PROS Y AGE GROUPERS
Estamos más hechos para compartir que para competir, sencillamente porque lo primero nos hace más felices, por eso me maravillan la cantidad de experiencias y conocimientos que se comparten en la red y las redes sociales. Ahora bien, la ausencia del cara a cara ha degenerado en que si uno se lo propone con persistencia y dedicación, aunque sea a costa de desatender sus obligaciones reales, uno puede crear una imagen de cierta notoriedad en cada comunidad. Esto es algo que en golf, tenis, F1 o el fútbol no tiene lugar, porque a nadie se le ocurría aprentar estar al nivel de un Sergio García, Nadal, Alonso o Iniesta, sin correr un serio riesgo de hacer el ridículo. Se puede ser un deportista excepcional sin haber competido en la vida, compartiendo emociones, puntos de vista, ideas, iniciativas... La era del conocimiento y la comunicación nos ha permitido llegar a mucha gente que merece la pena. Más peliagudo es cuando alguien se empeña en ocupar un lugar que no le pertenece y vende humo, máxime porque soy de los que piensa que si alguien tiene que andar contando insistentemente lo bueno que es... Es que en efecto no es tan bueno y fantástico como él pretende hacerte creer. Está de moda ser un Pro (triatleta profesional), o por lo menos aparentarlo, y esto es algo que lejos de ser una absurda pose de cara a la galería, creo que puede traernos más problemas de los que nos imaginamos. La indefinición en las relaciones siempre desfavorece a la parte más débil, en este caso los triatletas frente a organizadores, firmas comerciales y federaciones. Algunos están aprovechando y potenciando el mercado de esos Age Groupers (triatletas populares de grupos de edad) dispuestos a pagar una fortuna cada temporada por jugar a ser profesionales. En el otro lado pero en la misma línea de salida, los verdaderos profesionales viven como Age Groupers, pagando fortunas de su bolsillo mientras nos representan a todos, como dinamizadores de nuestro deporte. Compramos el triatlón muy caro y nos vendemos muy baratos como triatletas. Hasta que el rango de Pro no tenga más prestigio y cualquiera no pueda apuntarse a esta categoría sin demostrar el nivel necesario, esa línea difusa nos perjudica a todos. Los Age Groupers no podemos vivir como pros por la desigualdad física y porque además renunciamos a la única ventaja que se establece a nuestro favor: poder hacer e ir donde nos dé la gana, elegir lo que llevamos y no dar explicaciones ni justificarnos por el resultado. ¿Qué tiene que ver todo esto contigo? Si no conseguimos que el triatlón sea un deporte realmente profesional desde un punto de vista institucional y deportivo, y se establezca una definida línea entre quién es profesional y quién no, todos los que viven alrededor de este negocio se seguirán aprovechando de quienes damos vida este negocio. Al triatlón nunca llegarán grandes patrocinadores hasta que no se garantice que sus marcas y la imagen de sus deportistas es suya, de nadie más, y que la categoría de Pro con una licencia y condiciones diferentes, realmente establecen un nivel de excelencia y prestigio por el que merezca la pena pagar. Esos grandes patrocinadores llamarían a otros que querrían estar a la par como esponsors personales o image de grandes eventos. La dimensión del triatlón crecería y sería más factible que participar en un triatlón pudiera llegar a ser gratis ol al menos que hacer triatlón fuera más accesible en todos los sentidos y que se invirtiera en triatlón de base de manera real para que el fenómeno Raña, Noya, Mola tengan continuidad en el tiempo, para orgullo y beneficio de todos. La gente obra en función de su nivel de conciencia de las cosas, tengo la creencia de que la mayoría de personas que obran mal lo hacen por torpeza y desconocimiento, porque no están concienciadas y que son sólo unos pocos los que actúan mal con conciencia real de lo que hacen. No voy a negar que me pierdo en los entresijos institucionales. Ni siquiera puedo venderme como el triatleta mas ejemplar, porque no fui ni a votar a las últimas elecciones a la presidencia. Creo que preferí ir a montar en bici y luego fui a correr empujando el carro de mi hijo. Sin embargo, sí que ejerzo mi voto con cada acto que realizo en mi vida, desmarcándome de todo aquello con lo que no estoy de acuerdo y desde luego, no estoy de acuerdo con que se descuiden las posibilidades y la proyección que ofrece el deporte al que amo y del que vivo. Es bueno para todos reclamar con respeto cómo queremos que sean las cosas, en este caso del triatlón, que sin duda es nuestro por derecho.