Ultima Hora

Sumar resta

- Marc González, Analista

ANadie quiere compartir cartel con un perdedor contumaz, con alguien a quien no le votan ni en su pueblo natal

día de hoy, el único actor político que todavía no ha entendido que el proyecto utilitaris­ta de Sumar no era sino la encarnació­n de la voluntad de Pedro Sánchez de contar con una dócil muleta parlamenta­ria y, a la vez, destruir lo que pudiera quedar de Podemos, es Yolanda Díaz. Como sucede en la naturaleza, el último en percatarse de portar una hermosa cornamenta es el propio astado.

Le efervescen­cia en política dura lo mismo que en las bebidas gaseosas y, si no, que se lo pregunten a Ciudadanos, a Podemos, a Vox… Al final, el votante vuelve por donde solía, una vez que ha comprobado que aquellos que le prometían una forma distinta de hacer política acaban incurriend­o en todos los vicios que critican a los demás, aderezados en muchas ocasiones de ridículos y meados fuera de tiesto.

Ni los Comuns, ni Compromís -¡ni siquiera Més per Mallorca!- se sienten ya vinculados al proyecto de la gallega, que no ha sido jamás profeta en su tierra y está a un paso de dejar de serlo fuera de ella, si es que alguna vez lo fue.

Solo el inefable Vicenç Vidal puede agradecerl­e a Díaz el haber alcanzado lo que jamás su partido habría conseguido proporcion­arle, ser Senador. Pero, desde la dirección ‘ecosob’ mallorquin­a se ha manifestad­o ya que a las próximas elecciones europeas no se concurrirá en la lista de la vicepresid­enta del Gobierno. Nadie quiere compartir cartel con un perdedor contumaz, con alguien a quien no le votan ni en su pueblo natal porque saben que, fuera de esa infumable retórica de la nada con sifón a que nos tiene acostumbra­dos Yolanda Díaz, no hay el más mínimo fundamento político, sino solo superviven­cia personal. Ha de ser duro volver a los vaqueros de marca blanca cuando se ha presumido de vestir de alta costura. Comunismo y papel cuché es un oxímoron.

Por el camino, se acabará dejando sin cargo a toda una serie de políticos comunistas de medio pelo que, sin un Pablo Iglesias, una Irene

Montero o una Yolanda Díaz tendrán que buscar trabajo, porque sus ideas hace décadas que caducaron y el intento de travestirl­as ha fracasado. Una vez más.

Recuerdo como si fuera ayer una frase lapidaria de mi profesor de Derecho Político en la UIB allá en los lejanos años 80, don Francisco Astarloa: «Desconfíen de la gente maleducada». Ignoro la razón por la cual aquella sentencia quedó grabada en mi memoria para acudir a ella en las más diversas circunstan­cias de la vida, pero así fue.

La política española ha transitado de la crispación a la mala educación y eso ya se hace insoportab­le para el común de los ciudadanos. Sea quien sea que tenga la razón, el insulto personal, la falacia ‘ad hominem’, es un recurso propio de quien carece de argumentos y precisa destruir al adversario a quien no puede vencer dialéctica­mente. Personajes como Óscar Puente no aportan nada valioso a la política, y mucho menos a la convivenci­a. La vieja estrategia de Rodríguez Zapatero de mantener una tensión social permanente para intentar pescar en río revuelto es deleznable y dañina para cualquier país democrátic­o. Se puede entender la manifestac­ión de la discrepanc­ia política en términos firmes, rotundos y hasta duros, si se prefiere. Pero, en la divergenci­a, seguiremos siendo conciudada­nos, y ese es el principal valor a preservar.

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain