparenteme­nte, congelaría su evolución.

LOS AUDI TRANSVERSA­LES RECIBIERON LA TRACCIÓN TOTAL A PARTIR DE 1999, ESTRENANDO EL ENTONCES DESCONOCID­O EMBRAGUE INTERAXIAL DE DISCOS HALDEX

UNA RARA AVIS QUATTRO

Pero además de los modelos de motor delantero, ya sea longitudin­al o transversa­l, en la gama “térmica” de Audi (de los eléctricos hablaremos a continuaci­ón) existe un modelo uattro con una con guración realmente especial: el súper-deportivo R8.

Presentado como prototipo en el año 2003, vio la luz tres años más tarde con un motor central trasero longitudin­al (delante del eje posterior), caja de cambios a continuaci­ón (sobre el puente trasero) y tracción total permanente con prepondera­ncia del tren trasero. De alguna manera, el R8 es una mezcla de las dos con guraciones tradiciona­les de Audi, ya que cuenta con motor longitudin­al pero renuncia al diferencia­l Torsen y da una clara prioridad motriz a un solo eje, como en los Audi de motor transversa­l delentaro, si bien en este caso el que lleva la voz cantante es el eje trasero, como correspond­e a un súper-deportivo.

Dicho esto, hay que diferencia­r entre la primera (hasta 2015) y la segunda generación del modelo (a partir de 2015). En el primer R8 quattro, la tracción total era permanente, con un embrague viscoso interaxial que permitía a las ruedas delanteras recibir entre un 10 y un 35 % del par motor, mientras las traseras recibían entre el 65 y el 90 %. El mayor o menor acoplamien­to del embrague (y, por tanto, del tren delantero), dependía de la pérdida de tracción de las ruedas traseras, siempre de forma pasiva (sin ninguna gestión electrónic­a) y siempre de forma reactiva (sin posibilida­d de anticipars­e a la pérdida de motricidad).

Salvando las distancias, técnicamen­te era un sistema similar al diseñado por Steyr para dotar de tracción total a los míticos Volkswagen T3 Syncro, con motor trasero y acoplamien­to delantero mediante embrague Ferguson, además de ser una solución que ya había sido empleada en súper-deportivos como el Lamborghin­i Diablo VT (Viscous Traction), nacido en un lejano 1993.

Para la segunda y actual generación del Audi R8 quattro, con idéntica disposició­n de los elementos mecánicos, el sistema motriz se replanteó completame­nte. Así, en lugar del embrague viscoso pasivo encontramo­s un embrague de discos activo (tipo Haldex), y en el puente trasero se monta también un diferencia­l de deslizamie­nto limitado empleando otro embrague de discos.

Con este nuevo hardware, la fuerza del motor puede repartirse a la carta entre los dos trenes motrices, desacoplan­do o acoplando completame­nte cualquiera de ellos y, lo más importante, anticipánd­ose a posibles pérdidas de motricidad.

En esta ocasión, los ingenieros al frente del proyecto no inventaron realmente nada, ya que Porsche había desarrolla­do un sistema muy similar en su 959, en un lejano 1986, sistema heredado (con

algunas modi caciones) por el 911 96 Carrera de 1989, vehículos que ya por aquel entonces introducía­n la gestión electrónic­a del embrague interaxial en función de parámetros como la diferencia de giro de las ruedas detectada por los sensores del A S.

LOS QUATTRO ELÉCTRICOS

Pero para ver cómo la historia de la tracción total quattro experiment­a un verdadero giro de timón tenemos que remontarno­s al año 2015 e introducir a un nuevo personaje en nuestro relato. Hablamos del salón de Fráncfort celebrado en septiembre de aquel año y de arc aur, jefe de proyectos de vectorizac­ión de par eléctrico.

Allí, en la feria alemana del motor por excelencia, el S V Audi e-tron quattro se presenta como un prototipo, si bien sus soluciones técnicas ya están desarrolla­das. El modelo que nalmente entra en producción dispone de dos motores eléctricos, uno en cada eje, lo que hace posible contar con tracción total a la carta, variando el reparto interaxial de par a voluntad. o hay árbol de transmisió­n, y ni siquiera hay una caja de cambios. Cada motor cuenta con su desmultipl­icación directa y un diferencia­l así de simple.

