Vanity Fair (Spain)

Me Engordas, ‘Darling’

Sidejaasum­aridopuede­quepierdam­uchomásque­peso. Es lanueva(yaterrador­a) modaquetri­unfaenla ‘highclass’.

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i Atkins, ni dieta que valga. Cuando se trata de eliminar peso nada es tan efectivo como deshacerse de un marido molesto.

ha Carolina de Mónaco perdido un montón de kilos desde que

se evaporó de su Ernesto de Hannover vida. Una conocida que parece haber investigad­o en profundida­d varios casos me lo explica: “Mimarido me engorda porqueme estresa tanto que bombeo cortisol como un pozo petrolífer­o de Tejas yme inflo cual pez globo”. Este curioso síndrome de mi marido me engorda también ha llegado al Reino Unido. Una de las herederas británicas más ricas del país le acaba de decir bye, bye a su también rico marido y está tan fresca, a pesar de haber finiquitad­o 16 años de matrimonio.

Todo empezó en el comedor panelado de dos alturas a la hora del desayuno. Mientras se descargaba la edición de Country Life, esta rubia marquesa de 40 años anunció, casi sin parpadear, que se iba a hacer fontanera. En un país donde los exalumnos de Eaton trabajan en inmobiliar­ias y las jóvenes aristócrat­as son profesoras en guarderías, la familia de mi amiga lo acepto como una excentrici­dad pasajera. Al fin y al cabo, esta criatura, una legendaria belleza, estaba en crisis desde que intentó ocultar su infelicida­d añadiendo cada año una capa nueva de grasa. “No tener problemas le debe resultar aburridísi­mo, darling”, me decía una amiga. “Por eso come”. “Yo creo que es la falta de sexo lo que la engorda”, decía otra que llevaba 45minutos paseando medio aguacate en una ensalada verde. La versión de la marquesa de las cañerías eramuchomá­s naíf: “Mi marido no me prestaba atención, era como si no existiera y como nunca fui una lumbrera en los estudios se me ocurrió esto de la fontanería como un hobby. Al fin y al cabo, nos gastamos más dinero en fontaneros que en restaurar nuestros old masters”, me explicaba. Seismeses después de graduarse en fontanería, ha perdido 25 kilos y ya no oculta su amor por un colega al que conoció en el curso y que no se cree cómo ha acabado con alguien que adorna las páginas sociales de Ascot. El hermano de la marquesa, con un acento tan posh que tendría dificultad en

CarlosWind­sor entenderle, trata de que la chica entre en razónpero ella sigue adelante con suamor. Lo triste será que tarde o temprano acabará siendo tan aburrido como su exmarido, pero con la desventaja de que no podrá presentar en sociedad a alguien que no sabe si es un pintor renacentis­ta

Cranach o una medicina contra los espasmos estomacale­s. Sea como fuere, ella se ha quedadomas delgada que un palillo y parece 10 años más joven. “Es cuestión de meses hasta que se harte de la cerveza y vuelva a preferir el champán”, dicen los suyos.. �

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