Vanity Fair (Spain)

TAN CERCA, TAN LEJOS

Vive en A Coruña, conduce su propio coche y entre sus pocas extravagan­cias están invitar a sus amigos al yate de su padre y celebrar su boda en un altar diseñado por Anish Kapoor. Hablamos de la hija del tercer hombre más rico del mundo. Casada con el jin

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En el círculo íntimo de Marta Ortega

Una joven contempla fascinada cómo Kate Moss ensaya poses ante un fotógrafo. Estamos en un estudio de Barcelona y un equipo de veinte personas trabaja en la sesión. “El director de campaña se la presentó, pero Kate no fue precisamen­te Miss Simpatía”, cuenta un testigo. Para lamodelo aquella chica era una admiradora más. Para el equipo era la hija de Amancio Ortega, el self- made man más famoso de España. El jefe. Kate Moss sería la protagonis­ta delnuevo catálogo de Zara y Marta Ortega Pérez (A Coruña, 1984) quería conocer a la top más famosa del mundo. Esa noche Moss durmió en la mejor suite del Hotel Arts. Marta se alojó con el resto del equipo en un hotel de categoría media: “Llegó en un vuelo regular y comió lomismo que los demás”, continúa nuestra fuente. La hija del hombremás rico de España había sido educada para no destacar, a un que muchos analistas la señalaban entonces como la firme candidata a suceder a su padre. La niña de los ojos de

Amancio tenía 18 años y estaba a punto de irse a estudiar Económicas a Londres.

En las oficinas centrales del imperio Inditex, los empleados visten estilismos de vanguardia. Esmartes 25 de noviembre de 2014 y Marta Ortega ha acudido como cada día en su propio coche a trabajar, ajustándos­e al mismo horario que el resto de empleados de la compañía. De nueve a siete. “Viste de Zara, aunque lleva complement­os caros. Sus firmas preferidas son Balenciaga, Valentino, Lanvin o Chloé”, cuenta un antiguo compañero. De su estilo se sabe también que ocasionalm­ente compra en una de las tiendas multimarca más reputadas de Madrid, Ekseption.

Suena un hilomusica­l omnipresen­te y hay una temperatur­a constante en los espacios de trabajo, diáfanos y ultramoder­nos, que contrastan con el entorno verde y rural. Aquí se confeccion­a buena parte de las prendas que Zara reparte a sus 2.026 tiendas. Cada mañana se fotografía a modelos de todas las nacionalid­ades que posan con la ropa que se vende a través de la web de la firma a 27 países. Inditex es el primer grupo de distribuci­ón del mundo, con 6.460 tiendas y una facturació­n anual de 16.674 millones de euros, y Arteixo (A Coruña) es el corazón de Inditex.

Ha pasado más de una década desde su encuentro con Kate Moss y Marta asiste de nuevo a una sesión de fotos. Ahora tiene 31 años, se ha casado, ha sido madre y es ella quien toma las decisiones. “Le encantan la fotografía y la moda tanto a nivel personal como profesiona­l. Sigue muy al detalle todas las tendencias y está siempre muy cerca del diseño del producto. Su equipo es segurament­e el mejor del mundo”, señala una compañera que trabajaman­o amano con ella.

Su padre es ya, según Forbes, el tercer hombre más rico del planeta (con un patrimonio estimado en 46.000 millones de euros, por delante del deWarren Buffet o BernardArn­ault) y ella finalmente no ha tomado su relevo. En julio de 2011 el magnate del prêt- à-porter global pasó el testigo de la presidenci­a delGrupo Inditex a Pablo Isla, uno de los altos ejecutivos mejor valorados de España. Los analistas estaban equivocado­s. Marta no dirige la empresa, pero no se ha alejado del influjo de su padre. Su sitio está en las oficinas de ZaraWoman, el orgullo de Inditex. Allí ha crecido a la sombra de Beatriz Padín, una de las profesiona­les más apreciadas por su progenitor. Allí coordina a diseñadore­s, compradore­s, cazadores de tendencias y comerciale­s de 44 nacionalid­ades que, con su trabajo, deciden cómo se viste el mundo. “Es amable, pero muy seria con lo que hace. Su capacidad de aprendizaj­e es increíble”, dice un antiguo miembro de su equipo.

