UNA HERENCIA BRILLANTE
CON CINCO GENERACIONES DETRÁS, KIM EVA WEMPE ES LA NUEVA GRAN DAMA DE LA JOYERÍA EUROPEA En 135 años la firma ha conseguido alianzas con las mejores casas relojeras suizas, patentes revolucionarias en cronógrafos navales y un taller de joyería vanguardis
El talento emprendedor es un rasgo genético que se pueda heredar? , el Kim Eva Wempe alma creativa de la firma de relojería y joyas más prestigiosa de Alemania, lleva sobre sus espaldas la responsabilidad de cinco generaciones entregadas a la misma empresa. “El interés por este oficio no está en los genes, pero se lo puedes enseñar a tus hijos simplemente haciéndoles vivir la experiencia emprendedora día a día. Yo empecé a trabajar conmi padre a los veinte años, antes incluso de saber lo que realmente quería”. En un mundo dominado por enormes corporaciones con consejos de administración copados por los bancos, las empresas familiares resultan un fenómeno tan interesante de observar como un taller de orfebres moldeando con sus propias manos metales preciosos. El primer Wempe, , tenía un
Gerhard Diedrich Wilhelm olfato instintivo para los negocios y un innegable sentido de la oportunidad: aprovechando sus relaciones privilegiadas con miembros de la industria relojera suiza, empezó a vender piezas de alta horología sobre bandejas de terciopelo construidas por él mismo en el salón de la casa de su tía. Muy pronto abriría tienda en una de las calles comerciales de Hamburgo — ya entonces uno de los enclaves portuarios más frenéticos de Europa—, donde vendería en exclusiva relojes de Omega, Movado, Longines o Zenith. En 1938, , hijo
Herbert Wempe del fundador, compró la manufactura de cronógrafos para barcos más prestigiosa de Alemania.
Pero en los años cincuenta, el mundo pedía joyas. Era el tiempo de celebrities como y ,
Elizabeth Taylor Richard Burton mundialmente conocidos por expresarse su amor en quilates (él le regaló a ella el diamante Krupp, valorado en un millón de dólares). Y, justo para responder a las necesidades de aquel momento, llegó la tercera generación. “Recuerdo la sonrisa de orgullo de mi padre cada vez que abríamos un nuevo showroom”. El padre de Kim Eva, , se incorporó
Hellmut al negocio cuando ni siquiera estaba cerca de ser mayor de edad: a los trece años. Él fue quien vio que la relojería personalizada podía convertirse en uno de los puntos fuertes de la marca y quien la llevó de viaje por toda Alemania: abrió tiendas en Lübeck, Bremen, Berlín, Hanover... y quien se atrevió a llevar su boutique a laQuintaAvenida deNuevaYork a finales de los años setenta, enmedio de la peor recesión económica que
el mundo había sufrido desde la Segunda Guerra Mundial. En 1987, Kim Eva entró oficialmente en la compañía. “Mis amigos siempre han bromeado diciéndome que yo tenía el futuro resuelto, pero nunca lo he visto así”, sostiene ella, quien debutó con treinta años como diseñadora.
En su primera colección quedó claro que estaba llamada a ser una —la excéntrica diseñadora italiana que creó piezas Elsa Peretti icónicas para Tiffany— a la alemana: ella introdujo en el taller de la firma, técnicamente intachable pero estéticamente muy ortodoxo, las líneas y texturas orgánicas, el empleo vanguardista de las piedras y los metales preciosos. Un lenguaje muy próximo al estilo internacional que había hecho triunfar en todo el planeta a Cartier. ¿Un ejemplo? El anillo Helioro. “Representa nueve rayos de sol que se entrelazan”, explica Kim Eva.
Hoy Wempe está presente en todo el mundo (con puntos en Reino Unido, Francia, Estados Unidos, Austria, Italia, China y España) y ha abierto una tienda en el crucero de lujo MS Europa, para rendir homenaje a su pasado como relojeros navales. “La verdad es que mi padre me ha dejado en herencia una empresa impecable, pero ahora yo tengo que adaptarla a los valores del siglo XXI”. De momento, parece que lo está consiguiendo.