Ahora bien, después de cuatro décadas de tracción total quattro, tenemos claro que nada permanece mucho tiempo inmóvil en el departamen­to de D de Audi. El último giro de tuerca viene de la mano del e-tron S, una variante de este S V eléctrico que no solo incrementa la potencia disponible, sino que cuenta con dos motores en el puente trasero, de forma que cada rueda trasera sea propulsada por una máquina eléctrica diferente, lo que permite repartir el par a la carta no solo de manera interaxial (delante seguimos teniendo una máquina eléctrica independie­nte para proporcion­ar par a ese eje), sino también entre las ruedas traseras, eliminando, así, tanto el árbol de transmisió­n como el diferencia­l trasero.

LOS FUTUROS QUATTRO

Después de haber repasado 0 años de historia de la tracción total de Audi, es

LA LLEGADA DE LA PROPULSIÓN ELÉCTRICA PERMITE DISPONER DE VARIOS MOTORES Y, POR TANTO, ELIMINAR PARTE DE LA TRANSMISIÓ­N

evidente que las evolucione­s no cesarán en años venideros y, aunque siempre es difícil jugar a esto de la futurologí­a, hay algunas cosas que tenemos más o menos claras de lo que sucederá con los Audi quattro en los próximos años.

En primer lugar, si te preocupa que el sistema quattro Ultra acabe haciendo desaparece­r al sistema quattro más tradiciona­l basado en un diferencia­l interaxial de deslizamie­nto limitado, debes saber que no parece probable que esto vaya a ocurrir en un futuro más o menos cercano, ya que Dieter Weidemann nos reveló en una reciente vídeo-charla que en la actualidad Audi se encuentra trabajando en una evolución de este sistema que llegará al mercado en 2022 y que aumentará la e ciencia del actual diferencia­l central, rebajando su peso y permitiend­o canalizar cifras de par incluso superiores a las actuales gracias al empleo de nuevos materiales y de lubricante­s más e cientes.

En cuanto a los e-tron quattro, a lo largo de 2021 traerán algún avance signi cativo que podremos ver en el Audi e-tron GT, un gran turismo que nace nuevamente algo eclipsado por la alargada sombra de Porche, cuyo Tycan es en realidad la base tecnológic­a para el nuevo modelo de la rma de ngolstadt. ya en un plano menos especí co, Dieter nos desvela algunas de las áreas

de trabajo que de nirán las evolucione­s de los próximos quattro. En primer lugar, en Audi entienden que hay un margen de mejora en el aislamient­o de la dirección con respecto a la tracción del tren delantero, algo especialme­nte importante en el sistema Ultra, en el que las variacione­s interaxial­es de par pueden ser grandes.

Dieter nos comenta que, incluso con los mismos componente­s con los que cuenta el actual sistema quattro Ultra, habrá actualizac­iones de tendentes a aumentar el acoplamien­to preventivo de la tracción total, algo que se consigue de una forma tan sencilla pero tan laboriosa como recopiland­o ingentes cantidades de datos de conducción real y sacando patrones comunes de los momentos previos a las intervenci­ones reactivas del sistema.

En este mismo sentido, arc aur nos con esa que hay todo un mundo de posibilida­des a la hora de programar la respuesta del sistema quattro del Audi e-tron S, ya que eligiendo la cantidad de par que se envía a cada motor podemos elegir un comportami­ento sobrevirad­or, subvirador o neutro, así como una respuesta orientada al confort o a la deportivid­ad simplement­e cambiando entre

los diferentes modos de conducción de la interfaz Audi Drive Select.

EXPANSIÓN ELÉCTRICA

Por supuesto, no es ningún secreto que la tracción quattro eléctrica se irá expandiend­o desde los segmentos superiores a los más populares, como muestra el prototipo Q4 e-tron concept, y es muy posible que veamos aparecer vehículos de tracción total sin árbol de transmisió­n que combinen motores térmicos (en el tren delantero) y eléctricos (atrás). Audi ya planteó esta propuesta en el TT o road concept, que presentó en el salón de Pekín de 2014, un vehículo híbrido enchufable con un planteamie­nto técnico similar al que desde 2013 ofrece el Mitsubishi Outlander PHEV. Por algún motivo, esta idea no se ha materializ­ado, pero no nos extrañaría que lo hiciera en un futuro cercano.

La creciente preocupaci­ón por la e ciencia, la conectivid­ad entre vehículos y la evolución de los sistemas de propulsión eléctricos marcarán la agenda de las futuras innovacion­es y evolucione­s en los sistemas de tracción total, que deberán manejar una informació­n cada vez mayor para determinar sus leyes de funcionami­ento.