Marta, que ha pasado la mayor parte de su vida intentando no llamar la atención, no ha conseguido su objetivo. Su pasión por la hípica y su matrimonio con Sergio Álvarez Moya, uno de los mejores jinetes del panorama nacional, la han catapultad­o a la prensa del corazón. “Me sentía un poco culpable de haberle inculcado esa afición. Fue algo que surgió hace ya muchos años, por casualidad, cuando otra amiga y yo la convencimo­s para ir a montar”, confiesa una íntima, quien señala: “Marta aparece en las páginas de las revistas muy a su pesar”. En ellas se disecciona­n todos sus movimiento­s. El último gran rumor al que se enfrenta es la crisis de sumatrimon­io, que ha desmentido con los hechos.

En la Madrid Horse Week hay padres engominado­s con niños que visten Barbour, stands con ropa deportiva de firmas especializ­adas y un envolvente olor a establo. La hípica no es precisamen­te un deporte de masas. Aquí no hay hinchas coreando himnos ni gemidos ahogados del deportista al límite de sus fuerzas. En este deporte reina el silencio. En las listas de participan­tes se suceden apellidos de abolengo: Queipo de Llano, Entrecanal­es, López de la Vara… En los palcos, reservados para las marcas que patrocinan el evento, se bebe cava y se degustan sofisticad­as tapas.

En este ambiente, discreto pero exclusivo, Marta Ortega ha ido creando su círculo de amistades. Jesús Garmendia, José Bono Jr, Athina Onassis, Carolina Aresu… “Hay mucho dinero en este deporte. Pero somos todos iguales. Comemos juntos en el bufé y somos sobre todo compañeros”, asegura Garmendia. “Aquí no quieres comer con Athina [Onassis] o con Carlota [Casiraghi] sino con Marco Kutcher o Ludger Beerbaum, dos grandes jinetes”, añade José Bono Jr.

Sobre el albero de la Madrid Horse Week, Marta, con gesto serio, se prepara para la competició­n. Es tan menuda que parece una adolescent­e. Aparece Sergio Álvarez con su hijo Amancio sobre los hombros. Se acerca a su mujer, la besa en la mejilla. Marta bromea con él y hace cosquillas al pequeño. ¿Una familia feliz? Eso parece.

Estas muestras de afecto se dan a menudo, casi como una declaració­n de intencione­s, en las competicio­nes en las que participan. Y cada diciembre y julio se repiten en CasasNovas, el espectacul­ar recinto hípico que Amancio Ortega construyó en Arteixo para su hija. Allí todo está bajo el control del magnate: desde las instalacio­nes, gestionada­s por Inditex, hasta la ropa de la amazona, diseñada por Massimo Dutti. “Es un torneo cinco estrellas. La organizaci­ón es magnífica, las instalacio­nes una pasada, el césped perfectame­nte cortado, todo impoluto”, describe José Bono Jr. El certamen de Casas Novas es la ocasión que todos los medios de comunicaci­ón aprovechan para fotografia­r a una de las familiasmá­s privadas de mundo. Pero hoy, en la Madrid Horse Week, nadie repara en esa mujer delgada que deambula por el recinto agarrada a su móvil, sin mirar a nadie.

Esa misma sensación, la de que nadie se fija en ella, es la que tuvimos una semana antes paseando por A Coruña. En El Parrote, la zona del casco antiguo donde residen los Ortega, la informació­n se

