Trail Run

La huella de Teresa Nimes

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Si tuviera que dejar alguna huella en este mundo, no tendría ninguna duda, me gustaría que fuera de elefante, grande y profunda. Que mostrara un camino largo y sosegado, lleno de esperanza y ¿por qué no?, algo difícil de seguir. Tal vez siempre me he sentido un poco elefante en esto de las carreras de trail, por eso llevo en mi espalda la imagen de “Ganesha”, el elefante blanco sagrado. Este animal grande, arrugado y grisáceo, me cautiva porque es símbolo de fuerza, sabiduría y soledad. Resistente­s ante la adversidad, en la India significa “el que abre los caminos y destruye los obstáculos”. Desde siempre, mi vida apareció marcada por la adversidad, hasta el punto que más de una vez me han dicho, que “la busco”. Y yo, no lo niego, pero siempre respondo que tal vez sea mi forma de crecer. Y claro que no quiero ser masoca, y recrearme en el lodo, pero prefiero vivir una vida profunda, llena de equivocaci­ones, luchas y emoción, que sentirme dormida en el desván de las horas muertas, esperando a que me pasen las cosas. Correr sola en la montaña me ha ayudado a saber escucharme, a conectarme a mí misma y aprender de mis miedos, mis insegurida­des, y a aceptar mis limitacio- nes. También a forjar mi capacidad de superación, que me hizo crecer desde bien pequeña, cuando a las 12 años, el traumatólo­go me dijo que “era mejor buscar otro deporte para mí, que tal vez correr no era el más indicado, dada mi constituci­ón”. Por aquel entonces no había escuelas, ni pistas de atletismo con el equipamien­to adecuado, las cosas no eran tan fáciles como ahora. Porque hace 27 años no se corría para buscar premios, ni patrocinad­ores, ni el reconocimi­ento de unas redes sociales que hoy nos invaden. No tenía grandes marcas, pero a mí lo que me gustaba era sentirme libre, escapar de mis preocupaci­ones de una niña de 11 años y mejorar cada día, porque eso me hacía sentir bien. No era consciente de que correr marcaría mi forma de ser para siempre, que me haría disciplina­da conmigo misma y que eso también me ayudaría a conseguir otras metas que me prepusiera. Que traería a mi vida momentos muy buenos, pero también otros muy duros, de los que me tendría que sobreponer. Todo para preparar a la persona que hoy soy y poder conseguir el mejor de mis sueños. Por eso este 12 de mayo cuando disputábam­os el Mundial de Trail en Castellón, y la adversidad tocó a mi puerta, supe cómo responder: "ven estoy preparada, llevo toda una vida entrenando para estar a la altura”, cerré los ojos y despertó ese elefante que llevo dentro. Encaminó los pasos lentos, pero directos hacia la mejor de las metas: SER CAMPEONAS DEL MUNDO. Entonces la adversidad cobró su sentido y el elefante, feliz, descansó en paz.

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