los ‘ sarko’ golpean dos veces
Lohan acusado de tráfico de influencias, ha sido imputado por el caso Betten courty vive entre el complot y la paranoia. Aúnasí, Nicolas Sarkozy acabade ganar la presidencia de supartido, UMP, conla intención de reconquistar el Elíseo en 2017. ÉRIC MANDON
Desvelamos cómo prepara Nicolas Sarkozy junto a sumujer, Carla Bruni, el asalto al poder del Elíseo en medio de la polémica por su imputación en el caso Bettencourt y acusado de tráfico de influencias.
Viene en persona a buscarme a la salita de espera que está pegada a su despacho. Es diciembre y hace frío en París. Acude enmangas de camisa y muestra una actitud arrogante, unamezcla de frialdad y desdén. Ya no le gustan los periodistas tanto como antes. Tiene grabados a fuego los titulares que le parecieron excesivamente críticos con él. Nicolas Sarkozy (París, 1955) no ha cambiado. “Durantemucho tiempo, la imagen que se ha dado demí ha sido la de un adicto a la política. Peroamí la política nome gusta. Es simplemente una forma de expresar algo”, asegura. Su despacho está lleno demedallas — le encantan— y de fotos — todas suyas— en las que aparece con grandes personalidades internacionales o junto a su familia. Una de ellas llama especialmente la atención: un retrato deMandela, dedicado. Se detiene ante una foto de Louis, el hijo que tuvo con Cécilia Ciganer, su segunda esposa. El chico está terminando la secundaria en una escuelamilitar en Estados Unidos, viste uniforme y le ha confesado: “Es la primera vez en mi vida que estoy orgulloso demímismo”. Y claro, su padre también lo está.
Sarkozy vive en un amplio piso pagado por el Estado (15.000 euros almes), en la primera planta de un elegante edificio parisino, a un kilómetro escaso de la que fuera su residencia durante cinco años: elElíseo. Lleva una barba de tres días que no piensa afeitarse hasta que no vuelva a la escena pública. Se sienta frente a una mesa baja en la que se encuentra una caja de puros. “Cuando Mitterrand y Chirac se fueron, los franceses sentían una cierta nostalgia. Pero conmigo es diferente: hay esperanza de futuro. Nunca antes se había visto nada semejante”. Está preparando su regreso, que anunciará dentro de unos meses. De vez en cuando se levanta y contesta una llamada de su esposa Carla Bruni. Cuando vuelve a sentarse, arremete con una dura crítica contra su sucesor. “Ese”, dice cuando habla de FrançoisHollande. Tampoco ahorra comentarios sobre sus amigos de la derecha. Le preocupa que Francia niegue el progreso y se convierta en el “hazmerreír de Europa”. Sobre España se detiene un segundo: “El país se está arruinando con las energías renovables”, comenta de pasada. Pretende dar una imagen de serenidad, pero ¿cómo podría estar sereno un hombre cuyo carácter ha sido su principal arma y su principal debilidad? “Tuve la desmesurada ambición de ser presidente de la República. Pero eso ya lo he superado”, confiesa.
Hacía dos años que no veía a Sarkozy. Nuestro último encuentro tuvo lugar en abril de 2012, en el palacio del Elíseo, apenas un mes antes de su derrota en las elecciones presidenciales. En aquella
ocasión, cuando estábamos acabando la entrevista, cogió un lápiz bicolor azul y rojo y se puso a dibujar un ojo bajo un sol mientras hablaba: “No tengo ningúnmiedo. Sé que tras la puerta hay otra habitación con otros tesoros por descubrir”. La escena era surrealista. Nunca le había visto coger de aquella manera una hoja en blanco y lanzarse a dibujar. “Se habrá dado cuenta de que el ojo no tiene pestañas — comentó—. Eso es porque no tengo nada que ocultar”.
Si pierdo, abandono la política”, aseguró Sarkozy durante la campaña de aquellas elecciones. Y lo cumplió. Pero ahora está de vuelta. Entretanto, estuvo a punto de perderse en un universo paralelo. Aquel verano de 2012 se planteó seriamente una reconversión profesional. En septiembre de ese mismo año le pidió a un banquero de su círculo próximo que lo nombrara director general de un fondo que estaba a punto de crear. “El objetivo era hacerse con acciones de empresas europeas — asegura el banquero, que prefiere mantener el anonimato—. El fondo lo habrían financiado importantes inversores internacionales, entre ellos Qatar, pero sin llegar nunca a tener una posición mayoritaria”. Algunos allegados le advirtieron de que ese sería un viaje sin retorno. Si se embarcaba en aquella aventura no podría volver a la política. Apesar de todo, en enero de 2013, Sarkozy se sintió muy tentado por la idea. “Tanto, que decidió empezar con la operación”, continúa el banquero. “En marzo se le imputó por el caso Bettencourt [Lilliane Bettencourt, la millonaria dueña de L’Oréal, y su implicación en la supuesta financiación ilegal de la campaña presidencial de 2007] y todo se paró”.