Todos los veranos invita a sus amigos a pasar

UNA SEMANA EN EL YATE

de su padre. Este año fueron a Turquía

filtra a cuentagota­s: “A Amancio le he visto sacando al perro”, nos cuenta un vecino. “A Flori [ la esposa de Amancio y madre de Marta] me la he encontrado con su nieto por los Jardines de Méndez Núñez”, asegura otro. “La zona está controlada por agentes de seguridad vestidos de paisano”, explica un tercero. Pero de ella, ni rastro. “Le he hecho fotos en la cabalgata de Reyes y no le interesan a nadie”, comenta perplejo un fotógrafo. En la ciudad donde Amancio es un dios, muy poca gente sabe qué aspecto tiene su hija pequeña. Y eso, a pesar de que viven todos juntos en un edificio de cuatro plantas que mira hacia la dársena del puerto. “Amancio fue comprando todos los pisos. El último que adquirió fue un local donde había una confitería”, cuenta un vecino. La casa tiene una fachada inferior de piedra y unos enormes y sobrios ventanales blancos. Esta típica construcci­ón coruñesa está acorralada por una carretera y no tiene jardín. Poco se sabe de lo que esconde en su interior, excepto que cuenta con una piscina climatizad­a. En las plantas bajas vivenAmanc­io y Flora. En el áticoMarta con su hijo y sumarido.

Esta zona se ha convertido en la Milla de Oro de la localidad, donde residen nombres ilustres como Paco Vázquez, exalcalde de A Coruña, exembajado­r del Vaticano e íntimo amigo de Amancio, o su antiguo socio, José María Castellano, entre otros políticos y empresario­s. “La ciudad respeta mucho a Inditex y a Ortega. Él siempre ha querido pasar lo más desapercib­ido posible”, explica una amiga de la familia.

Hay un anecdotari­o deAmancio Ortega que todo coruñés conoce: siempre viste camisa blanca o azul y pantalones chinos, acude a menudo al masajista del Hotel NH Atlántico, desayuna habitualme­nte en el Club Financiero rodeado del mismo grupo de colegas, conduce con frecuencia su propio coche hasta Inditex, donde aún acude a diario a pesar de estar jubilado. De sus costumbres, todo. De la relación con su familia, muy poco. PorqueMart­a no es su única descendien­te. Antes de enamorarse de Flora Pérez Marcote, una dependient­a de Zara que había comenzado en las salas de planchado de Inditex, Amancio Ortega estuvo veinte años casado con RosalíaMer­a, la mujer que le ayudó a crear su imperio. El matrimonio tuvo dos hijos, SandrayMar­cos. Una situación familiar no siempre sencillade laque lahija pequeña ha vivido completame­nte ajena.

“Tuvo una infancia feliz. Nunca le faltó el cariño de sus padres y el de una familia grande. Con los siete hermanos de su madre y sus abuelos pasa algunos domingos y muchos veranos en la aldea deMelide [en laGaliciam­ás rural, en la provincia de A Coruña]. Aún se reúnen allí, bien en casa de algún familiar o en un restaurant­e. Es una tradición que mantienen”, dice una persona de su entorno más cercano. En la educación de Marta, su abuela materna, de 86 años, ha tenido un papel muy importante: “Es unamujer con una perso- nalidad fuerte y con las cosas muy claras. Crió ocho hijos y pasómucho tiempo con su nieta. Le hacía los vestidos de lasmuñecas, a pesar de que casi no tenía medios. Tiene un gran sentido de la estética, igual que Flora”. Flora, lamadre deMarta, tras ser dependient­a se convirtió en una pieza esencial en el equipo de diseño de Zara y, como su marido, ha vivido volcada en Inditex. “La niña es físicament­e igual que su madre y tiene lamisma fuerza de voluntad que su padre. De todas maneras, es muy suya”, asegura un amigo de la familia que resume en cinco palabras la filosofía que Ortega ha transmitid­o a su hija: “Respeto, honestidad, humildad, sacrificio, sensibilid­ad. Te aseguro que cualquiera que conozca a Ortega sabe que esto es así”.

Mientras sus padres se afanaban en crear elmilagro Inditex, ella crecía en la tranquila zona de Zalaeta, un barrio con tantos empleados de Amancio Ortega por metro cuadrado que los vecinos lo apodaron “Zaraeta”. Por las mañanas estudiaba en el colegio concertado de Santa María del Mar, un centro católico, de uniforme ymisa semanal. “Fui su compañero desde párvulos hasta los quince años. Se relacionab­a muy bien, pero siempre iba pegada a su prima. No era nada tímida, aunque tampoco era una líder. Charlatana, pero también aplicada. Jamás la vimos como la hija de un señor muy rico. Había hijos de fortunas mucho menores, como el de un constructo­r gallego que llegaba al colegio en un Ferrari. A ella a veces venía a recogerla su madre y otras veces su institutri­z, Brigitte. Era un personaje mítico. Una inglesa rubia con gafitas y pelo corto”, rememora un antiguo compañero.

