La idiosincrasia imperial
Muchas veces, demasiadas veces, me hago la pregunta capital. Cómo es posible que este Imperio, que no está formado por retrasados mentales, sino por gentes mentalmente homologables a las de su entorno, es capaz de actuar políticamente de la manera como lo hace; es decir, contrariamente a los principios más básicos de lo ejercido en una democracia elemental. Me ha costado encontrar la razón precisa; pero creo que por fin la he hallado. Y no la he encontrado bajo tierra ni en un lugar extraterrestre, sino en las mismas entrañas imperiales. Y esta razón tiene un nombre muy claro y a la vez tremendamente revelador. El motivo por el cual la mayoría de que esas gentes imperiales sean incapaces de aceptar la democracia y permanentemente se enreden en argumentos que no les pueden llevar más que a más de lo mismo, es por una razón que se delata muy claramente. Porque son incapaces de aceptar su desconcierto que les lleva a negar sin paliativos la concordia que les obligaría a aceptar que el Imperio sea de todos los que lo habitan.
Son incapaces de aceptar que el Imperio es de todos los que lo habitan porque están obsesionados que por preeminencia les pertenece solamente a ellos. Y esto no lo ven porque su visión sea defectuosa, sino porque su biografía les impele a mirar en una única dirección que les predispone a privar más que a compartir. No hablemos de los de Vox, porque en esa agrupación incluso el chico de los recados debe ser sectario hasta la médula. Los del PP, cuyo mejor ejemplo actual es Ayuso, son una vergüenza para cualquier territorio con un principio mínimo de diversidad. También los del PSOE admiten básicamente la excentricidad en la cual está inmerso el Imperio; lo
❝ «La estructura del Imperio padece una total incapacidad para ver su particular miopía histórica»