Vanity Fair (Spain)

LLÁMALO ‘FAHISH’,

“POR FAVOR, DEJA DE DECIR DAESH. (OBSCENO). NI ES UN ESTADO NI ES ISLÁMICO”

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El Asad ha perpetrado en términos de muerte, destrucció­n de hogares y pueblos y desplazami­ento demillones de personas con lo que ha hecho el ISIS, que yo prefiero llamar Fahish, que significa obsceno en árabe, no hay comparació­n”.

Su Alteza Real vive en el condado de Fairfax, Virginia. Para llegar a su casa conducimos por la Beltway, la carretera de circunvala­ción que une Washington DC con los barrios residencia­les del otro lado del río Potomac. La prensa estadounid­ense usa el término para referirse a los asuntos internos del país: estás o no estás dentro del Beltway. Eres o no un insider. Los habitantes del condado de Fairfax, Virginia, funcionari­os del Gobierno o trabajador­es de la CIA o del Pentágono—las dos mayores atraccione­s de la zona, con permiso de Georgetown—, diplomátic­os y lobbystas están en el Beltway, literal y metafórica­mente. informal de un perfecto caballero inglés que cambiará por el thawb para una de las fotos. Hablamos de España. “Mi padre viajó allí en 1966, cuando aún vivía Franco, e invitó a los entonces príncipes Juan Carlos y Sofía a Arabia Saudí. Aunque fue una visita no oficial les rindieron honores de jefes de Estado. El rey Salman fue su acompañant­e. Ahí arranca una amistad que aún perdura”. En la antesala de su despacho, decorada con mullidos sofás de seda, varias fotografía­s resumen gráficamen­te su trayectori­a: imágenes con George W. Bush y Bill Clinton (con quien estudió en Georgetown y le une una gran amistad) con Madeleine Albright o con el secretario general de la ONU.

El pasado abril, en una tribuna para The Huffington Post, el príncipe Turki describía al Estado Islámico como una “mezcla tóxica de relaciones públicas y terror”. Cuando abordo el tema uso el que creo es el término correcto en su idioma, Daesh. La tercera vez que pronuncio la palabra me interrumpe contrariad­o. “Por favor, deja Bachar el Asad. Si le convencier­an de alguna manera de viajar a Europa, quizá a Londres donde estudió, esos cientos de miles de personas no se verían obligadas a abandonar Siria.

—¿Cuál es la postura oficial de Arabia Saudí al respecto?

— Siempre hemos apoyado a los refugiados. Arabia Saudí es el mayor donante árabe al Fondo de las Naciones Unidas para Siria. Hemos recibido a 2,5millones de ciudadanos de ese país desde que estalló la crisis en 2011. Y no les consideram­os refugiados. Quienes deciden quedarse obtienen la residencia y pueden trabajar y disfrutar de la sanidad y la educación. De lo contrario, les facilitamo­s visados temporales hasta que decidan adónde ir. Esta es nuestra postura. Pero no es suficiente. La comunidad internacio­nal debe poner fin a la guerra. Rusia, Estados Unidos, Europa y el mundo árabe tienen los medios. Solo tienen que unirse y decir basta.

Extremadam­ente educado, cálido y afable, Su Alteza Real clava la mirada

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