Miedo en la Platja de Palma: «Es un ambiente que no se puede soportar»
Vecinos, turistas y trabajadores explicaron lo que sufren con los peligrosos Hell Angels
La resaca del terrible suceso ocurrido el pasado 19 de marzo en un restaurante de la Platja de Palma sigue coleando entre los vecinos, turistas y restauradores de la zona. El episodio violento que protagonizó el líder de los Ángeles del Infierno levantó polvoreda y abrió de nuevo una veda llena de miedo. Entre todos, coinciden en que cada verano la situación es delicada y que están «hartos de vivir con miedo en su propia casa».
Klaus J., un turista de nacionalidad alemana que lleva más de media vida pasando las vacaciones en Mallorca, consideró «imperdonable convivir con esta gente, no se puede tolerar que una zona como la Platja de Palma y s’Arenal se convierta en un barrio de delincuencia y se parezca al Bronx». Por otro lado, personalmente «no he tenido ningún episodio con ellos, pero sé lo que hay con algunos amigos que si que lo han pasado mal con ellos», expresó.
A su vez, la propietaria de uno de los restaurantes de la Platja de Palma aseguró que «tampoco han tenido problemas con ellos, pero estamos cansados de que tengan a compañeros del sector en un sinvivir». Sin embargo, no descartaron recibir alguna represalia en algún momento. «No creo que tengamos problemas nunca, pero quien sabe, no tengo ni idea como se mueven y porque, dudo que en un lugar de desayunos intenten meter mano», comentó.
En el mismo sentido, Joseph L, otro asiduo a la Platja de Palma en época veraniega analizó la evolución de la incidencia de esta banda en el día a día. «Los Ángeles del Infierno quieren mandar en toda la zona y me da la sensación de que todo esto va a más. Sabíamos que iba a pasar de nuevo. Esperamos que se ponga remedio», manifestó este turista alemán.
Por otro, otro restaurador de este enclave turístico de Palma, explicó más detalladamente lo que sufren sus colegas. «Tienen a todos los restaurantes con el corazón en el pecho, en más de una ocasión, cuando pasan por aquí intentamos pasar desapercibidos, pero el clima de tensión es palpable. Llegan a un bar, consumen y no pagan. Si les dices algo te amenazan, es insoportable», añadió.