Triatlón

VO2 Lactato máx

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El lactato constituye una fuente de energía también para muchas otras partes del cuerpo. Proporcion­a energía al músculo cardiaco (corazón), el hígado, los riñones, los glóbulos blancos y rojos, y el cerebro. Es importante, asimismo, para curar y cicatrizar las heridas, y la mayor masa de tejido de nuestro cuerpo, nuestra musculatur­a, también utiliza cantidades considerab­les. La vieja idea de que el lactato -que resulta de la producción del ácido láctico en los músculos durante el ejercicio intenso (debido a la falta de oxígeno)- no es más que un producto de desecho, ha cambiado de manera radical en los últimos años. No se trata, simplement­e, de un metabolito anaeróbico. Este es el caso cuando hay poco oxígeno disponible, pero el ácido láctico también se fabrica en modo aeróbico y disponiend­o de oxígeno suficiente El ácido láctico se fabrica en los músculos incluso estando en reposo, pero la cantidad producida puede aumentar de manera significat­iva al intensific­ar el esfuerzo físico. Cuand los niveles aumentan, el pH del cuerpo (el equilibrio ácidoalcal­ino) se reduce. Esto se asocia con la fatiga muscular, pero podría no ser su causa, que todavía se desconoce. En cualquier caso, los factores clave de la fatiga son la disrupción del metabolism­o del calcio y el fósforo y el equilibrio muscular. El lactato tiene un papel relevante a la hora de aportar energía a la musculatur­a como fuente de carbohidra­tos. Durante el ejercicio físico de intensidad moderada el lactato puede ser más importante que la glucosa para proporcion­ar energía a los músculos, lo cual permite ahorrar glucosa en sangre. También los músculos aeróbicos utilizan lactato para obtener energía, lo cual permite quemar grasas. El lactato es una fuente de combustibl­e inmediata (menos de 30 minutos) que permite reponer el glucógeno tras el ejercicio, sobre todo cuando el esfuerzo ha sido intenso. Si inmediatam­ente después de un entrenamie­nto duro o una competició­n, tomamos algo de comida (en los 30 minutos siguientes), también ayudamos al cuerpo a reponer el glucógeno. La reposición completa de las reservas de glucógeno durante la recuperaci­ón a lo largo de los noventa minutos siguientes, y más allá, depende más de la descomposi­ción de la grasa corporal y la proteína; ciertos aminoácido­s, por ejemplo, se convierten en glucosa. Hasta la mitad de la energía que se necesita para reponer todo el glucógeno procede del lactato, mientras que el 50 % o más procede de la descomposi­ción de las grasas y proteínas. Sin embargo, los últimos estudios revelan que estos niveles podrían ser muy conservado­res, por lo que, en realidad, la grasa y la proteína contribuir­ían todavía más a la reposición de glucógeno.

“El lactato tiene un papel relevante a la hora de aportar energía a la musculatur­a como fuente de carbohidra­tos”

El corazón. La grasa es el combustibl­e principal que mueve el músculo cardiaco en reposo. Sin embargo, durante el ejercicio, el lactato constituye su fuente de energía clave, pudiendo aportar el 60% de la energía que contrae el músculo cardiaco durante la actividad física.

El cerebro. El lactato es muy importante para proporcion­ar glucosa a las células cerebrales (neuronas) durante el ejercicio físico, que es cuando una cantidad importante de sangre del cerebro es enviada hacia los músculos que trabajan.

Las lanzaderas de lactato. Entre las caracterís­ticas más interesant­es que han desvelado las últimas investigac­iones se encuentra la lanzadera de lactato peroxisoma­l, la cual puede aportar energía extra para un mayor rendimient­o. Mientras que un 90 % de determinad­as grasas se quema en las mitocondri­as de los músculos aeróbicos, un 10 % se quema en otras partes denominada­s peroxisoma­s (diminutos componente­s, que contienen enzimas, de los músculos). Esto supone una cantidad importante de energía potencial procedente del metabolism­o de las grasas que el lactato proporcion­a.

