LETRAS DESDE EL ALMA DE UN CORREDOR DE MONTAÑAS

Ultramaratón, ultra distancia, ultra fondo, aventura, locura.... es mi forma de ver la vida. Se que la mayoría de las personas pensará, otro loco más de esos que corren, otros dirán que es prepotencia por querer ser más que los demás y otros que cuanto más largo mayor ego, pero los que lo han probado alguna vez saben de que hablo. Mi forma de ver y entender el deporte es poco común ya que no es el hecho de correr más cantidad de kilómetros para querer ser superior a los demás, considero la práctica del deporte como una batalla interna que libras en tu propio cuerpo, no hay rivales sino compañeros, no intentas ser mejor que los demás tan solo corres, luchas, sudas, peleas por entender qué es lo que haces y porqué. Hace tiempo escribí un lema para esta manera de entender la vida y el deporte “cuando haces sufrir a tu cuerpo, tu mente se despeja y tu espíritu se libera”. Este lema describe adecuadamente lo que siento al llevar horas corriendo sin parar, parece una tontería correr y correr, los que no lo han hecho nunca no lo entenderían, pero los que disfrutamos de la ultra distancia sabemos que lejos de correr en una carrera y machacar tu cuerpo inútilmente descubrimos que cuando tu nivel físico no da mas de sí entran en juego otros muchos factores, como la mente, que está continuamente trabajando y fortaleciéndose. Cuando tu cuerpo no puede dar un paso más y tú mentalmente te dices, vamos un poco más lo vamos a conseguir, yo puedo hacerlo... al final lo consigues, sobrepasas las fronteras de lo anatómico y lo logras, no sabes como pero lo logras, eso hace que en momentos tu espíritu tenga rienda suelta para volar y alcanzar lo que jamás creías alcanzable. Si a todo esto le unimos el correr por la madre naturaleza disfrutando de la lluvia, el barro, la nieve, el viento... factores que te hacen más fácil sentir esa sensación de libertad, de integración con el medio, el sentir la energía de la madre tierra como cuando contemplas un bello atardecer, el sonido del bosque en el silencio de la noche, la luz de la luna, el sol calentando tu cuerpo o ese amanecer que te deja boquiabierto con los ojos llenos de lágrimas de la emoción, con esa sensación de sentirte más vivo que nunca, momentos como estos hacen que la vida merezca la pena vivirla y sentirla... Año tras año disfruto de viajes en familia y comparto con amigos de este deporte por diferentes pruebas de ultra maratón, la sensación de paz que se encuentra junto a la naturaleza es indescriptible si a eso le unes horas y horas viajando por bosque llenos de magia, pasos de alta montaña o senderos interminables donde sientes que eres libre, que levitas... ahora mientras escribo cierro los ojos y recuerdo ese frescor de las húmedas montañas del Goierri mientras corría la Ehunmilak del 2014 o ese amanecer en la horcada de Caín con viento y nieve helada pero con un sol que al alba tiñe de tonos cálidos las tierras del norte y que hace que no puedas pestañear de lo imponente del momento, los días lluviosos y embarrados por los senderos de la Gurriana Trail o sentir el calor de la gente al pasar por Ruente en la noche de la ultra de los 10000 del soplao, podría seguir así durante horas pero no es necesario tan solo importa el aquí y ahora, el tener el poder de saber saborear cada momento, cada instante de esta vida pues muchos tan solo saborean el final del camino y no saben que lo importante y lo más bonito no es conseguir la meta, sino llegar al final habiendo disfrutado cada instante del camino.