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Nadal sube otro escalón

➧ El mallorquín emplea más de tres horas en vencer al argentino Cachín y se cita hoy en octavos de final con el checo Lehecka

- Santiago Aparicio | MADRID

Rafael Nadal, exigido, con sufrimient­o y algo de épica, se consolidó en Madrid, una estación inicialmen­te de paso en su hoja de ruta de la temporada en curso, encaminada hacia objetivos mayores, pero donde se ha asentado con una victoria ante el argentino Pedro Cachín (6-1, 6-7(5) y 6-3) que le acomoda en los octavos de final del Masters 1.000 de la Caja Mágica. Esta noche, no antes de las 22.00 horas, se medirá al checo Lehecka.

Necesitó Nadal más de tres horas de partido para sobrevivir en el torneo y aplazar otra vez su despedida. Afrontó Madrid con todas las precaucion­es y con la idea de avanzar, de progresar en su puesta a punto. Sin más. Sacó adelante el cara a cara inicial ante el estadounid­ense Darwin Blanch y, sobre todo, completó una esperada revancha frente a De Miñaur, undécimo jugador del mundo. Esta vez, en el tercer tramo, dejó en el camino a Pedro Cachín, un argentino de rango inferior, sin excesiva repercusió­n y malos números en el curso que apenas inquietó al español.

Está en alerta la Caja Mágica ante un eventual adiós de Nadal, que advirtió en la víspera de entrar en acción que afrontaba su última participac­ión en Madrid. Se prepara el torneo para dar una despedida a la altura a su pentacampe­ón, a la esencia del evento. Cada partido puede ser el último. Así se lo toma el de Manacor y también el público, que en cada partido, en cada juego y en cada punto quiere dar calor a su ídolo. Hacerle sentir querido.

Planeó el adiós durante un tramo del partido. El público torció el gesto porque vio cómo Cachín, intrascend­ente en el primer set, desapareci­do, irrelevant­e, emergió después. Dio un cambio radical el argentino, que tocó su techo en Madrid en los octavos de final del año pasado, eliminado por el finalista Jan Lennard Struff.

No hizo falta alardes del otrora número uno del mundo, que gastó momentos de alto nivel en el primer parcial, pero que fue arrinconad­o en el segundo. Cachín dio lo mejor. Creció en confianza, se

sintió a gusto y llevó al límite a Nadal.

Nada que ver este Cachín con el que llegó a Madrid, al Masters 1.000, lastrado por quince derrotas seguidas, aunque enmendó la situación con victorias notables ante el austríaco Sebastian Ofner

y el estadounid­ense Frances Tiafoe. Y nada mejor que un cara a cara con Nadal, con el rey de la tierra, para disparar su proyección, ahora anclada en el puesto 91 del ránking.

Problemas

De pronto, Nadal se encontró con un partido trampa, con un partido con el que no contaba que se le enquistara en el segundo set. Lo tenía perdido y lo pudo enmendar, pero Cachín, que ya había desperdici­ado tres puntos de set antes del tie break, no falló en el desempate. Le pudo la presión primero al argentino y luego el físico en la manga final. Aunque mantuvo el tipo. Igualó una desventaja de dos juegos y respondió al pulso con el 4-3. Aceleró el español, más preciso al final, hasta cerrar el partido.

«Es mucho tiempo sin competir y me cuesta», dijo Nadal sobre la pista. «Vamos a ver cómo nos levantamos el martes. Estoy disfrutand­o muchísimo de jugar aquí. Todos estos minutos en pista tienen un valor enorme para mí, también a nivel emocional», añadió.

El ganador de veintidós Grand Slam, que logró un tercer triunfo consecutiv­o por primera vez en dieciocho meses, jugará en octavos frente a Jiri Lehecka, que eliminó al brasileño Thiago Monteiro por 6-4 y 7-6 (5).

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Felicidad. Nadal celebra, brazos en alto, su triunfo frente a Pedro Cachín ayer por la tarde en Madrid. JUANJO MARTÍN

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