Angelina Jolie
pues es enviada especial del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Ella recorre los mismos caminos de tierra llenos de peligros que los equipos de rescate, losmédicos y los corresponsales extranjeros. En estas circunstancias no hay cabida para alfombras rojas ni vestidos deDonatella Versace. Su tarea consiste en desarrollar la campaña de defensa y apoyo deACNURy participar enmediaciones de alto nivel en complicadas situaciones de emergencia. Cualquiera en elmundo de la diplomacia sabe que todo esto es un trabajomuy duro.
Durante los últimos 14 años, desde que empezó su labor como Embajadora de Buena Voluntad para ACNUR, se ha implicado enmás de 50 misiones de esas características, que se han convertido en una parte importante de su vida. Se sienta durante horas en el duro suelo de los campos de refugiados, cuaderno en mano. Pasa de hablar sobre el Estado Islámico de Irak a la hambruna a la que se está enfrentando Sudán del Sur y la epidemia de ébola en África occidental. “Tanto tú como yo conocemos los horrores de la guerra”, me dice en el set de rodaje. Sostiene un vaso de poliestireno con sopa de verduras y un poco de zumo natural, del que bebe a sorbos — no tiene tiempo para comer con calma, pues espera poder rodar una toma antes de que se vaya la luz—. No lleva maquillaje, solo una generosa capa de protector solar. Se ha recogido su larga melena — que se le ha aclarado ligeramente por la exposición al sol australiano— bajo un sombrero flexible. “Quiero que los niños pequeños puedan ver esta película. Deseo algo que pueda ofrecerles a mis hijos: unmensaje vital”.
Uno de sus niños, Maddox (que ahora tiene 13 años), se pasea por el set observando la actividad y charlando con los actores. Trabajará como ayudante de producción en la próxima película de su madre, en la que ella dirigirá a su marido, Brad Pitt. Pero, de momento, sus cinco hijos pequeños — Pax, que acaba de cumplir 11 años; Zahara, de 9; Shiloh, de 8 años y los mellizos Vivienne y Knox, de 6 años— se encuentran en una espaciosa casa alquilada en Sidney, a muy poca distancia en coche del rodaje, donde Jolie cena en familia con ellos la mayor parte de las noches.
Angelina Jolie no acostumbra a quejarse. La he acompañado durante varias visitas en zonas en conflicto y si algo me ha llamado la atención es que no tiene ni la más mínima faceta de diva. Normalmente, suele llegar pronto a las reuniones y se sienta en silencio, esperando con un libro o unas notas. No la acompaña ningún séquito. Viaja ligera de equipaje con un solo bulto: una valiosa lección que ha aprendido de trabajar para organizaciones humanitarias y tener que saltar desde helicópteros en lugares remotos. Es educada y no se lamenta cuando está cansada o se encuentramal. Sus prioridades siempre han estado claras. Cuen- ta con una única asistente personal (que en realidad es una de sus amigas más íntimas), tutores y un amplio equipo de confianza, quienes trabajan en casa en la educación de los niños, que no van al colegio. A menudo la familia se reúne en una suite de algún hotel o una villa y cenan juntos o ven alguna película. Tanto Jolie como Pitt son muy activos en su papel como padres. Por ejemplo, durante el día libre de Jolie, llevaron a los niños a pasar la noche al zoo Taronga de Sidney en una visita organizada.
En su enlace sorpresa, celebrado el pasado agosto en su casa del sur de Francia, todo elmundo colaboró. “Celebramos la boda entre todos — me cuenta—. No había tarta, así que Pax hizo una. Los niños elaboraron unos pequeños cojines para las alianzas, y Knox practicaba con una bellota que se le caía todo el rato del cojín. La madre de Brad [Jane Pitt] recogió unas flores del campo e hizo guirnaldas”. Los niños les ayudaron a escribir sus votos. “No esperan que no nos peleemos nunca, pero nos hicieron prometer que siempre pediríamos perdón si nos peleábamos. Nos preguntaron: ‘¿Lo haréis?’, y nosotros respondimos: ‘¡Vale!’.
Para quienes los conocen es como si llevaran casadosmucho tiempo: se demuestran su estima, respeto y afecto y a menudo se hablan utilizando apelativos como “cariño”. ¿Siente ahora que han iniciado una relación diferente? “Sí, es distinto — reflexiona—. Es agradable ser marido y mujer”.
