Porque Ella lo Vale
ace cinco años, cuando solo tenía 22
y un disco debut de ventas aceptables,
Adele(Londres, 1988) cometióunsacrilegiomusical:
rechazarbuenapartedel
trabajo del todopoderoso productor
Rick Rubin (Johnny Cash, Red Hot Chili
Peppers) para su nuevo álbum. Prefirió
publicar susprimerasgrabaciones, conlasqueempezóatrabajar
al día siguiente de romper con su pareja. Resacosa, con voz de
fumadora y sin calentamientos previos, sonaba más sincera y fiel
a sí misma. Ese disco, 21, vendió más de 30 millones de copias y
casi ha sostenido a la industria mundial del CD en el último lustro.
Lo dejó claro: Adele hace lo que quiere, y rechaza lo que no. Nada
degiraspor estadios, bailarines en sus conciertos, auto-tune para
corregir sus (improbables) desafinesninegociosdemoda. Al contrario
que Rihanna, Beyoncé o Katy Perry, no pretende enseñar
carne ni lencería. Le da igual queKarl Lagerfeld lamente que esté
“demasiado gorda”. “No me gusta el gimnasio. Me gusta comer
bien y beber buen vino”, responde ella. Tampoco que su largo
retiroen lacampiña inglesaconsuparejaysuhijocontravenga las
normas recaudadorasdel showbusiness. ¿RepetiráAdele el éxito
de21 desde su nueva zona de confort? Su inminente nuevo álbum,
encuyas sesioneshancolaboradoDamonAlbarn, DangerMouse
o Tobias Jesso Jr., despejará todas las dudas.