EL DÍA QUE LOS AFRICANOS APRENDAN A CORRER TRAIL
Recuerdo como si fuera hoy una conversación con Martín Fiz. Martintxo estaba en su máximo apogeo. Era el dominador absoluto del maratón a nivel planetario. En aquella conversación fantaseamos incluso con la posibilidad de que atacara el récord del mundo, que por aquel entonces, año 95, eran los 2.06.50 de Dinsamo. ¡Qué antiguo queda ya ese crono! El caso es que hablando sobre el futuro esplendoroso que le esperaba en maratón y calculando cuánto duraría la hegemonía española, Martín hizo una acotación visionaria: "Olvídate. El día que los africanos aprendan a correr maratón, estamos muertos. Hoy corren a tirones y son discontinuos en la preparación. Son incapaces de estar cuatro o cinco meses trabajando a tope para un único objetivo como el maratón porque tienen que "facturar" en otras distancias.
Cuando superen eso, nos van a arrasar".
Por aquel entonces, aunque hoy parezca lo contrario, a los africanos ni se les tenía en cuenta para el maratón. Eran atletas residuales fuera de la pista. El tiempo dio la razón a Martín e incluso ha cambiado el curso del debate. Hoy gira sobre qué africano bajará de las dos horas. Al calor del fabuloso récord de Kipchoge, cualquiera que le dé a la zapatilla ¬atleta de élite o popular- no habla de otra cosa. Los trailrunners, sin embargo, llevamos el debate exactamente al mismo lugar en el que lo dejó Martín Fiz cuando Europa dominaba una disciplina casi de manera contracultural. ¿Qué va a pasar el día que los africanos aprendan a correr trail?
Todo hace pensar que podrían arrasar igual que lo hicieron en la ruta. Es indiscutible que tienen todas las condiciones: desde la genética hasta un escenario de entrenamiento que, en la élite, es tan vanguardista como lo pueda ser a este lado del mundo. Si no arrasan ya en el trail es porque la vida competitiva de nuestro deporte es relativamente corta. Y con ella, los premios, la difusión, la repercusión y el interés de las grandes marcas.
Digamos que en el trail estamos en ello, mientras en la pista y en la ruta, los africanos encuentran todas las condiciones que les motivan para correr.
Eso de que un africano corre por amor al arte o porque les persiguen los leones desde pequeños o porque no tienen otro modo de ir a la escuela es una visión muy romántica y muy simplista de sus circunstancias. También corren -sobre todo, corren- por dinero. El día que un africano obtenga en una carrera de montaña el mismo premio que en un maratón, empezaremos a verles con zapatillas de trail, bastones y un chubasquero a la cintura. Porque se pondrá en marcha la maquinaria que ya funciona en el atletismo: managers, contactos, carreras, planificación, fijos de salida... Escrito con todo el respeto ( y confesado por un manager), a un africano tienes que llevarlo y traerlo. El primer empujón burocrático ( billetes, pasaporte, visado) hay que dárselo hecho. De lo otro, correr como fuerzas de la naturaleza, ya se encargan ellos. Puede que tengan que pasar un periodo técnico de adaptación, pero sus condiciones son tan fabulosas que uno no se imagina a un etíope bajando con cuidado una torrentera. Será cuestión de tiempo. El propio trail va estableciendo ya qué carreras sobreviven y cuáles van desapareciendo. Las que se queden mejorarán en organización, visibilidad, difusión y premios en metálico. Entonces, vendrán los africanos. Los que corren a "tres pelao" el kilómetro. Puede que un eritreo gane el UTMB antes de lo que pensamos. Ya lo decía Martín: “El día que lo africanos aprendan”...