Hace pocomás de un año, Brad Pitt, cuando aún era su prometido, protagonizó otra película ambientada en la Segunda Guerra Mundial, Corazones de acero, casi al otro lado del planeta, en Inglaterra. Entonces, ambos se dedicaron a intercambiar notas manuscritas — que se enviaban por correo postal—, porque eso era lo que hacían las parejas durante la guerra. Ese tipo de detalles y de autenticidad son importantes para Jolie. En Bosnia, durante el rodaje de En tierra de sangre y miel, se entrevistó con corresponsales de guerra para cerciorarse de que en la película se los retrataba fielmente. Estudió la historia de la antigua Yugoslavia y consultó sus dudas con el veterano diplomático RichardHolbrooke, que fue enviado del presidente Clinton en los Balcanes y representante especial en Pakistán y Afganistán a las órdenes de la secretaria de Estado Hillary Clinton. Demanera similar, Jolie se prepara concienzudamente para sus misiones humanitarias, asesorada por consejeros de confianza de la ONU, por expertos en política exterior y por los compañeros del Consejo de Relaciones Exteriores, del que es miembro. Nomuchos de los integrantes del Sindicato de Directores de Estados Unidos pueden presumir de esto.
Jolie se sintió atraída por la historia de Zamperini por su fortaleza, su instinto de supervivencia, su fe inquebrantable durante una situación terrorífica y sus
“Mis hijos no esperan que Brad y yo no nos peleemos nunca, pero nos hicieron
prometer que siempre nos pediríamos perdón”
férreas convicciones. Por suerte, eran vecinos: desde donde ella vive, en Hollywood Hills, podía ver la casa de él. Recuerda haber presionado firmemente para dirigir su historia y, cuando finalmente Universal le dio luz verde, le pidió a Pitt que saliera a la calle e izara la bandera estadounidense para que Zamperini pudiera verla. Entonces, le llamó por teléfono y, triunfante, le dijo: “¡Louis, mira por la ventana!”.
Jolie acompañó a Zamperini durante sus últimos días de vida. Está orgullosa de haber podido enseñarle una primera versión de la película, aunque sus momentos juntos fueron agridulces. Al principio se sintió nerviosa al pensar en cuál sería la reacción de él. “Yo me emocionaba con mucha más facilidad que él — explica—. Fui a cuidarle y, en realidad, fue él quien acabó cuidando de mí”.
Juntos, sentados en el hospital, contemplaron las escenas de la película, llena de adversidades, resistencia y, finalmente, triunfo… Ahí está Zamperini de joven, con su hermano, que lo animó a cultivar sus facultades; corriendo en los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín; el accidente aéreo que finalmente le cambió la vida; los difíciles días que pasó en alta mar y el sufrimiento atroz que padeció en el campo de internamiento. “Fue una experiencia muy conmovedora — comenta Jolie entre lágrimas, mientras le falla la voz—, ver a una persona contemplando su propia vida, alguien que fue físicamente tan fuerte pero a quien su cuerpo está dejando de responder”. Es evidente que Jolie también se refiere al cáncer de ovario que en 2007 acabó con la vida de su madre, la actriz Marcheline Bertrand, a la edad de 56 años.
En un momento dado recuerda que el estado de Zamperini empezó a mejorar. “[ Los médicos] dijeron que estaba ejercitándose para respirar por sí mismo. Y eso eraloque él siempremedecía: ‘Te entrenas, peleas más duro que todos los demás y, al final, ganas. Si te pones a ello, lo haces’. — En este punto, Jolie se emociona y después se recompone—. Poéticamente, aguantó 40 días y 40 noches”. Y, después, Zamperini falleció. Sumuerte hizo que se sintiera aúnmás decidida a difundir elmensaje de Unbroken. “Él no deseaba que los demás comprobaran lo extraordinario que era, sino que se dieran cuentan de lo extraordinarios que podemos ser todos — explica—. Su vida al principio no fue precisamente perfecta. Y sirve de recordatorio de que el espíritu de cada cual, la voluntad de hacer el bien y defender las cosas, es algo muy, pero que muy poderoso”.
Viajando con Ella
Conocí a Angelina Jolie hace tres años cuando se puso en contacto conmigo por un libro que escribí sobre la guerra de Bosnia, Madness visible, parcialmente basado en mi trabajo de reportera para Vanity Fair. Me envió una nota, algo del estilo de: “Estamos en la misma onda”. En aquella época acababa de terminar su película sobre los horrores del conflicto en la Bosnia de los noventa. Cuando Pitt y ella fueron a Foca, el escenario de uno de los “campos de violación” más duros, los ciudadanos bosnios se quedaron desconcertados. También se había enteradode que una serie de corresponsales que habían cubierto el conflicto (yo incluida) se manifestaban escépticos. En la calle se escuchaba: “¿Cómo diablos va a poder Angelina Jolie— o Lara Croft, que era más bien como la veía yo—, plasmar este escándalo flagrante en una película?”. Al final, hizo uno de lasmejores cintas y retrató fielmente la guerra.
