Transporte Mundial

LOS CAMIONES INVADEN ARIJA

- MANUEL PÉREZ PALACIOS (Texto y fotos)

Una vez al año esta pequeña localidad burgalesa se ve “invadida” por camiones y vehículos clásicos.

Hace tres años que “copiando” la iniciativa de Soncillo unos entusiasta­s pusieron en marcha la Feria del Motor en Arija (Burgos), un pequeño pueblo de Las Merindades de tan sólo 137 habitantes y donde este año se reunieron casi doscientos vehículos de todo tipo.

España es un país de bares, eso lo sabemos nosotros y los millones de turistas que nos visitan cada año. En esos lugares tan entrañable­s es donde surgen y rematan muchos negocios, se conciertan citas, se habla de lo ocurrido durante el día, de lo loco que está el tiempo, de lo que ha hecho el pueblo vecino en sus fiestas y, por cierto, hablando de lo que han hecho los vecinos ¿por qué no hacemos nosotros lo mismo…?

Esta vendría siendo, más o menos, la conversaci­ón que hace tres años mantuviero­n Lolo y un grupo de amigos delante de unas cervezas bien frías en algún bar de Arija, pequeño pueblecito del norte de Burgos situado en la comarca de las Merindades, al borde mismo de la verde Cantabria y muy cerquita de Reinosa.

Y tres años es el tiempo que Lolo y sus amigos llevan organizand­o la Feria del Motor de Arija, una iniciativa que acaba de celebrar su tercera edición y que surgió después de ver como sus vecinos y amigos del pequeño municipio de Soncillo organizaba­n con muy buena acogida su particular fiesta del camión.

Mientras el cuerpo aguante

Dice el refrán que a la tercera va la vencida, pero en el caso de Arija mientras haya ganas, el cuerpo aguante y el ayuntamien­to, vecinos y empresas brinden su apoyo, esto seguirá adelante, porque aunque Arija no es Fuenteovej­una, casi.

Este año han sido cerca de ciento noventa los vehículos de todo tipo participan­tes en esta concentrac­ión. Un popurrí de todo lo que tuviera ruedas y capacidad de moverse con espectácul­os para todos los gustos.

Los amantes del todoterren­o vieron sudar a los pilotos en un difícil circui-

to con mucho barro; también hubo más de cien coches clásicos a cual mejor cuidado, entre ellos un precioso Morgan descapotab­le y un espectacul­ar Zimmer americano del 86 con 5.000 cc y más largo que un camión.

Tanto Antonio Berrio, dueño del Morgan, como Emilio García Varona, propietari­o del Zimmer, posaron orgullosos de sus vehículos delante de los camiones, un sector profesiona­l que ellos conocen muy bien.

En esta edición de la concentrac­ión de Arija los asistentes pudimos disfrutar del trabajo con la madera de Lorenzo Garrido, James Bond para los amigos, un escultor zamorano que en vez de martillos, gumias o cinceles utiliza una motosierra como única herramient­a.

Lorenzo aprovechó los árboles partidos por los fuertes vientos del pasado invierno para esculpir figuras de animales, todo un artista y un diez

para el ayuntamien­to por la manera tan original y artística de reciclar los árboles.

Comer de cajón

En toda concentrac­ión que se precie tiene que haber buenos fogones, porque nadie se va a ir a casa con hambre. Charli -concejal de Arija- y Lolo fueron los encargados de calcular el menú para más de 350 comensales, para lo que contaron con la colaboraci­ón de Javier -el de la estación de Soncillo- todo un experto en cocinar con olla ferroviari­a o puchera, curioso invento de los antiguos maquinista­s y guardafren­os de la antigua línea férrea Bilbao-La Robla.

Como vemos esto de “comer de cajón” no lo han inventado los conductore­s de ahora, porque el concepto viene de lejos. El primer día comimos patatas con carne y por la noche, después de sacar a las bestias de paseo por los alrededore­s, fiesta hippie y “bollu preñau” compuesto de pan casero relleno de chorizo. El domingo volvieron a tirar de olla ferroviari­a, esta vez patatas con bacalao.

En la concentrac­ión de Arija los asistentes pueden encontrar un poco de todo y eso hace de este evento algo diferente y atractivo a la vez. Los que acuden un año repiten al siguiente y eso es buena señal. Lo de Arija es como una tarta de varios pisos,

donde cada planta tiene un sabor diferente y es la unión final la que hace que el producto sea dulce y sabroso.

Hasta los megatruck

Sobre el papel puede que el número de camiones que acuden a la llamada de Lolo pueda parecer poca cosa, pero hay que apreciar y reconocer el trabajo de titanes que supone montar una movida como esta en un pueblo de tan sólo 137 habitantes.

Sibelco (Arenas de Arija) es la empresa más importante y grande del lugar y uno de los colaborado­res esenciales en esta fiesta. Su espaciosa explanada, que durante todo el año es un campo de futbol, se convierte durante un fin de semana en el lugar de acogida de todo este “lío”.

Volviendo a los camiones este año la organizaci­ón quiso estar a la última y en Arija tuvieron uno de los dos gigantes megatruck que chatarras y desguaces Antonio Berrio tiene en Santiago de Cartes (Cantabria) y a cuyo lado los demás camiones parecen de juguete.

Por sus dimensione­s toda esta movida no cabía en el objetivo de una cámara fotográfic­a, así que para dar otro enfoque visual al evento la organizaci­ón contrató a Jorge Cimeano, un profesiona­l de la imagen que con sus drones nos hizo ver la fiesta a vista de pájaro.

Uno que no fallaba en la concentrac­ión del primer pueblo del pantano del Ebro era Rogelio Cerezales, al que la organizaci­ón rindió un sentido homenaje con la suelta de globos con los colores, azules y blancos, de su querida Ponferradi­na. Recordar que esta revista le hizo un último reportaje a Rogelio el año pasado aquí mismo en Arija. Buen viaje amigo Rogelio allí donde estés.

Y así un año más pusimos el punto y final a una concentrac­ión en la que nos encontramo­s como en casa. Hasta otra amigos.

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 ??  ?? En la foto superior los atractivos Zimmer y Morgan posan en la explanada junto a los camiones, mientras en la foto inferior podemos ver un momento del merecido homenaje al berciano Rogelio Cerezales.
En la foto superior los atractivos Zimmer y Morgan posan en la explanada junto a los camiones, mientras en la foto inferior podemos ver un momento del merecido homenaje al berciano Rogelio Cerezales.
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Durante el paseo por las orillas del pantano del Ebro las nubes amenazaron con tormenta. En una de las imágenes podemos ver al escultor Lorenzo Garrido en pleno trabajo artístico y en otra a Jorge Cimeano operando el dron equipado con cámara fotográfic­a.
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