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Ensaimadas al corte ● ‘Molt bo però massa car’

- Por Lydia E. Corral Periodista y crítica gastronómi­ca

Hace poco ha abierto una pastelería en la que solo venden ensaimadas. Tienen casi 20 variedades, desde la clásica de cabello de ángel hasta de butifarra negra con piñones, tiramisú o mascarpone y las venden al corte, a porciones. Imagino, que al igual que yo, habrán pensado que así ya se vende la pizza. Los emprendedo­res dueños de la pastelería debieron pensar que el sistema se podría aplicar a las ensaimadas y parece que la fórmula les está funcionand­o. Incluso utilizan la inconfundi­ble y tradiciona­l caja octogonal en la que ‘viajan’ las ensaimadas. Ellos las emplean como si fueran las de pizza pero con porciones de ensaimada, hasta ocho sabores diferentes para comer en casa con la familia. Hacen las ensaimadas en tres tamaños y entre la gran variedad no falta la de sobrasada ‘de Mallorca’, según especifica el letrero pinchado en la masa. El proyecto no ha surgido en Palma, tampoco en Mallorca, ni siquiera en Menorca. La pastelería la han abierto en el barcelonés barrio de Sant Andreu. Me lo ha soplado una buena amiga que lo vio en Instagram, lamentándo­se de que la idea no se le hubiera ocurrido a un mallorquín. Mi amiga considera que con lo que les gusta a los turistas –en especial a los germanos– tomarse un trozo de cualquier pastel con un té o café, el éxito está asegurado. «¡Siempre nos toman la delantera!» –refiriéndo­se a los mallorquin­es– acabó diciendo. Viendo las fotos y vídeos de esas ensaimadas, algunas medio ocultas por rellenos o cubiertas muy efectistas, me es imposible opinar. Aún más cuando descubro que cada porción cuesta 2,90 euros, sea de la variedad que sea. Me parece difícil que algunas salgan rentables a este precio, además siendo ‘100 % artesanas’. Tendré que pedir opinión a alguno de nuestros expertos en ensaimadas y ya contaré lo que me digan.

◗ Comer muy bien, es decir, buen producto, bien cocinado

y presentado fuera de casa es bastante difícil, si no imposible, hacerlo por poco dinero. Me resulta sospechoso que se pueda comer a precios muy baratos, casi irrisorios, carnes, pescados y verduras de lo más variados. Máxime teniendo en cuenta los precios que se ven en los mercados, también en las grandes superficie­s. Este es el motivo por el que me sorprendo tanto cuando escucho ‘molt bo però massa car’ al referirse a tal o cual restaurant­e, locales normales donde la comida está rica, no tienen soles ni estrellas, pero las mesas están limpias y el bote de mostaza no se queda pegado en los dedos por la grasa que acumula. Lo de mantel de tela, mejor olvidarlo, hasta los más grandes han dejado de ponerlos -eso sí, los inspectore­s valoran positivame­nte que en el lavabo coloquen toallitas individual­es de suave rizo para secarse-. Siempre me pregunto qué comen en su casa y qué valoran cuando salen a comer fuera los que se quejan de los precios caros. Algunos dan la respuesta sin necesidad de preguntar. Valoran que el plato esté muy lleno, mucho más que darse cuenta, aún después de probarlo, de qué pescado están comiendo, si es fresco o lleva congelado no se sabe desde cuando. Tampoco parece que les importe mucho si la chuleta de cerdo está reseca, nadando en aceite y las

hojas de lechuga son esas feas exteriores que en casa tiramos a la basura. Quizá sí que les importa, pero le dan más importanci­a al precio que al sabor y la calidad de lo que comen. En casa suelen tirar de ultraproce­sados, caldo de bote para la paella del domingo, lomos desespinad­os de algún pescado del pacífico, hamburgues­as o pechugas de pollo. La mayoría termina la frase anterior argumentad­o que no tienen tiempo para cocinar, pocos son los que afirman que no les gusta ponerse el delantal y guisar para la familia.

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 ?? ?? Mesa bien puesta y comida rica hacen un buen tándem.
Mesa bien puesta y comida rica hacen un buen tándem.
 ?? ?? Pastelería de ensaimadas al corte.
Pastelería de ensaimadas al corte.

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