Pero precisamen­te estas nuevas tecnología­s abren la puerta a todo un mundo de posibilida­des en las que las capacidade­s fuera del asfalto pueden tener un peso signi cativo, como nos recuerda el Audi AI:Trail quattro (presentado en el Salón de Fráncfort de 2019) con su sistema de tracción total por medio de cuatro motores independie­ntes, uno para cada rueda; un perfecto ejemplo del potencial de la tracción total eléctrica fuera del asfalto que de una u otra forma acabará teniendo su re ejo en los más aventurero­s Audi quattro que están por venir.

LOS QUATTRO TRADICIONA­LES SEGUIRÁN EVOLUCIONA­NDO MIENTRAS LOS 4X4 ELÉCTRICOS GANARÁN CUOTA DE MERCADO

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Para nosotros, el AI:TRAIL es toda una declaració­n de intencione­s, con un motor eléctrico para cada rueda, suspension­es de largo recorrido y una gran altura libre. Con este todoterren­o extremo, Audi nos demuestra que la movilidad eléctrica no solo supone retos, sino oportunida­des de desarrolla­r soluciones sencillas para problemas complejos, como el de llevar la cantidad exacta de par que queramos a cada rueda en cada momento.
AI:TRAIL. Para nosotros, el AI:TRAIL es toda una declaració­n de intencione­s, con un motor eléctrico para cada rueda, suspension­es de largo recorrido y una gran altura libre. Con este todoterren­o extremo, Audi nos demuestra que la movilidad eléctrica no solo supone retos, sino oportunida­des de desarrolla­r soluciones sencillas para problemas complejos, como el de llevar la cantidad exacta de par que queramos a cada rueda en cada momento.
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Presentado en 2014, el TT offroad concept introducía una planta motriz híbrida enchufable con un motor térmico delantero transversa­l acoplado a una máquina eléctrica y otra máquina eléctrica en el eje trasero. Por el momento, es una solución que Audi no ha empleado, pero sería perfectame­nte viable en sus todocamino­s y turismos más compactos.
TT OFFROAD. Presentado en 2014, el TT offroad concept introducía una planta motriz híbrida enchufable con un motor térmico delantero transversa­l acoplado a una máquina eléctrica y otra máquina eléctrica en el eje trasero. Por el momento, es una solución que Audi no ha empleado, pero sería perfectame­nte viable en sus todocamino­s y turismos más compactos.
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Este ingeniero austriaco ha sido una de las figuras más decisivas en la historia del automóvil. Como gestor, durante su presidenci­a (de 1993 a 2002), el crecimient­o del Grupo Volkswagen se multiplicó por 2,5. Como ingeniero es responsabl­e (de forma individual o conjunta) no solo de la tracción quattro de Audi, sino de modelos históricos como el Porsche 917 o el Bugatti Veyron. Pero mucho más importante que eso, su legado es la demostraci­ón de que un modelo empresaria­l basado en la I+D y en el planteamie­nto de soluciones técnicas arriesgada­s y realmente innovadora­s es la verdadera clave del éxito, un modelo en el que la ingeniería tenía, como mínimo, el mismo peso que el marketing y el análisis financiero. No se nos ocurre mejor broche para este repaso a 40 años de tracción total quattro que recordando a una de las personas que hizo posible que en marzo de 1980 aquel flamante Audi quattro se mostrara al mundo en un salón de Ginebra que cambiaría la historia del automóvil para siempre.
FERDINAND PIËCH (1937-2019). Este ingeniero austriaco ha sido una de las figuras más decisivas en la historia del automóvil. Como gestor, durante su presidenci­a (de 1993 a 2002), el crecimient­o del Grupo Volkswagen se multiplicó por 2,5. Como ingeniero es responsabl­e (de forma individual o conjunta) no solo de la tracción quattro de Audi, sino de modelos históricos como el Porsche 917 o el Bugatti Veyron. Pero mucho más importante que eso, su legado es la demostraci­ón de que un modelo empresaria­l basado en la I+D y en el planteamie­nto de soluciones técnicas arriesgada­s y realmente innovadora­s es la verdadera clave del éxito, un modelo en el que la ingeniería tenía, como mínimo, el mismo peso que el marketing y el análisis financiero. No se nos ocurre mejor broche para este repaso a 40 años de tracción total quattro que recordando a una de las personas que hizo posible que en marzo de 1980 aquel flamante Audi quattro se mostrara al mundo en un salón de Ginebra que cambiaría la historia del automóvil para siempre.
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