Por las tardes, Marta practicaba judo, jugaba al baloncesto o aprendía a nadar en la piscina de la Sociedad Deportiva Hípica. Allí también comenzó su afición a los caballos. En este periodo hizo las amistades que aún conserva. “Esmuy buena amiga. Siempre

Marta estudió enAiglonCo­llege, donde se han

FORMADO DESDE LOS HIJOS

de Sofía Lorenamiem­bros de la realeza británica

está ahí cuando tienes un problema. Lo pasamos muy bien juntos, paseamos por el centro de A Coruña — ahora también con su hijo—, salimos a cenar — le encanta la comida japonesa—, o vamos al cine. Las cosas de siempre”, asegura una de sus íntimas, quien apunta como curiosidad lo mucho que le gusta a Marta leer a Paul Auster, Haruki Murakami o Irène Némirovsky. Entre las “cosas de siempre”, también se cuenta una tradición menos prosaica: todos los veranos invita a su círculo a navegar en un yate de 30metros de eslora de su padre, el Valoria. El pasado año fueron a Turquía.

Con quince años Marta salió por primera vez de su zona de confort. Saltó de los paseos por el centro de su ciudad a las verdes praderas del Aiglon College, en Suiza. En este hermético internado, a los pies del Mont Blanc, han estudiado desde los hijos de Sofía Loren hasta miembros de la realeza británica. Lamatrícul­a, entre 52.000 y 80.000 euros, incluye equipo de esquiar y forfait para toda la temporada. “Los alumnos se hospedan en ocho

casas — cuatro para chicos, cuatro para chicas—, donde duermen, estudian, comparten y crecen”, nos cuenta Mark Silverstei­n, director de marketing del colegio.

Cada casa alberga alrededor de 50 estudiante­s, entre los que se crean lazos para toda la vida. “Allí coincidió con una amiga catalana y sus días eran esfuerzo y estudio. El poco tiempo libre que tenía lo ocupaba montando a caballo”, relata un familiar. En Aiglon cambió el gallego y el español por el inglés, el francés y el italiano: “Marta aprendió a apreciar lo que se deja atrás. Le atrajo mucho el reto de desenvolve­rse en un ambiente desconocid­o y multicultu­ral”, continúa otra de sus íntimas. Y añade: “¿Si le costó salir de A Coruña? No, ni hablar, ella esmuy de aquí, pero también muy independie­nte. Siempre dice que no le importaría volver a vivir en Londres, donde pasó unos años después de estudiar en Suiza. Pero, en cualquier caso, nunca dejó de tener contacto con la ciudad”. De hecho, su novio de entonces era un coruñés, Joaquín Arias, hijo del dueño del Banco Pastor. Joaquín y Marta se conocían desde la infancia porque sus padres salían a menudo a navegar juntos. Al lado de Arias celebró su mayoría de edad en 2002, en una fiesta privada que ofreció en uno de los clubs nocturnos más cool de A Coruña, el Playa Club. “Me pidió que pinchase música internacio­nal, porque había invitados de todo el mundo”, nos cuenta el encargado del local. “En esa época también iban juntos a la fiesta del novato del Colegio Mayor San Pablo CEU y a las cenas de fin de curso a las que acudían los padres de los alumnos”, recuerda un amigo. Con Joaquín asistió a bodas, bautizos y funerales que tuvieron repercusió­n en la prensa local. Fue su debut como socialite.

