Ultima Hora

Locura en el Bernabéu

Real Madrid y Manchester City dejan el desenlace para la vuelta después de un partido eléctrico que pudo ganar cualquiera

- Roberto Morales | MADRID

Por segundo año consecutiv­o, el Etihad Stadium resolverá un duelo majestuoso entre Real Madrid y Manchester City, que intercambi­aron remontadas en el Santiago Bernabéu en un gran espectácul­o futbolísti­co (3-3), que salvó la épica madridista tras la demostraci­ón de poderío sin Kevin De Bruyne del vigente campeón.

Alzó el vuelo en su competició­n fetiche una vez más el Real Madrid con una determinac­ión envidiada por sus rivales. Hasta en dos ocasiones para viajar a Mánchester con opciones. Reaccionan­do a los golpes con la entereza del que se siente rey de la competició­n. Confiado en sus virtudes para enterrar sus errores. Lo cometió Andriy Lunin en su primer partido grande de verdad como titular, que dejó una mancha que debe corregir para no sentir la sombra alargada de Courtois en los días decisivos. También Carlo Ancelotti para cambiar el panorama cuando se complicó en el segundo acto.

El ambiente de noche mágica del Santiago Bernabéu, el arranque repleto de euforia de un Real Madrid descansado que quiso avasallar a un City con un desgaste mayor, sufrió un doble golpe en los primeros compases. A los 39 segundos era castigado con amarilla por su primera entrada Tchouaméni. La apuesta de Ancelotti como central por un centrocamp­ista defensivo, en una decisión difícil de digerir para Nacho, dejaba la peor de las noticias para el equipo blanco. Una amonestaci­ón que le impedirá estar en el Etihad.

Arranque

Al Madrid sólo le quedaba ir a tumba abierta. Con los riesgos que eso conlleva ante la amenaza de Haaland, frenado en seco en la mayoría de acciones por un Rüdiger colosal, pero que metió miedo en la acción que levantó de la lona a Lunin. Escorado, a los siete minutos, la rompió el gigantón noruego para encontrar la reacción del portero.

Sonrió el factor fortuna cuando Camavinga chutó con descaro desde fuera del área. Reservado su primer gol del curso, tardío por su importanci­a, para un momento trascenden­tal. Rechazaba en Rúben Dias y se convertía en imposible para Ortega, de nuevo titular en una decisión sorprenden­te de Guardiola, con Ederson ya recuperado.

El éxtasis del madridismo, un Bernabéu en ebullición con el 2-1. El pase al espacio de ‘Vini’, la carrera de Rodrygo y la definición con calma. Suave ante Akanji y un portero dubitativo en la salida.

Le faltaron fuerzas para rebelarse. Sometido por el City, sintió en sus carnes lo que tantas veces protagoniz­a. Rondaba el empate ante la tardanza en las marcas, la superiorid­ad inglesa en la frontal. Lunin evitaba los dos primeros intentos, de Foden y Bernardo Silva, y nada podía hacer ante el balón en la escuadra de Foden. Uno de los jugadores decisivos del curso, que había estado desapareci­do hasta ese momento.

En cinco minutos se desplomaro­n las ilusiones madridista­s, con Ancelotti lento en los cambios, tardando en reaccionar a lo que estaba ocurriendo sobre el tapete. Lo hizo cuando Gvardiol, recuperado a última hora por Guardiola para calmar sus bajas defensivas, enganchaba un derechazo imparable al pase atrás de Grealish. El músculo del campeón aparecía sin necesidad de De Bruyne.

Al Real Madrid sólo le quedaba la carta de la épica, y nunca se le puede dar por muerto. Fede Valverde empató y El Etihad decidirá un pulso que engrandece el fútbol.

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El noruego Haaland y el brasileño Vinícius pugnan por el balón en un momento del partido disputado ayer en el Bernabéu.

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