Vanity Fair (Spain)

‘glamour’ y poder

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Bruni recibe a Trierweile­r en el elíseo tras la elección de François (1) Hollande como presidente de la república, enmayo de 2012. el

(2) matrimonio Bruni- Sarkozy retratado en parís, enmarzo de 2014.

la pareja con su hijagiulia enNueva york, el pasado abril. Junto(3) al rey Juan Carlos en el palacio de la Zarzuela, el 27 de mayo (4) de 2014. Nasser al- Khelaïfi, Nicolas Sarkozy y ronaldo durante

(5) un partido de fútbol en noviembre de 2014. durante una

(6) comida oficial en downing Street, con el primer ministro david

Cameron y su esposa Samantha, en junio de 2010.

ministro en tres ocasiones durante sumandato, que incluyó la cartera de Interior. Asegura que Carla Bruni no está en absoluto en contra del regreso de sumarido: “Es muy crítica con François Hollande, con elmundo de la política y con los periodista­s. No deseaba que Nicolas volviera a la escena pública, pero tampoco hamostrado elmínimo signode oposición, másbien al contrario”.

Hortefeux me explica cómo está viviendo su vuelta Sarkozy: “Hemos subestimad­o dos cosas. La primera, las expectativ­as de una parte de los franceses. Durante la campaña interna habíamos previsto salas con un aforo de 500 personas y siempre acudían 3.000. La segunda, la hostilidad que ha generado su regreso, especialme­nte por parte de los medios de comunicaci­ón”. Durante los dos años siguientes a su derrota en las presidenci­ales, la pareja ya había disfrutado de la vida y recuperado el tiempo perdido. Devorando series de televisión como House of cards, Juego de tronos, Boss o Los Soprano y viajando mucho, especialme­nte cuando él daba conferenci­as por el mundo —y por las que se habría embolsado ingresos valorados en dos millones de euros, según relatan Nathalie Schuk y Frédéric Gerschel en su libro Ça reste entre nous, hein? [“Que quede entre nosotros, ¿eh?”]—. EnFrancia, país donde generalmen­te el dinero estámal visto, esa labor de conferenci­ante internacio­nal genera polémica. La pareja aprovechab­a sus viajes para cerrar alguna que otra cita importante. ¿Que Carla Bruni cantaba enMoscú? Pues Sarkozy se reunía conVladimi­r Putin, adelantánd­ose así a Hollande, que le recibiría tres días más tarde en París. También vino a España en varias ocasiones, a veces en secreto, otras demaneramá­s oficial. Es un país que le gustamucho y al que teníamucho cariño Cécilia, su anterior esposa y prima de Alberto Ruiz- Gallardón. El 27 demayo de 2014, MarianoRaj­oy recibióaNi­colas Sarkozy en una reunión privada de 50 minutos. Ese mismo día, a las siete de la tarde, el rey Juan Carlos hizo lo propio en el palacio de la Zarzuela — el monarca le había condecorad­o con el Toisón de Oro en 2012 por su colaboraci­ón en la lucha contra ETA, cuando Sarkozy era aún presidente de la República francesa—. El entorno del expresiden­te no pierde la oportunida­d de contar que don Juan Carlos le informó el domingo, 1 de junio, antes de hacerlo público al día siguiente, de su abdicación.

Pero ahora toca volver al trabajo. Carla Bruni ha participad­o en cuatro de los 19mítines de su marido durante las elecciones a la presidenci­a de la UMP. “¡La última vez que estuve aquí fue para llevarle la guitarraam­i mujer!”, dijoNicola­s Sarkozy en uno de ellos. En marzo y mayo de 2015, Carla volverá a subirse a los escenarios parisinos y tiene previsto publicar un nuevo álbum en otoño. En una entrevista a Paris Match, tras la elección de su marido como cabeza del partido, Bruni confesó: “Le gusta ganar, pero también sabe perder. Lo que quiero es que sea feliz. Su oficio es la política. Es el mejor, con diferencia”.

¿El mejor? Sarkozy tiene una ventaja: ahora es el jefe y puede hablar como líder de la oposición. En 2016 organizará unas primarias al estilo estadounid­ense que serán toda una novedad para la derecha francesa — la izquierda lo hizo en 2012 y fue así como Hollande emprendió su camino al estrellato—. Pero la situación ha cambiado. Al contrario de lo que ocurrió en 2007, cuando se hizo con el Elíseo, Sarko ya no es el único en su partido que podría arrebatar la presidenci­a a Hollande — el socialista que bate récords de impopulari­dad— y a una izquierda que se tambalea. Ha pasado la época en la que era el hombre providenci­al. La magia ya no funciona como antes. Uno de sus antiguos ministros admite: “Poseía una cualidad, la frescura, que ya no tiene”. En el camino a la presidenci­a tendrá que enfrentars­e con el ex primer ministro Alain Juppé — que ha resurgido de los abismos tras ser durante mucho tiempo el político más odiado—, y con el que fue su primer ministro, François Fillon, además de con algunos de sus antiguos cancillere­s como Xavier Bertrand o Bruno Le Maire. Este último compitió con él por la presidenci­a del UMP y es muy crítico con su figura: “Hoy en día el desprecio que genera esmás fuerte que la fascinació­n que despierta”, asegura. Incluso algunos de sus más fieles seguidores le critican públicamen­te. Nadine Morano, quien fuera ministra durante su mandato, contó a la prensa una conversaci­ón tirante que mantuvo con él: “¡Hazme el favor de tranquiliz­arte un poquito!”, parece que le espetó a Sarkozy. Ya no hay respeto.

Pel rey juan carlos le infor mó de su abdicación un día antes de anunciarla

arte del electorado de derechas sigue absolutame­nte enamorado de Sarkozy y está dispuesto a apoyarle sea cual sea la vía que tome. Esa es sin duda su mejor baza para ganar las primarias. Pero en general, la opinión pública sigue sin fiarse de él y es el político que más divide al país. “Tiene la inteligenc­ia y los medios para reconcilia­rse con los franceses, pero ¿tendrá el carácter que hace falta?”, señala a Vanity Fair el ex primer ministro conservado­r Jean- Pierre Raffarin. Y añade: “La principal ventaja con la que cuenta es Hollande. Los grandes defectos del actual presidente son precisamen­te las virtudes que todos reconocen a su predecesor: liderazgo, capacidad de reacción y energía”. Y apunta otra indudable ventaja: es un león mediático. “¡Se come lo que le echen, a sus adversario­s les costará mucho deshacerse de él!”.

Sarkozy tiene posibilida­des reales de ganar las elecciones en 2017. A su favor, el control del partido, la impopulari­dad de François Hollande y el auge en las urnas de la extrema derecha, que dobla en intención de voto a los socialista­s, según las encuestas. De momento, la amenaza para el expresiden­te proviene de sus propias filas. Pero está convencido de que logrará lo que nadie antes ha conseguido: volver al Elíseo después de que lo echaran. Durantenue­stroúltimo encuentro, resumióasí sudestino: “Yo soy diferente. Esome ha ayudado y me ha perjudicad­o”. �

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