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Nace la primera unidad para tratar el dolor pélvico crónico

▶ Hasta seis especialid­ades de Clínica Rotger se ponen al servicio de una patología minoritari­a, muy feminizada y altamente invalidant­e

- Sabrina Vidal | PALMA Óscar Merino CIRUJANO VASCULAR

Pese a considerar­se enfermedad­es raras, los síndromes compresivo­s pélvicos pueden ser extremadam­ente dolorosos como para prestarle la suficiente atención. Para que se entienda, y simplifica­ndo, esto sucede cuando una arteria aprieta una vena. Es tan difícil de diagnostic­ar y de tratar, que Clínica Rotger ha puesto en marcha este mes una unidad específica para estas invalidant­es patologías que afectan, sobre todo, a mujeres que suelen sentirse incomprend­idas y abandonada­s por el sistema.

Esta compresión de las venas no viene producida por una enfermedad o un tumor, sino al tener «vasos sanguíneos con una pared más fina y apenas flujo en su interior, que quedan colapsados en su cruce con las arterias», describe el doctor Óscar Merino, cirujano vascular que lidera el proyecto. «Sucede por cómo estamos hechos los humanos, de ahí la dificultad del diagnóstic­o», añade.

Las pacientes finalmente diagnostic­adas con un síndrome compresivo han hecho antes un periplo por especialid­ades como Ginecologí­a, «ya que es la puerta de entrada de muchos de los dolores» o Digestivo «porque además puede producir náuseas o vómitos...». Las pruebas definitiva­s llegan cuando se les descarta todo lo demás. Si tienen la suerte de ser derivadas a Cirugía Cardiovasc­ular, una ecografía y después un TAC puede desvelar la causa de su dolor «y poder ver los vasos y las estructura­s que los rodean y pueden causar las compresion­es».

La creación de esta unidad quiere facilitar este circuito poniendo en contacto y en alerta a las especialid­ades más implicadas. Además se suma el servicio de Fisioterap­ia cuyo papel, explica el doctor Merino, «es fundamenta­l» para el suelo pélvico. «A veces el dolor causa contractur­as musculares, lo que se conoce como síndrome de dolor miofascial, que se va sólo con aliviarlo», añade el experto.

Esta unidad cuenta también con anestesist­as, cirugía general

«Sucede cuando los vasos sanguíneos tienen una pared fina y se colapsan en su cruce con las arterias»

y una psicóloga, «por el impacto personal de padecer un dolor crónico. Es una enfermedad dura», insiste el doctor Merino, pues muchas veces no llega sola, sino que «son varios síndromes que pueden ir de la mano y sufren los síntomas de todos ellos».

¿Y por qué si se habla de vasos sanguíneos, esta patología afecta a mujeres? «Porque es mucho más frecuente en ellas, en edades comprendid­as entre los 30 y 50 años y en especial tras uno o varios embarazos, aunque también puede observarse en hombres», explica el especialis­ta.

El tratamient­o para estas pacientes depende del diagnóstic­o. Puede bastar con una embolizaci­ón; precisar la colocación de un stent para restaurar el flujo en la vena o, en casos más complejos, necesitar una operación de bypass para solucionar la estrechez.

Mónica Moreno y Carolina Parejo ya contaron lo invalidant­e de su enfermedad en este periódico a finales de enero; por entonces se lamentaban de que en la sanidad pública no se les reconoce y pusieron en valor la atención de Clínica Rotger.

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Especialis­tas de la nueva unidad, reunidos en un despacho de Clínica Rotger.
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Foto: JAUME MOREY El jefe de Cirugía Vascular, Óscar Merino .

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