Vanity Fair (Spain)

ADICTO AL TRABAJO

ES UN PRINCIPE AU STERO, YUN INTRIGANTE" (I. WRIGHT)

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rubio y fornido. —¿Cómo te llamas?—le espetó. —Turki Al Faisal —contestó él. —¿Turki? ¿Como el pavo de Acción de Gracias? [ turkey en inglés].

Semanas más tarde, cuando llegó el momento de trinchar el pavo, el colegio bullía con el trasiego de alumnos que se preparaban para celebrar Thanksgivi­ng con sus familias. Todos menos él. “Escribí una carta a mi padre para decirle lo mucho que les echaba de menos y lo que me gustaría poder viajar a Arabia Saudí para estar con ellos. Me contestó diciéndome que apreciaba mis sentimient­os y que mi ausencia también estaba teniendo efecto en él y en mi madre. Pero queme enviaron allí con un propósito y debía cumplirlo. Y que las vacaciones de verano estaban a la vuelta de la esquina”, me cuenta. Una de esas vacaciones le trajo a España. “Condu ni intentos de derrocar el régimen.

En su despacho, la portada enmarcada que la revista Time dedicó al rey Faisal en 1974, los libros —uno sobre Fahish que oculta con folios para la foto— y las montañas de papeles conviven con una trona para bebé y un perrito de juguete que ladra cada vez que el fotógrafo dispara su cámara. De la colección de instantáne­as que adornan la casa una llama especialme­nte mi atención. Retrata a dos hombres sobre una calesa. Uno viste traje, elotro el thawb. “Es mi padre con el presidente Lyndon B. Johnson”.

El rey Faisal, asesinado en 1975 amanos de uno de sus sobrinos, ejerce todavía una enorme influencia en el príncipe Turki. Le menciona varias veces durante la entrevista. Una de sus frases sobre la importanci­a de la educación preside, esculpida en una placa, el salón de la casa. Cuando en 1973 Su Alteza Real terminó su formación en Estados Unidos y Gran Bretaña regresó al reino. Le preguntó a su padre qué hacer y este creyó que le estaba

La figura del príncipe Turki es controvert­ida. “Es un paladín del Islam austero y un promotor de los derechos de las mujeres. Un multimillo­nario adicto al trabajo y un hombre pío. Un aficionado al daiquiri de banana y un intrigante, un intelectua­l y un príncipe leal” que “abrazaría todas las contradicc­iones de Arabia Saudí”, leo en The Secret History of the CIA, Afghanista­n and Bin Laden, from the Soviet Invasión to September 10. Lawrence Wright ofrece varios ejemplos de esas contradicc­iones: en su etapa en los Servicios Secretos alternaba su casa de una planta en Riad y su finca del desierto, donde pasaba los fines de semana y criaba avestruces, con su yate Caballero Blanco y sus residencia­s en Londres y París. Para sus homólogos estadounid­enses Turki Al Faisal era “nuestro hombre en Riad”. El 2 de agosto de 1990 estaba en el cine viendo La jungla de cristal cuando recibió una llamada de la Casa Blanca. Irak acababa de invadir Kuwait. Pasó esa noche en la CIA.

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