Trail Run

Ribera Run

A través de citas célebres de grandes genios de la historia que veneraron el vino nos teletransp­ortamos hasta Peñafiel, región de prestigios­as bodegas de la meseta castellana que por segundo año consecutiv­o acogió la carrera Ribera Run Race.

- POR: DANIEL SANABRIA FOTOS: MIKAEL HELSING, DIEGO WINITZKY Y ORIOL BATISTA/RRR

«Con pan y vino se anda el camino», refranero castellano.

Cuesta definir con más acierto y menos palabras la esencia de Ribera Run Race. Porque de eso trata esta inspirador­a carrera, de avanzar mascando pan y tragando vino, reposando en las prestigios­as bodegas de una comarca que exporta su oro líquido a todos los rincones del país. Los caminos fueron varios, para gustos: 5, 25 y 55 kilómetros. Todos con origen en Peñafiel, inconfundi­ble pueblo de la provincia de Valladolid que recibe al extranjero con la estampa de su majestuoso castillo. En sus entrañas la Plaza del Coso se descubre como gran patio de recreo popular, albergando a lo largo del año numerosos espectácul­os para deleite de los vecinos. Desde sus balcones adintelado­s se presencian, entre otros eventos, las fiestas de San Roque o la Bajada del Ángel. El pasado 15 de septiembre no fue lo uno ni lo otro, sino un torrente de tipos en zapatillas que se reunieron allí para Dios sabe qué. ¿Correr? ¿Beber? ¿Comer? ¿Bailar? Un poco de todo, que en la variedad está el gusto.

«El vino es la luz del sol unida por el agua», Galileo Galilei.

El famoso astrónomo renacentis­ta fabricó el eslogan perfecto para Ribera Run Race. Porque aquello fue un menage a trois entre sol, agua y vino. Contra todo pronóstico las temperatur­as tocaron los 30 grados y exprimiero­n a los corredores que marchaban con afán junto al río Duero, absorbiend­o sus sonidos y gustándose con el sabor en el paladar de una copa de vino. Una copa que hace las veces de medalla finisher, como no podía ser de otra manera. El mejor recuerdo tangible que uno puede llevarse de Peñafiel. Porque los mejores souvenires no se pueden tocar, se incrustan en la piel del alma y son recuperabl­es en cualquier momento lugar.

«Si la penicilina cura a los hombres, el vino les hace felices», Alexander Fleming.

Porque a veces la felicidad es muy simple, aunque nos empeñemos en lo contrario. Correr, tomar un pellizco de pan con jamón y un trago de vino. ¿Alguien propone un plan más seductor para

un sábado por la mañana? Nuestra penicilina es el deporte, que todo lo cura. No existe medicación más poderosa para un corredor que correr. Se limpian hasta las heridas del espíritu. Y una copa de vino nos aporta ese extra de felicidad, porque siempre es compartida con quienes queremos estar. Qué gran simbiosis la de estos dos placeres: enología y deporte. Y qué buena pareja de amantes hacen en Ribera Run Race.

«El vino es poesía embotellad­a», Stevenson.

Todos los runners llevamos un Doctor Jekyll y un Mister Hyde en la sangre. Tal vez Stevenson era maratonian­o. Porque esa espiral de emociones que nos convierten en bipolares en tan solo un puñado de kilómetros es un proceso exclusivo del corredor de fondo. Poesía embotellad­a, qué delicado suena. La bodega de Protos, en la periferia del pueblo, fue el regalo sorpresa de todos los aventurero­s del fin de semana. Apenas habían transcurri­do tres minutos desde la salida y nuestros huesos ya estaban emparedado­s entre barricas de inconfundi­bles aromas. Primera ración de selfies en esos kilómetros neutraliza­dos. Fue sólo el

prólogo de la sucesión de bodegas que encontrarí­amos en nuestro camino: Emina, Comenge, Legaris, Protos, Tinto Pesquera y Dehesa de los Canónigos. El muestrario de una tierra que proyecta su sabor a millones de mesas de todo el planeta. «España, el bello país del vino y de las canciones», Goethe. Así definió el escritór alemán nuestro país en la más célebre de sus obras: Fausto. Identificó nuestra patria con el vino y las canciones, o leyendo entre líneas, con el jolgorio, la juerga, la jarana. Qué bien nos conocía. Durante toda la jornada del sábado la Plaza del Coso y las bodegas implicadas ofrecieron música en directo, otro arte más que encaja con el deporte y el vino como las fichas de un puzzle. Al menú de actividade­s se apuntaron docenas de acuarelist­as llegados de toda Castilla y León, coloreando los rincones de la castiza Peñafiel en esos tiempos previos a la vendimia.

«El hombre debe al vino ser el único animal que bebe sin sed», Plinio el Joven.

Cayo Plinio Cecilio Segundo, que así se llamaba realmente el susodicho, acertó en la diana. Porque los hombres, igual que comen sin tener hambre y hablan sin tener nada que decir, beben sin sed. Y ahí reside lo virtuoso del vino, que sin ser una necesidad, se hace valer mucho más que el propio agua. En Ribera Run Race quien no se mojó el paladar con los productos de la tierra fue porque no quiso. Empeño y generosida­d no faltó por parte de los lugareños, siempre deseosos de ofrecer lo mejor al visitante.

«La edad es sólo un número, una cifra irrelevant­e a menos que usted sea una botella de vino», Dame Joan Collins.

Qué gran manera de definir a Asier Cuevas, uno de los atletas más talentosos del país, con 45 años en el DNI y dos victorias consecutiv­as en Ribera Run Race. El curso pasado fue la media y esta vez el ultra. No solo no importa la edad, parece que tampoco la distancia. En tres horas y cincuenta y ocho minutos paró el reloj un tipo que ha sido subcampeón del mundo de 100 kilómetros. Entre ellas la más rápida fue Ana Portillo, que impuso su tiranía de la salida a la meta, liderando cada milímetro del recorrido para establecer un tiempo de seis horas y dieciséis minutos.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain