Estamos pasteurizados, por eso grito ¡ Gora Prusia!”
n casa de David de Jorge no hay televisión, lo que no ha impedido que el cocinero guipuzcoano ( Hondarribia, 1970) se haya ganado a la audiencia al grito de “¡ Gora Prusia!” con su alter ego televisivo: Robin Food. Desde su programa, Atracón a mano armada, defiende que la cocina es el reducto último ante la cruda realidad: “Aún siendo un tío positivo, me da náusea”.
Curtido en los fogones de Pedro Subijana, Martín Berasategui o la televisiva Elena Santonja, De Jorge reivindica las recetas de la canción de Vainica Doble: papas con arroz, bonito con tomate, cochinillo, caldereta y migas con chocolate. Pero si por algo se distingue es por las Guarrindongadas, versión sui géneris de la cocina de fusión que todos, “presidentes del Gobierno, obispos y cardenales”, guisan en la intimidad. “Constituyen la máxima expresión de la gastronomía, elmáximo deleite, porque se comen con nocturnidad, alevosía, en ropa interior, descalzo... No hay menú que supere el placer que proporciona ese bocata infecto de anchoas en salazón con leche condensada”. Autor de varios libros, el último, Más de cien recetas adelgazantes pero sabrosas (Debate), el cocinero cree enDios, “la tortilla de patata”, y en el infierno, “el vinagre de Módena reducido”.
Niños que cocinan, famosos en los fogones, cocineros estrella... ¿la gastronomía es el nuevo cuché?
Ni idea, pero bienvenido sea. La cocina tiene un único fin, que es el bien de laHumanidad. Pocas obras literarias o programas televisivos comparten esa meta.
¿Acabaremos empachados?
No sería un mal final. Mejor empachados quemuertos de hambre.
“El egochef es insufrible”, ha dicho. ¿Y el Master Chef?
No me gusta el tono competitivo, pero su fin último sigue siendo el bien del televidente. Me dicen que cocinan hasta los niños. Bien.
David de Jorge Eceizabarrena.
Para cocinar, ¿se necesitan ocho apellidos vascos?
Lo que hace falta es levantarse del sofá e ir al mercado. Tener voluntad de disfrute, de convocar a los amigos. El mundo esmuy ancho. Lo de los apellidos vascos es un estereotipo.
¿Gora Euskadi o Gora Prusia?
Me gusta mucho levantar el puño. Como vivimos en un mundo atolondrado la gente se lleva las manos a la cabeza con lo que hago y digo. Detecto una especie de pasteurización mental que nos aturde a todos, y es una lástima. Me da la sensación de que nos roban las palabras. Yo digo copón, y cierta gente se apropia del vocablo. O casta, que para mí ha significado siempre pastor de ovejas, y ahora no puedes decirlo sin que parezca que aludes a cierta clase social. Me revelo. Por eso digo Gora Prusia, Gora Euskadi y lo que haga falta.
El buen comer ¿ayudó a pasar el trago en el País Vasco?
Y en el mundo, la buena comida aplaca a los espíritus más atormentados. Aunque hoy cobije a foodies y demás.
Dice Ferran Adrià que prefiere Pasteur a Picasso.
Usted ¿prefiere Carpanta o Adrià?
Sin duda, Carpanta. A Adrià le respeto mucho, pero Carpanta refleja esa España cainita y muerta de hambre cuyo humor me conmueve.
“Walt Disney es el mayor terrorista de la historia”. El buenismo no es lo suyo...
Para comer hay que matar, y los animales son animales. Los dibujos animados insufribles de Disney han sido nefastos. Cuando yo era chaval participaba en lamatanza, recogía la sangre del cerdo con un cubo. Ahora solo comemos yogures desnatados y leemos suplementos dominicales. Somos muy modernos, pero hemos perdido la conexión con la verdadera naturaleza.
En sus entrevistas cita a Chéjov o Nietzsche. Sin embargo, reniega del cocinero filósofo.
¿Antes muerto que pedante?
Reniego del cocinero profeta o sumo sacerdote. Yo estudié con los curas, pero otros no han conocido la religión en su adolescencia, sino con 50 años y a través de su oficio. Ejercen el sacerdocio en la cocina. Han convertido el restaurante en un lugar
absurdo.
¿Es usted
nihilista?
Es evidente: estamos abocados al abismo. Pero el mercado, la cacerola, el sofrito... La cocina te hace sentir vivo.