La hora que comemos es tan importante como el qué ingerimos
La Pilar García explica que alterar los ritmos internos del organismo favorece la aparición de enfermedades
«La hora a la que comes es tan importante como el qué ingerimos», asegura la nutricionista Pilar García. Así lo pone de manifiesto la crononutrición, «la disciplina que consiste en respetar el ritmo natural del organismo e ingerir los alimentos cuando el cuerpo se encuentre más preparado para asimilarlos». La doctora destaca que «en la antigua Grecia, Hipócrates y Aristóteles, observaron como la fisiología del ser humano -incluso algunas enfermedades- estaban sometidas a ritmos biológicos diarios. No obstante, siglos después Galeno, filósofo y médico, fue el que reflejó el carácter rítmico de los procesos vitales».
García explica que «los ritmos biológicos regulan nuestras actividades metabólicas, hormonales y conductuales. Estos ritmos son persistentes y autosostenibles, se encuentran en todos los seres vivos, y cumplen la función de un reloj interno mediante el cual nuestro organismo construye una representación del tiempo externo, permitiéndonos reaccionar a condiciones ambientales previsibles». En este punto, señala que «la dieta es uno de los factores externos que más influye en la sincronización de estos relojes endógenos, por lo que una correcta alimentación y unos horarios adecuados pueden beneficiar a la salud».
La nutricionista expone que «en nuestro organismo existen relojes biológicos, que están presentes en diferentes órganos y tejidos, que funcionan de manera sincronizada, de acuerdo con el reloj central. Este reloj principal, a través de la regulación y sincronización de los relojes biológicos, mantiene los ritmos circadianos estables, uniformando procesos metabólicos, endocrinos y conductuales.
A su modo de ver, «lo saludable es que nuestro cuerpo presente
CAMBIOS «Lo saludable es que nuestro cuerpo presente cambios entre actividad y reposo, luz y oscuridad, ingesta y ayuno», afirma
cambios entre actividad y reposo; luz y oscuridad; ingesta y ayuno». Y advierte que «estos deben realizarse todos los días y convertirse en rutinas».
Ante todo ello, y en resumen, la especialista recomienda desayunar alimentos que nos aporten energía, como los carbohidratos no refinados, y una ligera dosis de proteínas (huevo, jamón ibérico, frutos secos y aceite de oliva). A la hora de comer se debe hacer la ingesta más completa: vegetales, proteínas animales (pescado, carne, huevo) o proteínas vegetales (legumbres) y granos integrales (quinoa, arroz, trigo sarraceno. Y para finalizar el día, opciones que nos favorezcan el descanso digestivo como son los vegetales, preferiblemente cocinados, y las proteínas de fácil digestión como el pescado, las carnes blancas o el huevo.