Vanity Fair (Spain)

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Hall para encarnar a Kip Stevens, el líder rabioso y carismátic­o de un grupo de punk de ascensión imparable?

En las escasas entrevista­s que ha concedido da la impresión de ser un joven reservado que trata de labrarse un nombre. A diferencia de su hermana GeorgiaMay y de su hermanastr­a Jade, ambasmodel­os, Jamesmante­nía un perfil bajo apenas enturbiado por alguna salida de tono. Como cuando hace un año publicó un selfie en Facebook en el que sus gafas oscuras no alcanzaban a ocultar un gesto algo descompues­to acompañado por las palabras “Stoned again” [Colocado otra vez]. Pero ni siquiera su reciente boda con la artista de origen indio Anoushka Sharma, de 28 años, suscitó demasiada atención.

Ahora la situación ha cambiado. Al menos esa es mi impresión después de hablar con él por teléfono mientras viaja entre París y Texas. Está rodeado de gente, como ocurre con los artistas que se convierten en la sensación del momento. Encontrar un hueco en su agenda resulta casi imposible. Arañar un minuto más para la entrevista, también. Como toda estrella que se precie colabora con una ONG, Project Zero, que protege los océanos. “Nado, buceo y hago surf. Siempre he mantenido una relación muy estrecha con el mar”. No se considera ecologista —“no abrazo ninguna bandera”—, pero prefiere la verdura a la carne y la bicicleta, al coche. Y sí, tiene un acusado lado stone.

“Siempre he creído que mi apellido tenía más de maldición para ellos. Seguidor de The Dammed, The Pixies y The Clash, tuvo una infancia normal. Sus padres aspiraban a que sus hijos estudiasen. Pasaba las noches viendo películas del oeste, y desde entonces admira a Paul Newman: “Mi madre era muy fan. A míme encantaba la forma en que encarnaba los antihéroes”. — Vinyl retrata un mundo artístico corrompido. ¿Ese entorno hostil es ya pasado? as cosas se han estandariz­ado y la música se ha convertido en un negocio. Pero sigue habiendo casos de explotació­n y artistas a los que se estafa. He visto a amigos atados a contratos que habían firmado sin consultar con un abogado.

—¿Ocurre lo mismo con la industria cinematogr­áfica? —Todavía no tengo suficiente experienci­a, pero aún hay personas dispuestas a cualquier cosa por cumplir sus sueños, como congelarse en biquini en la nieve por exigencias del guión.

Antes de colgar, le pregunto por uno de los iconos musicales del siglo XX, con quien su padre protagoniz­ó un famoso trío. —¿Conoció aDavid Bowie? —Sí. Tendría cinco años. Me impresiona­ron sus dientes, eran blanquísim­os...(ríe). Ahora sé que era unmaestro. Un personaje decisivo para su época. �

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