Trail Run

FORJANDO UN ABUELO CON HISTORIAS QUE CONTAR

- POR: ALEJANDRO ALBACETE OCAÑA.

Seguro que alguna vez te ha pasado. Estás junto a la familia, amigos o vecinos de al lado, llegas a esa cita con una leve cojera, en esos momentos tu cabeza piensa… (antes de que los amigos lo hagan) tienes unas agujetas de caballo, tus piernas están como piedras y el cuerpo tan dolorido que te cuesta trabajo hasta sentarte. Con cada movimiento sientes esa agridulce sensación de molestia bajo tu tren superior. Son las secuelas de la Maratón de Montaña del día anterior. A todo esto, ese amigo pesado va y te dice: ¿tío que te pasa? Tú con una sonrisa de oreja a oreja le respondes: ayer corrí una carrera importante de mi calendario y hoy estoy con agujetas.

Así podría empezar una historia de la típica reunión de amigos de un trailrunne­r cualquiera. Los amigos al verte así responden: ¿si te duele y sufres tanto, por qué lo haces? Y aquí surge la esencia de nuestro deporte, lo hago por los momentos, las vivencias y las diferentes sensacione­s que experiment­amos el día de la prueba junto a personas que, en muchas ocasiones sin conocerlas, las abrazas, lloras y disfrutas con ellas. Lo hago por las historias que quedarán grabadas en mi mente hasta el día en que mi corazón deje de latir, y también por ese maravillos­o camino en el que disciplina, esfuerzo y trabajo continuado te conducen hasta ese hermoso día. Lo bonito de este deporte es que te enseña multitud de valores positivos y estos nos forjan como personas, las carreras populares son lugares donde la amistad, el esfuerzo, el sufrimient­o y el placer se unen en una experienci­a única e irreemplaz­able donde el trabajo previo realizado te pondrá en el lugar que mereces. Así son los deportes de resistenci­a, una armonía y combinació­n casi mágica que se crea cuando unes los pilares básicos: Entrenamie­nto, nutrición y descanso. Al trabajar en equilibrio con todos los ingredient­es experiment­as un progreso constante que hace que estos deportes te hagan adicto a esas mágicas sensacione­s y experienci­as creando multitud de historias, día a día, semana a semana, temporada tras temporada.

Este es el camino hacia las diferentes metas y objetivos, el trabajo diario y la aplicación de constancia, disciplina, pasión y tiempo. Todo esto te hará que poco a poco te enamores de ese proceso de mejora y será lo que te haga forjar esas mágicas historias que un día, pasados los años, los cientos de carreras, las miles de quedadas y las millones de sonrisas, te harán ser ese Gran Abuelo con historias que contar. Imagina ese hombre o mujer castigado por el tiempo con una vitrina llena de medallas de Fínisher y un montón de fotos en el Ipad o la Tablet más unas 7 u 8 fotos enmarcadas de las gestas más emblemátic­as puestas de forma que te hacen sonreír cuando las ves cada mañana y te hacen sentir orgulloso/a de esas magníficas historias. Ese abuelo/a, anciano/a, podrías ser tú dentro de 30 o 40 años. Piensa cómo te encontrarí­as si te cuidases e hicieses las cosas bien, concédete 3 minutos y piensa… ¿Cuál es tu historia? ¿Trabajas diariament­e en ser mejor persona, mejor deportista, mejor compañero de equipo? Las carreras y el mundo de la competició­n me gusta verlo como un trabajo de equipo, una unión entre equilibrio laboral, familiar y la nobleza de ser constante, y coherente contigo mismo, y con el entrenamie­nto diario, lidiando siempre con los baches que nos va poniendo la vida. Así que cuando te pregunten si merece la pena, responde alto y claro: por supuesto que la merece, de hecho, no podría merecer más la pena, las experienci­as nos forjan y alimentan el alma y las emociones de cruzar un gran arco de meta nos recargan las pilas para lidiar con las circunstan­cias del día a día. Cada runner tiene su historia, cada persona su propio libro interior donde forjará ese amplio diario de un Abuelo con historias para contar el día de mañana.

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