La modelo que odiaba La fama
Mostrarse desnuda en un desfile histórico es una buena forma de presentarse ante el mundo como la nueva it- model. Edie Campbell (Londres, 1990) fue la encargada de cerrar el último show de Marc Jacobs para Vuitton: llevaba por todo vestuario una pintura corporal estratégicamente situada. Esa misma temporada, Campbell fue musa de Balenciaga, de Dior, de Givenchy, de Saint Laurent y de McQueen (y para casi todo ellos hizo campaña). Pero el gran golpe de efecto que ayudó a esta británica de ojos gigantes y si
— lueta menuda hijade una editora de moda
— de Vogue íntima amiga de Mario Testino a convertirseen el objeto de deseo de lasgrandes firmas, fue mucho menos grandilocuente: un corte de pelo mullet (similar al de la cantante Chrissie Hynde en los años ochenta) justo cuando el MET homenajeaba la estética punk en su baile anual la puso en órbita. Su actitud personal, sin embargo, está muy lejos de ser tan salvaje como su peinado o sus comparecencias fashion: “No por ser modelo tienes que sonreír todo el tiempo e ir a todas las fiestas”, dice ella. “Algunas modelos están enloquecidas con los medios y siempre están haciendo relaciones públicas. Yo me pregunto: ¿No puedes simplemente ser una persona y tener una vida separada de tu trabajo?”. Campbell, que sale con un hijo de Brian Ferry desde hace cinco años y es graduada en Historia del Arte pulveriza los clichés de las celebrities contemporáneas: “Cuando voy a un afiesta suelo estar con cara de malas pulgas en una esquina. La gente se pregunta: ¿Quién es esa rarita de la esquina con peinado mullet?”.