El nuevo jefe de la Flota de Putin que lo tiene muy difícil

Mucho hablar de los submarinos nucleares y de los misiles intercontinentales de largo alcance, pero lo cierto es que la Marina rusa hace aguas en lo convencional. Ha sido en el Mar Negro donde se ha demostrado que no está a la altura de las batallas navales de nuestro tiempo. Desde que empezó el conflicto con Ucrania, los drones y los misles enemigos le han hundido una gran cantidad de naves de todo tipo, desde la patrullera más moderna, la ‘Sergei Kotov’, al buque insignia de la flota, el ‘Moskva’. Además, el cuartel general de la Flota en Sebastopol ha sido bombardeado con frecuencia y sin demasiada dificultad. Así, la Marina rusa se ha visto obligada a retirar sus barcos del Mar Negro y al presidente Putin no le ha quedado más remedio que destituir al almirante Nikolai Evmenov después de tantos fracasos. Su sucesor es Alexandr Moiseev, que pertenece a la misma quinta: 1962. La carrera militar del nuevo jefe es de las más previsibles: se enroló en la Marina después del servicio militar, se graduó como ingeniero nuclear y especialista en electrónica con las máximas calificaciones; después comandó submarinos, fue jefe de división,… y posee los más altos honores, como la medalla de Héroe de la patria Rusa. Es curioso, y da una idea de cómo pueden cambiar las cosas, recordar que Moiseev era en 1998 el responsable del submarino de misiles balísticos K-407 que lanzó al espacio dos microsatélites comerciales alemanes. Nunca antes se había realizado un hecho similar, que parecía consolidar la pacífica y fructífera colaboración de Rusia con Europa. Moiseev se enfrenta ahora a un desafío mayúsculo y diferente, anular la más alta tecnología occidental que es capaz de hundir cualquier objetivo militar que se le ponga por delante. Por eso Putin no hace volar sus aviones, y por eso lleva la guerra a las trincheras, palmo a palmo, como en la Gran Guerra.