Trail Run

En territorio de Chema

- POR: JOSÉ A. DE PABLO - DEPA FOTOS: MIKAEL HELSING

No hace falta ni ponerle apellidos. Tuvimos la oportunida­d de pasar una completa jornada con el atleta madrileño. Depa y él se fueron a hacer series al tartán, a correr al monte, a darse un baño y, por supuesto, a comerse un inmenso bol de fruta en familia. Chema Martínez, genio y figura.

Pasar un dia con Chema Martinez es algo asi como cuando viajas a Nueva York por primera vez y paseas de noche por Broadway, corres por Central Park, cruzas caminando el puente de Brooklyn, te subes al metro o te asomas al escaparate de Tiffany en la Quinta Avenida. Tienes la sensacion de haberlo vivido ta antes, todo re resulta extranamen­te familiar. Del mismo modo que septimo arte nos ha hecho a todos ciudadanos de la Gran Manzana, las redes sociales nos han hecho a todos amigos, casi familiares de Chema Martinez.

Buenos días Mundo

Algún día tendría que llegar este momento, alguna vez tendría que ser la primera, queríamos experiment­ar la sensación en nuestras propias carnes, en nuestra piel, de pasar toda un jornada en la vida de Chema. Quizá porque ya intuía lo que me esperaba, me tomé en serio el descanso de los días previos y cuando empezamos a rodar temprano (a ritmo de calentamie­nto, para él) por la Dehesa de Navalcarbó­n en Las Rozas de Madrid, me alegré de haber sido cauto y previsor y llegar con ganas y un cierto vigor físico. Para lo que me esperaba, era preciso.

No pienses, corre

Esta sentencia que hizo de alguna forma suya el gran atleta madrileño preside el panel informativ­o que define las distintas rutas y circuitos que se adentran por la espesura de esta masa forestal, otrora testigo de la defensa de la capital por parte del Ejército Popular de la República ante el asedio del Ejército Nacional en aquella maldita lucha fraticida de la que aún quedan algunos vestigios en forma de línea de trincheras o búnkeres y que deberían servir de llamada de atención para que nunca se vuelvan a repetir episodios similares. “Aquí en la Dehesa hay marcados oficialmen­te tres circuitos de diferentes niveles de exigencia y longitud. Yo tengo todo medido y dependiend­o de qué tipo de entrenamie­nto me toque, así hago una cosa u otra. Un entreno que me gusta mucho hacer aquí son series cortas con muy poca recuperaci­ón, por ejemplo, repeticion­es de 200 metros con 15 segundos entre cada una de ellas. Pero tranquilo que hoy te tengo otro jueguecito preparado”. No sé si reír o ponerme a llorar... Durante el rodaje no cesa ni un instante de hablar, es un libro abierto, un catálogo de anécdotas que no tendría nada que envidiar al de la tienda esa de muebles “háztelo tú mismo” del norte de Europa. He de decir que me aprovecho de una amistad de hace ya décadas para que coja ligereza de lengua y pierda un poco de fuelle en las piernas. Y yo, que soy un tipo obediente le hago caso y no pienso, corro, corro... ¿Dónde vas con las zapatillas de clavos, Chema? “Para hoy te tengo preparado algo corto y rápido, unas cuantas pasadas (como dicen nuestros amigos argentinos) de 400 metros en la pista y las últimas, con clavos. Aún intento mantener dos días de series en la pista a la semana más un día de rodaje controlado. Me encanta entrenar. No entiendo la vida de otra forma. Muy probableme­nte si entrenara algo menos, correría al mismo nivel, pero esto es mi pasión y tengo la enorme suerte que mi familia me entiende, me comprende e incluso ya los pequeños me acompañan. Mi objetivo es seguir corriendo el mayor tiempo que pueda y quiero que sea al mayor nivel posible”. Chema y yo apenas nos llevamos un mes de diferencia y he de reconocer que muchas veces me levanto de la cama por la mañana y pienso en salir a entrenar cuando me duele un poco todo y los achaques propios de la edad se van manifestan­do. Entonces pienso en Chema y me digo: “¡Qué coño! si él puede, yo al menos lo voy a intentar”. “A mí también me duele todo – me dice Chema – y para ponerme en marcha cada mañana necesito un barril de café, luego ya voy entrando en funcionami­ento y la cosa se va normalizan­do, aunque mira, algo que sí que me jode es que ya voy perdiendo la fluidez, la fuerza, el empuje y por supuesto, la velocidad de antes. Sigo queriendo ganar en todo lo que hago, sigo teniendo esa mentalidad killer cuando me pongo un dorsal sea en

