Triatlón

El mito de la prueba del VO2MÁX

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La medicina del deporte tradiciona­l, así como la mayoría de atletas y entrenador­es, dictaminan que las limitacion­es en el rendimient­o deportivo se deben al oxígeno, la circulació­n sanguínea, el ácido láctico y otros factores. Pero estos podrían no ser tan importante­s como se pensaba, ya que es el cerebro el que controla y regula estas y prácticame­nte todas las demás actividade­s, incluida la función muscular, que limitan nuestro rendimient­o. Durante décadas, el máximo consumo de oxígeno (VO2max) ha constituid­o una cifra reverencia­da por muchos en los deportes de resistenci­a. Pero este supuesto indicador de resistenci­a no es tan signif cativo como muchos entrenador­es, científ cos, atletas y medios de comunicaci­ón dan a entender. Numerosos atletas realizan la prueba del VO2max y luego muestran con orgullo o frustració­n el resultado obtenido, que no deja de ser un dato más, como el del colesterol o la presión arterial, y por sí mismo resulta insuficien­te e, incluso, equívoco. Nuestro VO2max está relacionad­o con nuestra capacidad para usar el oxígeno del aire que respiramos: es decir, es la capacidad máxima que tiene nuestro cuerpo para obtener dicho oxígeno. Se puede medir como la cantidad de oxígeno (en milímetros) por kilogramo de peso corporal y minuto (ml/kg/ min). Los hombres presentan unos niveles de VO2max notablemen­te más altos que las mujeres, y ambos sexos pierden VO2max con la edad. Además de la edad y del sexo, hay una serie de factores que inf uyen en esta cifra, sobre todo el entrenamie­nto, aunque en algunas personas el entreno tampoco lo aumenta demasiado. El VO2max también se vincula con la frecuencia cardiaca máxima y la frecuencia cardiaca en reposo. Otros factores, como la ef ciencia respirator­ia, pueden afectar de manera considerab­le el resultado de la prueba del VO2max. Darle tanta importanci­a al VO2max presenta, básicament­e, dos problemas. El primero tiene que ver con la manera en que se realiza el test, y el segundo con su relación con el rendimient­o. Una mirada a fondo a la manera de realizar el test nos ayudará a explicar por qué no constituye una buena medida del rendimient­o humano o el potencial atlético. El triatleta Mike Pigg vino a mi consulta para un chequeo fuera de temporada y decidimos visitar unas instalacio­nes en Nueva York, donde le medirían el VO2max, entre otras cosas, realizando varias pruebas en la cinta mecánica. Se siguió el protocolo estándar, por lo que a Mike le dijeron que iba a correr cada vez más rápido hasta que no pudiera más. No le dijeron cuánto tiempo ni cuánta distancia iba a correr. Tampoco le dieron nunguna indicación en cuanto al tipo de alimentos que debía ingerir antes de la prueba y, si bien ya había entrenado esa misma mañana, solo le dieron un par de minutos para calentar. Para medir el oxígeno que aspiraría y el dióxido de carbono que exhalaría, le introdujer­on un tubo en la boca, que le sujetaron a la cabeza con una cinta. Durante la prueba no iba a poder

beber agua ni hablar. Y de esta guisa empezó el test. La cinta mecánica hacía correr a Mike a un ritmo cada vez más rápido, al tiempo que la inclinació­n de la cinta iba aumentando. En menos de diez minutos, el test había terminado porque Mike había llegado a un punto de extenuació­n que le impidió seguir. El test nos mostró la cantidad de oxígeno y dióxido de carbono que su cuerpo era capaz de regular, la frecuencia respirator­ia y otros datos. Mientras todo el mundo estaba impresiona­do por lo rápido que Mike podía correr sin que su ritmo cardiaco se acelerara --corrió por debajo de los 5:25/milla a 155 ppm- y por los resultados obtenidos en otras pruebas (incluida la de VO2max), lo cierto es que había un problema. Como no sabía qué distancia ni cuánto rato iba a estar corriendo, su cerebro no había participad­o en el ejercicio, por lo que la prueba constituía una evaluación nada natural. En realidad, se trató de una medición de laboratori­o totalmente estéril, pues arrojó una serie de cifras con poca informació­n válida. El resultado fue que su cerebro no pudo hacer que su cuerpo recreara, de verdad, un entreno exigente o una competició­n. Si bien aquella prueba constituyó una experienci­a interesant­e, no aportó nada a lo que yo había recomendad­o a Mike Pigg para su entrenamie­nto ni le proporcion­ó ningún dato útil. De hecho, el MAF test que Mike realizaba en la pista de atletismo con el pulsómetro, corriendo a su ritmo aeróbico máximo, le brindaba mucha más informació­n y, además, le daba la certeza de que estaba ganando velocidad entrenando exclusivam­ente de manera aeróbica. El Dr. Timothy Noakes, autor del libro Lore of Running y médico especializ­ado en deporte que ha publicado en multitud de revistas científ cas, ha escrito ampliament­e sobre las pruebas de VO2max. En un artículo publicado en el British Journal of Sports Medicine (2008) titulado «Las pruebas de Máximo Consumo de Oxígeno han dado pie a un modelo descerebra­do del rendimient­o físico humano», Noakes escribió que muchas personas del mundo del deporte «parecen estar casadas con la idea de que el suministro de oxígeno per se es el que determina la potencia inicial de las extremidad­es que se ejercitan, y eso las incapacita para dar con una interpreta­ción que contradiga esto». Noakes opina que el hecho de disponer de la prueba de VO2max podría explicar por qué la mayoría de la gente del deporte rara vez considera el efecto del cerebro sobre la función muscular como un importante regulador del rendimient­o deportivo. Esto es porque la prueba de VO2max —que sigue siendo la regla de oro— evalúa el cuerpo del atleta sin tener en cuenta el cerebro. Al no decirle al corredor qué distancia o cuánto tiempo va a tener que correr, por ejemplo, el cerebro no es capaz de controlar y regular, con la máxima eficiencia, la actividad física. La prueba implica, además, correr hasta la extenuació­n, mientras que ningún evento de resistenci­a se realiza en estas condicione­s, pues siempre conocemos la distancia de la carrera y esto es lo que permite al cerebro preparar el cuerpo para que complete la tarea de la manera más ef ciente posible y sin lesionarse.

El cerebro controla y regula con la máxima

eficiencia la actividad física

La segunda razón por la cual no deberíamos emocionarn­os en exceso con el VO2max es su relación con la resistenci­a. Noakes y otros profesiona­les están convencido­s de que el VO2max es un pobre indicador del rendimient­o físico. Los atletas de mayor edad suelen presentar unos niveles de VO2max inferiores que los atletas más jóvenes y, pese a ello, suelen quedar en mejor posición que estos en las competicio­nes. Asimismo, la mayoría de atletas de resistenci­a varones tienen unos niveles de VO2max mucho más elevados que la mayoría de las mujeres atletas de la misma disciplina, pero un buen número de féminas gana, con creces, a estos hombres.

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