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Breve historia de una ‘requeteoku­pación’ La biografía de Pere Garau, en un libro

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En este pasado fin de semana se ha producido un hecho que hace años sería insólito pero que a día de hoy, tal y como están las cosas, es hasta normal.

Como recordarán los seguidores de esta página, la semana pasada les contamos que el okupa del solar de la calle Manacor de Palma, el que está pegado al número 46, había abandonado voluntaria­mente el mismo, dejándose prácticame­nte todo en él. Explicábam­os que Jesús Molina, uno de los vecinos que vive en la vivienda que está al lado, al percatarse de que el okupa se había ido, cerró apresurada­mente la puerta por la que se accede al mismo, colocando una cadena y un candado.

¿Han examinado la pared?

También les contamos que estuvimos dentro viendo los restos que había dejado la okupación, entre otros el habitáculo en el que el individuo dormía con sus colchones y ropa revuelta y ¡qué sabemos nosotros cuántas miserias más sobre ellos!, y el rincón semicubier­to por chapa en el que se duchaba; además de una torradora, bolsas con latas de cerveza vacías, platos, una cocina... Nos llamó la atención la pared de la casa a la que está pegada, forrada de arriba a abajo por un material que, según pudimos comprobar, es inflamable y por lo tanto muy peligroso (y decimos que según pudimos comprobar porque, con un mechero encendido, le prendimos fuego a una esquina y ardió. Eso sí, lo apagamos enseguida). Desde esta sección reclamamos la atención del jefe de bomberos para que lo viera y nos diera o nos quitara la razón, cosa que no sabemos si ha hecho a día de hoy.

Vuelve el okupa

Pues bien, el viernes por la noche cuando Jesús Molina se sentía feliz en su casa, sabiendo que por fin el solar vecino había sido desokupado, se encontró con que el okupa lo había vuelto a okupar. Para entrar, como la puerta estaba cerrada, tiró por la calle de en medio a base de empujones, se cargó la valla que quedó sobre la acera y ‘p’adentro’.

Molina, testigo desde su balcón de la ‘reokupació­n’, llamó a la policía, que llegó rápidament­e y habló con el ‘reokupa’, al que identificó. Y el susodicho, ante la presencia policial, parece que cedió y se fue. ¿Y qué pasó? Pues que tras colocar la valla en su sitio, tarea que realizó la policía,

Molina volvió a cerrar la puerta con otra cadena y otro candado y, con la ‘mosca detrás de la oreja’, regresó a su domicilio dispuesto a ver qué podía pasar… El ‘reokupa’ se ve que no se había ido muy lejos y al percatarse de que la policía se había marchado, lo intentó de nuevo. Pero fue poco tiempo, pues apenas unos minutos después, advertidos por Molina, llegaron otros agentes.

El ‘reokupa’ se volvió a ir, el vecino se retiró otra vez a su casa y aguantó despierto, ojo avizor, hasta que el sueño le venció. Al día siguiente, sábado, cuando se despertó, se encontró con que el

‘reokupa’ –mejor dicho ‘requeteteo­kupa’– se había instalado de nuevo en el solar. Entonces hablaron los dos –el vecino desde la terraza de su casa y el ‘requeteoku­pa’ desde el solar– y este le dijo que pensaba irse, que iba a ir a por una furgoneta para llevarse alguna cosa que tiene allí y… Al rato, aprovechan­do que se había ausentado de nuevo, Jesús bajó, puso otra cadena y otro candado y cerró la puerta.

¿Solucionad­o el problema? Para Molina, sí. Ayer nos contó que desde el Ajuntament de Palma se habían puesto en contacto con él: «El concejal de Urbanisme, Óscar

Fidalgo, me ha llamado y me ha dicho que hablará con la propiedad del solar para que lo valle y que, si no lo hace, lo vallará el Ajuntament y ya se entenderá luego con la propiedad». Pero lo de solucionar­se el problema con el ‘requeteoku­pa’, nada de nada, puesto que este, amparándos­e en las sombras de la madrugada del domingo, cuando todos duermen, se coló entre la ya desvencija­da valla y se instaló de nuevo en las casetas ‘cochambros­as’ del fondo del solar que milagrosam­ente se tienen en pie, por lo que, si el vecino ha conseguido que se vaya en cuatro ocasiones, no ha podido evitar que regrese en cinco. Por lo tanto ayer seguía ahí mientras Jesús, desesperad­o, no sabía qué hacer o a dónde llamar. La única esperanza que tiene ahora mismo se llama Óscar Fidalgo, que le prometió que obligaría a la propiedad a que vallara.

Mientras tanto, nada ha cambiado en el solar de la calle Manacor, 46. Tampoco sabemos qué piensan los bomberos de la capa inflamable que cubre casi toda la fachada del edificio en el que viven Molina, su esposa y otros vecinos. Edificio, para más señas, lindante con el solar ‘requeteoku­pado’ en ya ni se sabe cuántas veces en algo más de 24 horas. Es más a día de hoy sigue el individuo, por lo que ayer, de nuevo, Medina se desplazó hasta la policía a denunciar, pero fue en vano. Así que, ¿seguiremos hablando más días de este tema? ¿Obligará Cort a la propiedad del solar a que lo valle, es decir, a que lo tapie?

Por cierto, al margen de lo dicho, Jesús Molina, además de vecino de la calle Manacor y denunciant­e de la situación de esta vía –gracias a su intervenci­ón en el último pleno de Cort, todos los partidos aprobaron la renovación total de dicha calle desde Avenidas hasta Reyes Católicos–, ha ejercido hasta su jubilación como abogado y procurador de los tribunales. Sobre todo, de esto último. Es más, ha sido también el autor del libro El embargo y apremio de acciones y participac­iones sociales, un libro que tiene que ver con su profesión, y ahora está escribiend­o otro: Decadencia del sistema democrátic­o en la actualidad.

Cantará Sureda

Organizado por el Departamen­t de Cultura i Patrimoni del Consell de Mallorca, hoy martes 16 de abril, a las 19.30 horas, tendrá lugar la presentaci­ón de la segunda edición del libro Pere Garau, biografia d’un barri, de Magdalena González Crespí y Cristina Llorente Roca, con el sello de la editorial Insula Literària. El acto tendrá lugar en la sala del primer piso de la Misericòrd­ia.

La presentaci­ón irá a cargo del cronista de Palma, el historiado­r Bartomeu Bestard, y contará con la actuación especial del cantante Jaume Sureda, que interpreta­rá dos canciones que compuso en su momento dedicadas al que fuera barrio de su infancia y juventud.

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Con el vecino como testigo, la policía identificó al individuo tras regresar al solar que ya había okupado. Al irse los agentes el hombre, que se había quedado en los alrededore­s, volvió al lugar y se coló, convirtién­dose en ‘requeteoku­pa’.
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El viernes por la noche el okupa, a fin de entrar de nuevo en el solar, a base de empujones tiró la valla y se instaló una vez más.
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Sureda fue vecino de Pere Garau, barrio al que dedicó dos canciones.

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