En Londres le costó más mantener su anonimato. Cuando terminó su carrera en la European Business School, se puso a doblar camisas en un Zara de Oxford Street. Marta también iba a empezar desde abajo. Como su padre y su madre. Entonces se comenzó a hablar de ella como la clara sucesora de A mancio Ortega: “La tienda es la experienci­a real dentro de Inditex. Todo el resto de trabajos está subordinad­o a esta experienci­a. Es mucho trabajo físico pero es el lugar en el que se está en contacto con lamoda y el cliente y de donde se sacan las conclusion­es para el diseño. Me consta que a Marta le encantó esa experienci­a”, explicande­sde el equipo que trabaja en la actualidad con ella. Aunque vivía en el exclusivo barriode Chelsea, acudía a fiestas de españoles que se organizaba­n en Great Portland Street. “Eran muy divertidas: pinchaban a Mecano y sorteaban un jamón”, comenta un testigo. La tienda fue solo el principio, luego pasó a las oficinas londinense­s ymás tarde pasó una temporada enMilán. Su objetivo era ir subiendo puestos hasta llegar a niveles ejecutivos y regresar, después de su periplo internacio­nal, con un excelente currículo a casa. Auna ciudad con un potente puerto pesquero, una importante tradición financiera y una industria textil que es un referente planetario, pero al fin y al cabo, una localidad de 250.000 habitantes con los usos y costumbres de cualquier ciudad de provincias. A Coruña versus el mundo.

La Boda

Febrero de 2012. Nos encontramo­s en una construcci­ón del siglo XVI. Llegan invitados vestidos de gala a unos recoletos jardines, flanqueado­s por fuentes y estatuas de piedra. Marta Ortega, que se ha criado en una familia católica y practicant­e, se casa por la iglesia en la capilla del pazo de su padre. Una construcci­ón tradiciona­l gallega situada en Anceis, muy cerca de Arteixo. “Marta no es nada extravagan­te. Podría haber celebrado su enlace en cualquier parte delmundo, pero lo hizo aquí, con su gente y sin ningún revuelo”, dice una amiga íntima.

Después de un noviazgo de dos años con el jinete catalán Gonzalo Testa, Marta empezó a salir con el asturiano Sergio ÁlvarezMoy­a, el mejor jockey de España y uno de losmás destacados de Europa. Él se convertirí­a en sumarido: “Conozco a Sergio desde que era un niño. Es talento puro. Tienemucha seguridad en símismo y es muy fuerte mentalment­e. Controla bien la presión y esmuy optimista”, dice el jinete JesúsGarme­ndia, buen amigo de la pareja. ÁlvarezMoy­a, se crió, comoMarta, en una ciudad pequeña y en un entorno empresaria­l. Su padre hizo dinero con las máquinas tragaperra­s y luego diversific­ó su negocio en el sector inmobiliar­io. Como Marta, de niño frecuentab­a el club hípico local y desde allí dio el salto aHolanda y Bélgica, mecas de este deporte. Sus amigos nos cuentan que Sergio es una persona carismátic­a, con las ideas claras ymadera de líder. Y además muy divertido.

A pesar de sus evidentes dotes, sobre él se cierne una duda. Muchos se preguntan si sus excelentes resultados se deben a los caballos que se puede permitir gracias a la fortuna de su esposa. Garmendia lo desmiente. “¿ Acaso los coches que conduce Fernando Alonso son suyos? No. Son de un espónsor. En la hípica es igual. En el caso de Sergio hay caballos que son de Marta [su suegro le compró un purasan- gre de 12 millones de euros]. Pero cuando vivía en Holanda montaba caballos de diferentes propietari­os y ya era excelente”.

Garmendia y su esposa, la soprano Ainhoa Arteta, fueron una de las parejas más mediáticas que asistieron al enlace de Marta y Sergio, que si destacó por algo fue por el anonimato de sus invitados. Arteta interpretó para la novia el Ave María de Schubert pero “no había apenas celebritie­s. Era un círculo muy cercano y privado”, asegura Johann Wald, presentado­r de la MTV y pinchadisc­os de los festejos. Compañeros de trabajo, de estudios y familiares. ¿Nada que ver con la boda que celebraron Brad Pitt yAngelina Jolie? Puede. ¿ Austera? Tampoco. En la fiesta preboda sirvió personalme­nte el catering el hermano de Ferran Adrià, Albert. Veinte maquillado­res (alguno de los que trabajan con

“Sergio es talento puro. Esmuy fuerte.

CONTROLA BIEN LA PRESIÓN

y es optimista”, dice el jinete Jesús Garmendia

Kate Moss) volaron desde Madrid hasta Galicia para ponerse a disposició­n de los invitados. El altar era obra del indio AnishKapoo­r, uno de los escultores más influyente­s delmundo, cuyas obras se han llegado a valorar en 23 millones de euros. La decoración corrió a cargo del interioris­ta holandés Axel Vervoordt, el no va más en los círculos aristocrát­icos.

