PROTOCOLO ADAPTADO AL CORREDOR DE MONTAÑA
En esta búsqueda debemos apostar por una prueba de esfuerzo utilizando como ergómetro el tapiz rodante realizando un protocolo que incluya no sólo aumentos de velocidad sino de pendiente que simule las condiciones de la carrera de montaña en el laboratorio. No debemos olvidar cómo tenemos que adaptar el protocolo a las características del deportista, disponiendo de varios protocolos según los datos que nos transmitan en la entrevista o en la encuesta médico-deportiva inicial. Podemos encontrar protocolos que incluyen aumentos de pendiente como el protocolo de Bruce o Balke que están muy consensuados para la valoración cardiológica de la población en general. Por nuestra experiencia apostamos por protocolos que aumenten progresivamente el desnivel y la pendiente empezando la prueba a una velocidad diferente según el nivel deportivo del corredor (con cambios de pendiente y de velocidad no superiores al 1% y al 1 km/h al minuto).
Un ejemplo de protocolo adaptado al corredor de montaña sería:
Fase inicial o de calentamiento. En esta fase la pendiente inicial sería de 1% y la velocidad dependería del nivel del deportista para asegurar el principio de individualización de las cargas.
Fase incremental. A partir de la velocidad inicial aumento de 1 km/h cada dos minutos y un aumento de la pendiente de 1,5%.
Recuperación. Al 1% de pendiente recuperación a 8 km/h.
Para el corredor de montaña destacamos la importancia de obtener los siguientes parámetros para programar entrenamientos y conocer el funcionamiento del organismo utilizando distintas vías energéticas:
Umbral aeróbico (VT1): nos indica el rango de intensidad en el cual el metabolismo lipolítico es predominante. Para el corredor de media y larga distancia se nos hace fundamental su estimación.
Umbral anaeróbico (VT2): nos indica la máxima intensidad sostenible. En inten- sidades superiores la vía anaeróbica será predominante en la obtención de energía. Máximo consumo de oxígeno (VO 2 max.): con pruebas con análisis de gases obtendremos de manera directa este dato que deberemos relacionar con el peso del deportista (ml/min/kg). Recuperación: índice de recuperación post-esfuerzo. Conociendo el VO máx del deportista y te2 niendo referenciados VT1 y VT2, sabremos por donde orientar los entrenamientos en función del momento de la temporada en el que estemos y la prueba objetivo. En el caso de disponer de anteriores pruebas de esfuerzo podemos comparar la evolución de nuestro rendimiento y comprobar el efecto de los entrenamientos programados en nuestra preparación. Esto nos aportará datos “objetivos” de nuestras adaptaciones al ejercicio. Nuestra recomendación es realizar una prueba de esfuerzo donde obtengamos los diferentes parámetros fisiológicos gracias al análisis del intercambio gaseoso que se produce en el deportista durante el esfuerzo. Conocer cómo nuestro cuerpo utiliza el oxígeno, y su relación con respecto al dióxido de carbono, que se elimina de nuestro cuerpo en cada una de las respiraciones, nos aportará más información del sistema metabólico predominante para cada esfuerzo determinado. Recordamos y hacemos hincapié en elaborar y planificar los entrenamientos de acuerdo con los sistemas metabólicos utilizados. La estimación del primer umbral VT1 nos indicará el funcionamiento del metabolismo lipídico y el rendimiento en pruebas de ultrafondo. Respecto al segundo umbral ventilatorio VT2 nos dará información del rendimiento en pruebas de menor duración. Dentro de las pruebas es necesario obtener datos de % del VO max. de estos umbrales, frecuencia 2 cardiaca y velocidad más pendiente.
Las pruebas con análisis de la concentración de ácido láctico en sangre, muy utilizadas en la actualidad, las creemos eficaces en test de campo donde comparar los resultados obtenidos en el laboratorio.