Sarkozy se sintió acorralado y quiso luchar. Viendo que la justicia le pisaba los talones decidió permanecer en política. De hecho, en octubre de 2013 consiguió que se archivara su imputación por ese caso. Pero en marzode 2014 hubo un nuevo golpe de efecto. El periódico Le Monde publicó que Nicolas Sarkozy había estadoun mes bajo escuchas policiales. Se sospechaba que su abogado y él habían prometido un puesto a un altoma gistrado a cambiode obtener una resolución judicial favorable en el caso Bettencourt. El 1 de julio de 2014, la policía judicial lo interrogó durante nueve horas antes de ponerlo a disposición de los jueces e imputarlo de nuevo, esta vez por tráfico de influencias, corrupción y encubrimiento de un delito de violación de secreto profesional. Sarkozy declaró ante la policía: “Mi detención provisional responde al deseo de humillarme públicamente. Pero yo no soy menos que nadie. Tengo derecho a que la justicia sea imparcial conmigo”.
En la actualidad, los casos se le acumulan. “Está convencido de que es víctima de un complot”, declara un hombre de negocios que pertenece a su círculo de allegados. Su partido está inmerso en un escándalode financiación ilegal, loque alimenta las sospechas sobre su campaña presidencial de 2012. No solo se han anulado las cuentas de dicha campaña por exceder el importe de gastos au- torizados, sino que planean serias dudas sobre si los gastos fueron reales o no, y sobre la cuantía legal que se sobrepasó.
Pero lamejor defensa es unbuenataque. Sarkozy hacambiado todos sus planes para utilizar el partido como escudo. Durante mucho tiempo aseguró que nunca, jamás, volvería a presentarse con la UMP [Unión por un Movimiento Popular] porque eso le haría perder el protagonismo del que gozaba. También afirmaba que regresaría tarde, en 2015, o incluso en 2016, justo antes de las elecciones presidenciales de2017. Pero parecequenoha cumplido su palabra. El pasado 29 de noviembre se alzó con la presidencia del principal partido de la derecha, UMP, al que por cierto piensa cambiar el nombre en la primavera de 2015. Para él, lo importante es retomar las riendas. Al día siguiente de ganar las elecciones de su partido, empezó a actuar como si fuera de nuevo el jefe del Estado. Anunció que visitaría a Angela Merkel la semana siguiente, porque asistiría a un congreso de la CDU—la canciller alemana se negó a recibirle para no contrariar a François Hollande—. Lo que sí hizo, en plena euforia post- electoral, fue un viaje de ida y vueltaa Qatar paraofrecer una conferencia muy bienpagada, algo que no sentó nada bien ni siquiera a los miembros de su partido. A Sarkozy le gusta hacer sus escapadas. Sus últimas vacaciones antes de volver a la palestra las pasó en Bali, en el hotel Bulgari Resort —la firma de la que es imagen Carla Bruni—, situado en un acantiladoa 150 metros sobre elocéano Índico. No se publicóning una foto de la pareja en aquel enclave lleno de magia. Desde que fuera puesto bajo escucha, los Sarkozy han aprendido a protegerse, a
“el desprecio oue genera es más fuerte ouela fascinación oue despierta”( B. lemaire)
desconfiar de todo y de todos. “Un amigo fotógrafo advirtió a Bruni que había paparazzi pululando alrededor de su casa, en el elegante distrito XVI de París”, cuenta un íntimo de la cantante. “La prensa comentaba que elmatrimonio pasaba por altibajos. Ella pensó inmediatamente que detrás de eso se encontraba el Elíseo y se refirió a las escuchas telefónicas de las que fue objeto su marido”. En definitiva, viven entre el complot y la paranoia.
Tampoco pierden detalle del culebrón que tiene atónita a la opinión pública: la espantada de Valérie Trierweiler y su volumen de confesiones que arrasa en las librerías. Carla Bruni ha leído Gracias por este momento ( Ed. Maeva) y le ha enseñado pasajes enteros a su marido. Aunque a él no lehace faltaning únlibro para saber todo sobre la vida de su sucesor. Como exministro del Interior (cargo que ocupó de 2002 a 2004), Sarkozy se mantiene muy bien informado gracias a una red policial amiga que sigue en activo. Carla Bruni no se llevaba mal con Trierweiler, a quien confesó, el díad el traspaso de poderes: “Nodebería decirlo, pero estoy contenta de que todo esto se acabe”. Y añadió: “Tengo miedo de que, sin la política, mimarido no le encuentre sentido a la vida”.
Me cito en una cafetería a dos pasos de la sede del UMP con el amigo más antiguo de Nicolas Sarkozy, Brice Hortefeux,