No está en venta
Lo hemos reivindicado desde estos púlpitos en otras ocasiones también, después de estar al borde de los caminos y de compartir charlas e incluso alguna partida de dominó en el bar del pueblo. No somos los únicos que lo decimos. Lo hemos podido ver y comprobar con nuestros propios ojos. El trail, las carreras por la montaña, no sólo no deterioran ni destruyen el entorno, sino que más bien hacen una labor de conservación imprescindible, y no sólo del medio, sino también de la naturaleza humana, de los pueblos, de las gentes, de las formas de vida y del medio rural.
Sus empinadas sendas precipitaban a los corredores hacia el fondo del valle
Ciñera de Gordón, a menos de media hora por carretera de la capital leonesa, es uno de tantos pueblos de nuestra España interior cuya población está en evidente retroceso, en torno al medio millar de habitantes en la actualidad viven en el pueblo. Tranquilidad, silencio, paz, letargo, refugio, teórica opción ideal para escaparse del mundanal ruido. Pero Ciñera no siempre fue así, la cuenca minera leonesa fue un bullicioso y muy activo centro social, industrial y humano hace no más de una década, cuando desde las entrañas de estas montañas se extraía el negro mineral con el que se calentaba media España y se alimentaba la industria de la otra media. La Hullera Vasco Leonesa, la mayor compañía minera privada de España quebró hace menos de 5 años y ya nunca más se volvió a abrir la mina de Santa Lucía, ni el Pozo Ibarra, ni la Bocamina 50, ni tampoco nadie volvió a bajar hasta los 1.000 metros de profundidad del pozo Aurelio del Valle. Hoy Ciñera tiene un 50% menos de vecinos que en aquellos días y nos preguntamos qué hubiera sido de un pueblo y de una cuenca minera que llegó a ponerse en venta, con sus casas, su campo de fútbol, su colegio, su cine, su supermercado, su centro médico (todo por 122 millones de euros) si una mañana a uno de esos mineros jubilados ya, pero con inquietudes, no se le hubiera ocurrido plantear en la junta vecinal la idea de organizar una carrera por la montaña para atraer a corredores, a gente, a familias a la zona y demostrarles que no toda la riqueza de esta zona duerme en sedimentos minerales de camino hacia el centro de la tierra; gran parte de ese patrimonio está ahí, a la vista de todos, al aire libre, a la luz del sol y para ser disfrutados. Esa persona se llama Miguel y todo el mundo sabe quién es, y le aprecia por lo que ha hecho y por lo que hace cada día, pero eso da igual, bien podría llamarse Manuel, Héctor, José o Ángeles, María, Francisca... Lo importante es que gracias a una carrera como el Trail Gordón hemos tenido la oportunidad de conocer
lugares espectaculares como ese Faedo de Ciñera, el hayedo del pueblo, uno de los bosques mejor cuidados de España (ojo que no lo decimos nosotros, que el Faedo tiene su título oficial), un oasis de vida centenaria en medio de unas montañas huecas y oscuras, en el que la población de hayas está datada, en algunos ejemplares concretos, desde hace más de 500 años. Trail Gordón tiene la genética de su tierra y de sus gentes, es una carrera ruda, técnica, dura y muy bella, no se deja doblegar con facilidad, tiene carácter y lo demuestra cada año, sin duda. Sus 2.400 metros de desnivel positivo se concentran en 24 kilómetros de sendas empinadas e interminables cuando miran hacia el cielo, y sólo aptas para valientes corredores experimentados y con horas de montaña, cuando se precipitan hacia el fondo del valle. El capricho de la meteorología viene haciendo el resto en los últimos años, la primavera ha hecho alarde se su voluble personalidad regalándonos momentos de sol, lluvia, frío, nieve en las alturas, viento, granizo... De todo como en botica. La ducha caliente en el campo de fútbol del pueblo y la abundante comida en hermandad al finalizar la entrega de premios sirven para regresar a casa con cuerpo y mente bien entonados y con la certeza que un año más Ciñera no se vende.