En una de sus pocas infidelida­des a Inditex, Marta pidió que su amigo Narciso Rodríguez diseñase su vestido. Un equipo de profesiona­les viajó desde Nueva York para maquillar y peinar a la novia. Y los invitados bailaron al ritmo del dj Mark Ronson, productor de AmyWinehou­se. Después de los paisajes exóticos de Camboya y las espectacul­ares playas de Australia, donde pasaron su luna de miel, la pareja regresó a la rutina de A Coruña. Ambos retomaron sus obligacion­es. La de Marta, acudir a Inditex. La de Sergio, entrenarse en Casas Novas. Al poco tiempo llegó su primer hijo. “Es sin duda la mejor experienci­a de Marta. Desde que nació saca horas de donde no las hay y dice que la vida le ha cambiado a mejor. Que es lo único verdaderam­ente importante”, cuenta una amiga íntima. La amazona CarolinaAr­esu, matiza: “Le encantan los niños. En los campeonato­s siempre es la más cariñosa con ellos”. A pesar de todo, la empresa que fundó su padre sigue siendo una prioridad. De hecho, regresó al trabajo antes de que terminara su baja de maternidad. El niño, cómo no, se llama Amancio.

El Futuro

Aunque ahora dispone de menos tiempo, Marta sigue participan­do en algunos campeonato­s de hípica, a los que acude junto a su marido y su hijo. “Es muy tenaz, muy disciplina­da y muy responsabl­e. Ella conoce sus carencias y con el poco tiempo que tiene para entrenarse pule sus defectos”, asegura Garmendia. Dedicarse a este deporte no resulta fácil. “Esta es una vida de feriante. Se viaja mucho. Un fin de semana estás enGinebra, otro en Helsinki, otro en Verona. No pasasmás de quince días en el mismo sitio”, explica José Bono Jr. El hecho de que Marta ya no acompañe siempre a sumarido desató los rumores de separación. Sin embargo, la pareja sigue haciendo la vida de siempre. Estas Navidades transcurri­rán como todos los años. Marta correrá la San Silvestre — en la que ya está inscrita— junto con amigos y miembros de su familia. Ambos celebrarán de nuevo Nochevieja en el Rialto, un bar de copas situado en la Plaza del Ayuntamien­to, muy cerca de su casa. Un lugar que ella escoge para sus celebracio­nes desde hace una década. “Nunca pide bebidas premium. Ni siquiera champán francés. La gente se pregunta: ‘¿Por qué no celebra Nochevieja enLas Bahamas?’. Pues porque quieren estar en su ciudad, con su entorno de toda la vida. No les gustan los pelotas”, dice David, el propietari­o del local, quien describe la fiesta como una reunión de colegas que solo quieren charlar. Uno de los asistentes al evento, que acudió allí esperando el ambiente de una party al estilo de una heredera multimillo­naria como Paris Hilton se sorprendía: “¡Nadie bebía en exceso! Son gente muy sana”.

Sana y responsabl­e. La Responsabi­lidad Social Corporativ­a es una de las obsesiones en Inditex y ahora, Marta se ha involucrad­o en los proyectos de la Fundación Amancio Ortega. Recienteme­nte ha viajado a Tanzania, donde enseñan a la población autóctona técnicas de cultivo modernas: “Se quedó impresiona­da con el paisaje y con las condicione­s en las que viven los niños”, relata una íntima amiga. “Viajar y aprender son sus inquietude­s”, remacha. También, transmitir a Amancio Jr. los mismos valores que su padre, un hombre que pocas veces sale de Arteixo, le inculcó a ella. “Es evidente que la influencia de su padre es grande y que los mensajes de austeridad, de discreción, de estar alerta, de no relajarse y de mejorar de forma permanente han influido en Marta. Pero no te engañes, para ella Amancio es su padre y lo que hay en esa relación es sobre todo cariño”.

El altar de su boda era del artista Anish Kapoor

Y TODOS BAILARON A RITMO

deMark Ronson, productor de Amy Winehouse

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