LOS CAMIONES INVADEN ARIJA
Una vez al año esta pequeña localidad burgalesa se ve “invadida” por camiones y vehículos clásicos.
Hace tres años que “copiando” la iniciativa de Soncillo unos entusiastas pusieron en marcha la Feria del Motor en Arija (Burgos), un pequeño pueblo de Las Merindades de tan sólo 137 habitantes y donde este año se reunieron casi doscientos vehículos de todo tipo.
España es un país de bares, eso lo sabemos nosotros y los millones de turistas que nos visitan cada año. En esos lugares tan entrañables es donde surgen y rematan muchos negocios, se conciertan citas, se habla de lo ocurrido durante el día, de lo loco que está el tiempo, de lo que ha hecho el pueblo vecino en sus fiestas y, por cierto, hablando de lo que han hecho los vecinos ¿por qué no hacemos nosotros lo mismo…?
Esta vendría siendo, más o menos, la conversación que hace tres años mantuvieron Lolo y un grupo de amigos delante de unas cervezas bien frías en algún bar de Arija, pequeño pueblecito del norte de Burgos situado en la comarca de las Merindades, al borde mismo de la verde Cantabria y muy cerquita de Reinosa.
Y tres años es el tiempo que Lolo y sus amigos llevan organizando la Feria del Motor de Arija, una iniciativa que acaba de celebrar su tercera edición y que surgió después de ver como sus vecinos y amigos del pequeño municipio de Soncillo organizaban con muy buena acogida su particular fiesta del camión.
Mientras el cuerpo aguante
Dice el refrán que a la tercera va la vencida, pero en el caso de Arija mientras haya ganas, el cuerpo aguante y el ayuntamiento, vecinos y empresas brinden su apoyo, esto seguirá adelante, porque aunque Arija no es Fuenteovejuna, casi.
Este año han sido cerca de ciento noventa los vehículos de todo tipo participantes en esta concentración. Un popurrí de todo lo que tuviera ruedas y capacidad de moverse con espectáculos para todos los gustos.
Los amantes del todoterreno vieron sudar a los pilotos en un difícil circui-
to con mucho barro; también hubo más de cien coches clásicos a cual mejor cuidado, entre ellos un precioso Morgan descapotable y un espectacular Zimmer americano del 86 con 5.000 cc y más largo que un camión.
Tanto Antonio Berrio, dueño del Morgan, como Emilio García Varona, propietario del Zimmer, posaron orgullosos de sus vehículos delante de los camiones, un sector profesional que ellos conocen muy bien.
En esta edición de la concentración de Arija los asistentes pudimos disfrutar del trabajo con la madera de Lorenzo Garrido, James Bond para los amigos, un escultor zamorano que en vez de martillos, gumias o cinceles utiliza una motosierra como única herramienta.
Lorenzo aprovechó los árboles partidos por los fuertes vientos del pasado invierno para esculpir figuras de animales, todo un artista y un diez
para el ayuntamiento por la manera tan original y artística de reciclar los árboles.
Comer de cajón
En toda concentración que se precie tiene que haber buenos fogones, porque nadie se va a ir a casa con hambre. Charli -concejal de Arija- y Lolo fueron los encargados de calcular el menú para más de 350 comensales, para lo que contaron con la colaboración de Javier -el de la estación de Soncillo- todo un experto en cocinar con olla ferroviaria o puchera, curioso invento de los antiguos maquinistas y guardafrenos de la antigua línea férrea Bilbao-La Robla.
Como vemos esto de “comer de cajón” no lo han inventado los conductores de ahora, porque el concepto viene de lejos. El primer día comimos patatas con carne y por la noche, después de sacar a las bestias de paseo por los alrededores, fiesta hippie y “bollu preñau” compuesto de pan casero relleno de chorizo. El domingo volvieron a tirar de olla ferroviaria, esta vez patatas con bacalao.
En la concentración de Arija los asistentes pueden encontrar un poco de todo y eso hace de este evento algo diferente y atractivo a la vez. Los que acuden un año repiten al siguiente y eso es buena señal. Lo de Arija es como una tarta de varios pisos,
donde cada planta tiene un sabor diferente y es la unión final la que hace que el producto sea dulce y sabroso.
Hasta los megatruck
Sobre el papel puede que el número de camiones que acuden a la llamada de Lolo pueda parecer poca cosa, pero hay que apreciar y reconocer el trabajo de titanes que supone montar una movida como esta en un pueblo de tan sólo 137 habitantes.
Sibelco (Arenas de Arija) es la empresa más importante y grande del lugar y uno de los colaboradores esenciales en esta fiesta. Su espaciosa explanada, que durante todo el año es un campo de futbol, se convierte durante un fin de semana en el lugar de acogida de todo este “lío”.
Volviendo a los camiones este año la organización quiso estar a la última y en Arija tuvieron uno de los dos gigantes megatruck que chatarras y desguaces Antonio Berrio tiene en Santiago de Cartes (Cantabria) y a cuyo lado los demás camiones parecen de juguete.
Por sus dimensiones toda esta movida no cabía en el objetivo de una cámara fotográfica, así que para dar otro enfoque visual al evento la organización contrató a Jorge Cimeano, un profesional de la imagen que con sus drones nos hizo ver la fiesta a vista de pájaro.
Uno que no fallaba en la concentración del primer pueblo del pantano del Ebro era Rogelio Cerezales, al que la organización rindió un sentido homenaje con la suelta de globos con los colores, azules y blancos, de su querida Ponferradina. Recordar que esta revista le hizo un último reportaje a Rogelio el año pasado aquí mismo en Arija. Buen viaje amigo Rogelio allí donde estés.
Y así un año más pusimos el punto y final a una concentración en la que nos encontramos como en casa. Hasta otra amigos.