Sables, en la Coastal, en Transgranc­anaria, en la Behobia o en la Media Maratón de Madrid. Eso no se cura, eso no se pasa, lo llevo de serie... Hablando de series, ¡Qué! ¿nos ponemos al lío?”. ¡Venga! (a ver, qué remedio). Compartir pista, calle y parte del entrenamie­nto con uno de los mayores referentes de la cultura atlética de nuestro país es un auténtico lujo. En sus vitrinas se acumulan medallas de infinitos campeonato­s de España, entre las que destacan las tres preseas europeas: Munich 2002, oro en 10.000 metros; Goteborg 2006, plata en los 10.000; y Barcelona 2010, plata en maratón. Aunque si os digo la verdad hay que rebuscar bastante para encontrar esos recordados metales. “Ahora mismo soy consciente de que esa época mía ha pasado ya, me encanta recordarla pero nunca volverá. Fíjate, ahora mismo me motivan más los recuerdos de todas las pruebas de aventura, de trail, corriendo por las selvas...”. Y así es, ahí están, en primera línea, entre otras, la hebilla de finisher en las 50 millas del Lago Tahoe en Estados Unidos, las preciosas máscaras indígenas de las Coastal Challenge de Costa Rica o los platos bereberes del Maratón de Sables.

#Aputotope

Otra de las sentencias acuñadas por él y que han pasado a formar parte del acerbo popular del runner y, en los últimos tiempos, también del corredor de montaña, a este lado del mundo. Aputotope es una forma de digerir la vida, sin anestesia, dándolo todo a cada momento aunque ojo, no confundir con aloloco. Desde que le conozco y tendría anécdotas suficiente­s para llenar las páginas de este número de Trail Run, no ha dejado de demostrarm­e su enorme profesiona­lidad, no es casual que haya llegado hasta donde lo ha hecho y hasta donde no me cabe la menor duda que llegará cuidándose como solo él se cuida. “Es algo que tengo muy claro, tengo que seguir tratándome bien. Obviamente no es como antes, en mi época de atleta profesiona­l, no me daba apenas ningún capricho mientras duraba la temporada, nada de grasas, cero azúcares, por supuesto que ni oír hablar del alcohol, me daba masaje prácticame­nte todos los días, dormía mínimo 8 horas seguidas más la siesta, sauna, baño de agua fría... Ahora me permito algunas licencias en cuanto a la alimentaci­ón pero mantengo mis hábitos de masajes, tres a la semana como mínimo, todos los días acabo la jornada metiéndome en la piscina de casa haga la temperatur­a que haga, después de haber estado un cuarto de hora en la sauna”. Nuestra conversaci­ón se va prolongand­o con su soltura caracterís­tica en el corto trayecto que nos separa de la pista a su casa. Mientras comemos algo ligero en familia, con Nuria (su mujer), Nico, Paula y Daniela. Y luego en el desplazami­ento hasta la presa del Gasco en Torrelodon­es, uno de sus lugares favoritos de entrenamie­nto montañero. Un paraje no muy conocido, a las puertas de

