Uno más Una
‘EN MANOS DE LAS FURIAS’: LA HISTORIA DE UN MATRIMONIO CONTADA EN DOS ACTOS QUE HA CONQUISTADO A BARACK OBAMA
ubo un tiempo en que no se dudaba de lo que nos contaban los protagonistas de las novelas. Ni ni Jane Eyre David nos mentían. Pero Copperfield en algún momento las cosas se complicaron y, de pronto, la voces criminales de ,
Roger Ackroyd de o los difusos testimonios de
Humbert Humbert los testigos directos de o de ya
Jay Gatsby Kurtz no eran tan convincentes ni parecían tan seguros de lo que nos relataban.
Semejantes vacilaciones encuentran terreno siempre fértil (basta con sonreír ante aquella agridulce comedia con
Audrey Hepburn y , Dos en la carretera, o temblar
Albert Finney con un par de episodios de la serie The affair) entre las sábanas siempre enredadas y enredantes de un matrimonio. Y de eso va En manos de las furias de
Lauren Groff que ahora edita Lumen. Una invitación tan irresistible como inquietante a que nos enseñen lo mismo dos veces, pero tan diferente en la versión de él y la versión de ella: una pareja Lauren Groff (New York, 1978) es junto a uno de los destacados nombres de la nueva literatura estadounidense. En todos sus libros Groff se consagra como especialista en mirar fijo sin pestañear. De ahí que lo suyo (ojos de rayos X) resulte tan placenteramente incómodo para el lector y, sobre todo, para sus personajes. de 22 años, Lotto y Mathilde, que acaba de casarse. Él es el heredero de una dinastía de Florida, actor frustrado primero y dramaturgo de éxito después. Ella, su musa todoterreno (a quien este crítico no pudo evitar ver todo el tiempo como a una ardientemente gélida). Primero es el turno de él y RobinWright después va ella que, claro, modifica un poco-bastante-mucho lo que se nos venía contando. Elmecanismo del contrapunto, está claro, no es nuevo; y ya fue bien utilizado en clásicosmodernos como Bullet Park de , Mrs. y Mr. Bridge de John Cheever Evan y, más cerca, en muy nobles divertimentos como S. Connell Perdida de y La chica del tren de . Gillian Flynn Paula Hawkins Lo que persigue y alcanza Lauren Groff (en una mezcla de thriller psicológico con tragedia griega pero con modales y prosa de ) es una visión panorámica de Virginia Woolf un síntoma de esos que solo pueden detectarse con el más potente de los microscopios. Porque lo que en En manos de las furias se narra (atención a los detalles: lo que Lotto apenas menciona, para Mathilde es algo decisivo o viceversa) son 24 años de idas y vueltas de una pareja supuestamente ideal y envidiada por todos. Y ya se sabe: no hay nada más imperfecto que aquello que se supone perfecto. El manipulador siempre puede acabar siendo el manipulado. Y lo de siempre: jamás conoceremos del todo a esa persona con la que nos vamos a dormir. Esa persona que no es aquella que pensamos que es y que nos decimos a nosotros mismos sin atrevernos a pensar demasiado en que, también, esa persona nos cuenta, nos suma, nos resta. � “Mi ambición era la de escribir un libro transgresor que no pasara por la transgresión. De ahí que aquí no haya sexo extramarital. Que el lector acabase entendiendo que tan solo leemos la superficie de nuestras vidas”. Buena parte de la crítica de su país. Pero también Y un tal que consideró a En manos de las furias como su novela del año pasado.