A menudo le pregunto cuál será el siguiente capítulo en su vida. (De hecho, acaba de firmar para dirigir otra película: África, sobre el paleontólogo Richard Leakey y su campaña para salvar los elefantes en Kenia). Y, aun así, más allá de suspasiones creativas, percibo que quizá haya un futuro más brillante en el horizonte. ¿Acabará metiéndose enpolítica? ¿O, digamos, endiplomacia, como la actriz Shirley Temple? Jolie se suele tomar en broma las preguntas así. Contesta que todavía quiere dedicarse a escribir y dirigir. Pero su trayectoria es más clara cuanto más desarrolla sus propios proyectos para promover el bienestar humano por todo el mundo.
“Cuando te dedicas a labores humanitarias eres consciente de que hay que tener en cuenta la política. Si de verdad quieres conseguir cambiar las cosas drásticamente, entonces tienes una responsabilidad. Pero, sinceramente, no sé en qué papel podría yo ser más útil: soy consciente de lo que hago para ganarme la vida y eso podría hacerlo menos posible”.
Líbano, febrero de 2014
Durante un descanso de la postproducción de Unbroken, Jolie aterriza en el Aeropuerto Internacional Rafic Hariri de Beirut. A su llegada se encuentra con muchas manos que estrechar, fotos y demasiado protocolo político. Sin embargo Jolie se muestra discreta, vestida con su habitual uniforme de trabajo: pantalones ceñidos, bailarinas y una blusa suelta. Opta casi siempre por ropa negra, blanca, azul marino o gris.
Realmente parece estar de buen humor, a pesar de que acaba de volar 12.000 kilómetros. Es una de esas personas que te abrazan con fuerza. Cuando le digo que está fantástica, se encoge de hombros y me dice: “Llevo un buen antiojeras”. Nos dirigimos al valle de la Becá. La crisis de los refugiados allí es grave, con más de tres millones de personas que han huido de la guerra en Siria hacia Jordania, Turquía y muchos de ellos hacia el Líbano o cualquier otro lugar. Al día siguiente, Jolie pasa toda la jornada junto a niños que han sido desplazados, buscando maneras de solventar la burocracia y ayudando a priorizar sus necesidades. De camino hacia una reunión con el primer ministro libanés hace una parada en la oficina sobre el terreno de ACNUR para desayunar con el personal local. Uno de los funcionarios, el encargado de organizar los coches que enlazan Beirut con la Becá, desea hacerse una foto con ella, para sumadre, según le explica. Un considerable grupo de funcionarios de alta categoría y de políticos locales la está esperando para hablar. Sin embargo, en el momento en el que el hombre expresa su deseo, se acerca a él y conuna gran sonrisa, posa para la foto. “Para sumadre”, ledice.
Maddox, de 13 años, trabajará como ayudante de producción en la próxima película de su madre, en la que dirige a Pitt
Bosnia- Herzegovina, marzo de 2014
Un
mes más tarde, Jolie y yo nos encontramos a bordo del jet privado de la rei-
na Isabel II, que ha despegado desde una pequeña base aérea a las afueras de Londres. Por razones humanitarias se ha permitido el uso del avión a William Hague, el secretario de Asuntos Exteriores británico, que también se encuentra allí, con la cabeza enterrada en una pila de papeles, sentado junto a Jolie — ahora es primer secretario de Estado y líder de la Cámara de los Comunes—. Tras una escala en Sarajevo, nos dirigimos a Srebrenica, el escenario de la masacre de 8.000 hombres y mucha chos musulmanes durante la guerra de Bosnia.
Hague, un aclamado estadista del partido conservador, se percató de las actividades de Jolie cuando su asesora, natural de Bosnia, Armin ka Helic, lo persuadió para que se sentara a ver En tierra de sangre y miel. Hague no es precisamente el ser más dispuesto a demostrar abiertamente sus emociones, pero la película lo conmovió. Ambos se encontraron y empezaron a colaborar en lo que se convertiría en la PSVI ( Iniciativa para la Prevención de la Violencia Sexual). Viajaron a Ruanda y a la República Democrática del Congo en 2013, poco después de que Jolie se sometiera a una doble mastectomía preventiva. Al principio, mantuvo un estoico silencio sobre su operación. Sin embargo, unos meses después publicó un artículo en The New York Times para intentar ayudar a otras mujeres que tuvieran que enfrentarse a una dolorosa decisión similar a la suya. La belleza del texto reside en que nohay enél niuná picede autocompasión. De hecho, daba ánimos a otras mujeres. “A título personal, no me siento menos mujer en absoluto — escribió—. Me ha dado fuerzas el hecho de haber tomado esta importante decisión que no disminuye ni lo más mínimo mi femineidad”. Todo esto significa bamucho viniendo de una de las mujeres más sexys del mundo. Fue un momento decisivo en su imagen pública. Si Jolie en algúnmomento fue la niña rebelde de Hollywood, con aquello llegó oficialmente el final de esa faceta. (En el viaje al Congo hizo su trabajo sin mencionar su operación. “Si tenía dolores, nunca llegamos a enterarnos”, comenta un compañero que estuvo con ella).