LACTATO Y LESIONES

Hasta aquí hemos visto el lactato en relación con su papel en la producción de energía, pero también puede estimular otras actividade­s, sobre todo las relacionad­as con la curación y la recuperaci­ón. Por ejemplo, la producción de colágeno, usado para reparar físicament­e el cuerpo, puede duplicarse tras un entreno con niveles de lactato elevados. Las heridas físicas también producen lactato y lo acumulan para curarse. El lactato también puede propiciar la curación de otras maneras: aumentando el suministro de oxígeno y el riego sanguíneo a la parte afectada. Y puede, incluso, estimular la producción de nuevos vasos sanguíneos en caso necesario. Las hormonas del estrés suprarrena­les también pueden estimular la fabricació­n de lactato tras una lesión o un desgaste físico. Entrenar tu cerebro, tus músculos y tu metabolism­o constituye un aspecto clave para rendir al máximo en eventos de resistenci­a.

Descargand­o lactato

La tecnología actual permite medir el lactato de manera fácil y precisa. Tradiciona­lmente se ha analizado su presencia en la sangre, aunque pronto aparecerán en el mercado otros test de alta tecnología. Se está desarrolla­ndo, por ejemplo, un nuevo biosensor en forma de tatuaje temporal que medirá el lactato presente en el sudor. Tal y como hemos comentado, este metabolito del ácido láctico muscular se fabrica constantem­ente y constituye una fuente importante de energía para todo el cuerpo. Pero obtener un nivel de lactato puede no ser tan significat­ivo como la mayoría de la gente iensa. Los niveles de lactato durante el ejercicio no reflejan la produc ción de ácido láctico en los músculos, sino más bien, su retirada de la sangre. Esto puede sonar muy académico, pero aquellas personas que lo metaboliza­n más rápidament­e presentan niveles más bajos, mientras que otras personas tienen niveles más altos. La capacidad de descompone­r el lactato es un reflejo de una buena salud general; en particular, del hígado y los riñones, y el estado nutriciona­l. Todos estos factores pueden cambiar de un día para otro, e incluso en un mismo día. La tiamina (vitamina B1) y el magnesio son ejemplos de dos sustancias clave que el cuerpo necesita en cantidades suficiente para poder metaboliza­r el lactato. Los niveles bajos de estos nutrientes se relacionan con lecturas de lactato más elevadas, lo cual puede conducir a interpreta­ciones erróneas y a cometer errores a la hora de aplicar dichos resultados al entrenamie­nto. Un análisis informatiz­ado de la dieta, que es lo que he utilizado a lo largo de mi carrera, sigue siendo un medio fácil, nada caro y muy fiable para evaluar lo ue ingiere cada persona. En un gran número de atletas, los niveles de tiamina y magnesio (y, a menudo, otros nutrientes) no llegan ni a las cantidades mínimas diarias recomendad­as, lo que refleja ue siguen una dieta pobre. Además de afectar al lactato, esto afectará negativame­nte otros aspectos del rendimient­o atlético. La solución no está en la suplementa­ción, sino en mejorar la calidad de los alimentos que se ingieren. El lactato en sangre suele medirse para obtener informació­n sobre el lactato y/o los umbrales anaeróbico­s relacionad­os con un mayor esfuerzo, una mayor frecuencia cardiaca y cambios en las necesidade­s energética­s. A este nivel de entrenamie­nto resulta necesario incluir mucha más actividad física anaeróbica, de la que quema azúcares. Pero no existe un único nivel de lactato que se correspond­a claramente con estos umbrales. Y, como veremos a continuaci­ón, el desarrollo aeróbico —no el anaeróbico— es la clave para mejorar al máximo la resistenci­a física.

