Triatlón

Juan Ramón Castillo Piedra

Querer es poder

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Lo cierto es que no sé cómo empezar. Cuando era pequeño siempre me apasionaba el deporte. Empecé como todos, jugando al fútbol; una persona nacida en el 68, en un pueblo pequeño, no tenía muchas más opciones. Pero rápidament­e vi que eso no era lo mío (a veces ni llevando el balón jugaba). Con nueve años tuve mi primera bicicleta y, eso sí, aquello se me daba mejor. Recuerdo mis paseos con mi tío, él con su f amante Zeus de carreras y yo con mi BH plegable.Pasó el tiempo y empecé a jugar al voleibol donde realmente fue mi comienzo como deportista federado, quedando campeones regionales y llegando a ir a campeonato­s de España. Como en mi casa lo del deporte no valía y había que estudiar, tuvimos que dejar esa faceta. Entonces empecé a descubrir el correr, cosa que me resultaba muy agradable, y como no teníamos ni GPS ni pulsómetro­s, era el placer de correr por correr sin importar ni el tiempo ni la distancia. Después terminé de estudiar y comencé a trabajar. Siempre me acordaré que con el primer sueldo me compré mi primera bicicleta de montaña, allá por el año 1992, cuando Miguel Induráin nos dejaba a todos boquiabier­tos con su “espada”. Incluso llegué a colocar en dicha bicicleta un acople de Triatlón sin saber aún que, a la postre, ese sería mi deporte. Estuve unos cuantos años haciendo mucho deporte pero nada def nido o claro. Hasta que en las Navidades del año 1996 vi un reportaje sobre el Ironman de Hawái y me dije a mí mismo: “ese es tu deporte”. A comienzos del año 97 decidí comprarme un libro de entrenamie­ntos, un pulsómetro y una bici de carreras, y es ahí donde empiezo a descubrir este maravillos­o deporte. Competí hasta el año 2005 tanto en Duatlón como en Triatlón, llegando a formar parte en varias ocasiones de la selección autonómica de mi región. Pero llegado un momento, dejé de entrenar debido a los grandes dolores de espalda que me atacan. Los médicos fueron claros y me dijeron que les preocupaba mi cadera. El diagnóstic­o era contundent­e: tenía un desgaste prematuro de cadera. Me sentí abatido, pues mi vía de escape y lo que más me gustaba hacer se alejaba de mí. Tenía que despedirme de ello. Finalmente, en el año 2009, me implantaro­n una prótesis de cadera. Tras dos años más sin hacer nada, en 2011 se me volvió a encender la bombilla del triatlón. Me puse a leer en Internet y a informarme acerca del deporte de impacto prohibido. Como soy muy cabezota comencé a entrenar poco a poco y me marqué como primer objetivo para la reaparició­n el Triatlón de Bilbao. Los entrenamie­ntos fueron saliendo y en mayo me planté en la salida. Para ese día, tenía un objetivo de tiempo, pero el frío, los nervios y el ataque de pánico que me dio en la salida me paralizaro­n. Pese a ello, logré acabar (fue mi primera victoria). Continué la temporada y al f nal los objetivos se cumplieron. Todo siguió normal hasta que en agosto de 2013 tuve un accidente entrenado en bici, debido a una mala maniobra de un conductor, lo que me produjo una caída y una rotura peri-protésica de fémur. Fue entonces cuando me dije: “se acabó el triatlón”. Pero después de nueve meses de rehabilita­ción en el hospital, muchas horas de natación y otras tantas de rodillo comencé a correr de nuevo, logrando f nalizar como mejor prueba del 2014 el doble olímpico de Logroño. Ataco el año 2015 con ilusión y marcando objetivos con dos Half (Pamplona y Vitoria), junto con algún olímpico y algún sprint. En Pamplona hago una muy buena carrera y en Vitoria logro quedar en décima posición en mi grupo de Edad. Eso me hace llorar como un niño en el momento en que cruzo la meta en 5 horas 2 minutos y mi pareja me coloca la medalla de f nisher. Desde aquí solo quiero alentar a la gente a que siempre persigan sus sueños ya que, como he podido comprobar... QUERER ES PODER.

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