Londres, junio de 2014
Jolie se encuentra en Londres con Hague, como coanfitriona de la cumbre mundial paraponer fin a la violencia sexual en situaciones de conflicto. Se ha traído a toda la familia con ella y ocupan una suite en un hotel del West End. Durante esos cuatro días se reúne con representantes de países como Liberia, El Congoy Sri Lanka. En la última jornada de la cumbre se anuncia que Jolie será nombrada por la reina Isabel Gran Dama del Imperio Británico, uno de los mayores honores concedidos en Reino Unido. Esa noche tiene lugar una sencilla cena familiar en un restaurante japonés. Pitt y los niños celebran el cumpleaños del ahijado del actor. Esa noche Jolie parece tranquila y relajada mientras se bebe un mojito de vodka. Se siente entusiasmada por la nueva distinción (concedida ocasionalmente a estadounidenses), pero tiene otras cosas en la cabeza. La semana siguiente viajará a Tailandia para otramisiónde laONU, esta vez conmotivo del Día Mundial de los Refugiados. El país se ha visto sacudido por una crisis política tras protestas multitudinarias y violencia callejera, pero Jolie parece no inmutarse.
Después de la cena — sushi y yakitori a la parrilla—, Jolie regresa a su hotel, se quita los tacones y come nachos mientras ven el Mundial de fútbol en la tele: Holanda- España. De vez en cuando Pitt jalea y grita. Un amigo entra en la habitación para preguntarle a ella sobre la preparación del equipaje de la familia. Su hija Zahara entra y se inclina hacia ella. “¿Qué pasa, cariño?”, le pregunta Jolie. Pegandola cara a la de su madre, Zahara le cuenta un secreto que da pie a una carcajada. Más tarde, Jolie, imitándola, dice envozbaja: “Mehadichoque Mad se estábesandocon sunovia”. Enesos momentos, antes que trabajadora humanitaria, directora o estrella de Hollywood, Jolie es, ante todo, madre.
En2005, la actriz, de entonces 29años, concedió una extraordinaria entrevista a Vanity Fair. Fue extraordinaria porque la Angelina Jolie de hace diez años no es la misma mujer que tengo sentada ante mí, serena e intelectualmente segura. En aquella época hablaba sobre sexo, sobre su pasado sentimental, sobre sus escándalos y sobre su exmarido, Billy Bob Thornton. Actualmente, habla con todo detalle de cómo hacer que los gobiernos reaccionen y reconozcan a las víctimas de violencia o de cómo gestionar la impunidad de manera que la violación no se utilice como arma durante la guerra. Casi parece senadora o diplomática. Eso sí, mientras habla, bebe a sorbos un mojito.
Malta, septiembre de 2014
Jolie me lla ma mien tras rueda su nueva película, By the sea. Como siempre, está haciendo varias cosas a la vez. No solo dirige a Brad Pitt (“Algunos amigos nos han dicho que estamos locos… Una película sobre un matrimonio que está pasando por una mala racha… y yo lo dirijo a él”), sino que ella misma también protagoniza la cinta junto a la actriz francesa Mélanie Laurent. Es su primer día de rodaje, y los niños están allí. Durante el fin de semana, un contingente de la ONU viajará a Malta para gestionar cómo reducir los incidentes de los inmigrantes que mueren en el mar, y Jolie se reunirá con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, António Guterres. Y, sin embargo, Jolie quiere charlar sobre Louis Zamperini, sobre la edición final de Unbroken, sobre la situación de los refugiados sirios, sobre el ISIS y los brutales asesinatos de los periodistas James Foley y Steven Sotloff. (En una ocasión, ella misma interpretó a la viuda del reportero asesinado Daniel Pearl, Mariane Pearl, en la película de Michael Winterbottom Un corazón invencible).
Ytambién quiere hablar sobre el futuro. La pregunta surge de nuevo: ¿Se ve a sí misma en los próximos años emprendiendo una carrera política, diplomática o de servicio público? “Estoy abierta a lo que venga”, contesta y parece, como siempre, dispuesta, valiente y seductora.