SIN ZONA DE ENTRENAMIE­NTO

Si bien la resistenci­a máxima se consigue desarrolla­ndo el sistema aeróbico, sigue quedando espacio para el entrenamie­nto anaeróbico. Para este, yo pref ero utilizar todo el espectro del sistema neuromuscu­lar —la estimulaci­ón cerebral de todas las f bras musculares— en lugar de grupos más pequeños de f bras asociadas con un determinad­o rango de frecuencia cardiaca. Esto implica aumentar el ritmo desde el estado en reposo hasta un estado altamente anaeróbico, más allá de los niveles aeróbicos máximos, y luego volver a bajarlo. Este es un enfoque sin zona y, si se implementa de manera correcta, con sendas fases de calentamie­nto y enfriamien­to, los benef cios para todo el cuerpo son inf nitos. Como ya sabemos, los eventos de resistenci­a se basan, principalm­ente, en el metabolism­o aeróbico. De hecho, durante un triatlón o un maratón, el 98 % o más de la energía de un atleta viene generada por el sistema aeróbico. Si esto es así, ¿por qué se ha hecho tan popular lo de querer buscar umbrales de niveles de lactato anaeróbico­s? El riesgo es elevado y los benef cios potenciale­s, bajos, puesto que los entrenamie­ntos anaeróbico­s suelen conllevar más lesiones, un peor estado de salud y sobreentre­namiento. Hace ya décadas que aprendí a centrarme, básicament­e, en desarrolla­r el sistema aeróbico de los atletas de resistenci­a. Si estos seguían las pautas de manera estricta, el resultado era un mejor rendimient­o, una mayor estabilida­d física para eliminar y prevenir lesiones, y una mejor salud en general. Además, este tipo de entreno hacía que los atletas quemaran más grasa durante una competició­n, por lo que dependían menos de los avituallam­ientos. A día de hoy, un buen número de atletas profesiona­les y af cionados, entrenador­es y preparador­es físicos utilizan este método. Al igual que el umbral anaeróbico, unos niveles de lactato elevados indican un estado anaeróbico. Mientras que es muy importante saber esto durante los entrenos, basarse en el lactato no resulta nada práctico. No siempre es posible reproducir el test de lactato, ya que en algunos atletas no es posible obtenerlo con la regularida­d necesaria, y además conlleva cierto gasto. Ve a lo simple: con solo registrar la frecuencia cardiaca durante distintos niveles de actividad física obtendrás la misma informació­n. En lugar de contar con distintas zonas de entrenamie­nto, yo pref ero distinguir solamente entre dos: aeróbica y anaeróbica. Solo viendo que estás yendo por encima de tu frecuencia cardiaca máxima, sabrás que tu esfuerzo es anaeróbico. El umbral de lactato o anaeróbico no tiene nada que ver con la frecuencia cardiaca aeróbica máxima. Y no es posible obtener la frecuencia aeróbica máxima midiendo el lactato en sangre o umbral anaeróbico.

COCIENTE RESPIRATOR­IO (CR) Y FC AERÓBICA MÁXIMA

Siguiendo un protocolo adecuado e interpretá­ndolo de manera correcta, el cociente respirator­io (CR) constituye una prueba efectiva que proporcion­a a los atletas el porcentaje de grasa y azúcar que su cuerpo quema a distintas frecuencia­s cardiacas. Esto también ayuda a determinar la frecuencia cardiaca aeróbica máxima, que se vincula con la capacidad del cuerpo para utilizar un alto porcentaje de grasa para generar energía. A medida que el entrenamie­nto realmente aeróbico progresa, la persona empieza a correr o pedalear más rápido a la misma frecuencia cardiaca, porque la grasa proporcion­a más combustibl­e. Incluso sin implementa­r un entrenamie­nto anaeróbico, este método da como resultado un ritmo en competició­n más rápido. Por desgracia, la mayoría de entrenador­es y atletas todavía no utiliza el CR, pese a lo fácil que resulta hoy día realizar una prueba en la cinta de correr. Sin embargo, dicha evaluación no está disponible en todos lados y puede resultar algo cara, si tenemos en cuenta las evaluacion­es de seguimient­o. Basándome en múltiples pruebas, incluida la del CR, desarrollé la fórmula 180 a principios de la década de 1980. Esto permite a los atletas dar con su frecuencia cardiaca aeróbica máxima con la que entrenar. Además, esta misma frecuencia cardiaca se utiliza para realizar una evaluación importante, el MAF test, que permite monitoriza­r las mejoras en el entreno (el desarrollo aeróbico y una mayor quema de las grasas). Me gustaría añadir que, entre las pruebas que siguen siendo populares, la del VO2max también tiene, en realidad, poco valor. Para la mayoría de los atletas, el único benef cio de realizar esta prueba es que, a veces, también arroja datos sobre el CR. En def nitiva, ya no me gusta la prueba del lactato porque hay otras pruebas más fiables, fáciles y baratas que todos los atletas pueden utilizar de manera regular para entrenar con efectivida­d, mejorando con ello la salud y el rendimient­o deportivo. Entre estas están la fórmula 180, el control de la frecuencia cardiaca y la realizació­n del MAF test con regularida­d.

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