la sierra del Guadarrama que tiene algo de mágico por la historia del lugar en sí. Se trata de una construcci­ón del siglo XVIII que formaba parte del proyecto que pretendía dotar a Madrid de una salida fluvial al mar. Un proyecto faraónico que terminó por olvidarse en parte debido a que una virulenta tormenta, o una advertenci­a divina, derrumbó y echó por tierra los muros de este dique sobre el que ahora nos encontramo­s corriendo, cuando aún no se había terminado su construcci­ón. “Ahora mismo esto es lo que más me gusta pero te diría que ya no tanto correr carreras, competir, colecciona­r dorsales. Persigo más el hacer deporte en la naturaleza, cargarme de energía, intentar mis propios retos, mis aventuras, ahí es donde me veo en unos años, quizá en menos, en unos meses...”. Ante esta declaració­n oficiosa, yo de vosotros permanecer­ía atento a los medios para ver con lo que este joven madrileño nos intenta sorprender.

Buenas noches Mundo

Antes de que el sol, regalazo primaveral, especialme­nte valorado hoy por lo inesperado que nos ha resultado en esta loca estación, se despida de nosotros, nos quedan tres momentos más, clásicos en la bio de nuestro protagonis­ta y que le hemos vistos cientos de veces realizar en sus cuidadísim­as redes sociales. Empezamos por la merienda, o lo que es lo mismo, atracón de fruta. “La gente se piensa que es de coña y que no soy capaz de comerme esta cantidad de fruta cada día pero ahora verás como no me estoy inventando nada, mis hijos me ayudan a veces ya que a ellos también les encanta”. Lo veo con mis propios ojos y me uno al festín, la verdad es que a mí también me puede la fruta, me gusta de todos los tipos y colores aunque no sé si podría llegar a ese nivel a diario. El penúltimo clásico en el final de un día de Chema, una vez en casa después de haber cumplido con toda la vorágine casi diaria de entrenamie­ntos, charlas motivacion­ales, presencias en medios, labores de padrazo de familia, etc, etc y más etc... es la sauna. “Creo que ha sido la mejor inversión que hice en mi casa cuando la compramos. Mucha gente me decía que no iba a sacarle partido... Pues ya ves, mi paso por la sauna es prácticame­nte diario y ahora que Paula y Nico se van haciendo mayores también ellos me acompañan a veces, cuando les apetece, la verdad es que no les obligo a nada. Si quieren salir a correr conmigo, o me acompañan en algún rodaje con la bicicleta, lo hacen porque sale de ellos, nunca les hemos obligado a nada en ese sentido. Por suerte, les encanta el deporte, es lo que han visto en casa desde pequeños, Nuria también fue deportista de élite, olímpica en Sidney 2000 con la selección española de hockey, y les hemos inculcado el amor por el deporte desde siempre”. Quince minutos de charla en la sauna ya son más que suficiente­s también para mí que no estoy tan acostumbra­do a estos espacios cerrados y empañados y de la que salgo sudando como un pollito. Vamos a por la última... Me vas a perdonar pero en esta actividad creo que no te voy a acompañar... Apenas he terminado la frase y veo como de un salto se zambulle en la piscina (al aire libre y no climatizad­a)... sin palabras. Yo por mi parte, coqueteo levemente con el agua (congelada), un poco de postureo para la foto de Mikael Helsing y rápidament­e vuelvo a mi zona de confort, al sol, y envuelto en la toalla. Hice bien en dejarme algo de fuerza para el día de hoy en reserva ya que como preveía me ha hecho mucha falta para poder seguir hoy a Chema por su territorio... Os confieso una cosa, me he tenido que despedir con cierta precipitac­ión, con disculpas baratas y que se caían por sí mismas por su inconsiste­ncia, cuando vi al final de la calle cómo se acercaban a trote suave sus famosos vecinos, Lucas y compañía, para sacar al jefe a patrullar por el barrio. Otra sesión más de entrenamie­nto hoy ya no, por favor, ya sabéis, porque os lo he dicho muchas veces, me gusta mi trabajo, pero a lo mejor no tanto...

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